Galicia ya no vive aqu¨ª
Como dir¨ªan las cr¨®nicas, finalizando el mes de julio del a?o 2009 de nuestra era, la Xunta de Galicia est¨¢ sustentada por un partido unido y con un liderazgo fuerte, tiene al frente un presidente resuelto y animoso, y una oposici¨®n que todav¨ªa se pregunta de d¨®nde vino el golpe que la derrib¨® en la lona. Sin embargo, el perfil que presenta el Gobierno despu¨¦s de cien d¨ªas de placidez parece el de una gestor¨ªa. A efectos pol¨ªticos, Galicia se ha evaporado en tres meses.
"Yo ya echo de menos a Adolfo Su¨¢rez, pero como esto siga as¨ª, voy a acabar echando de menos a Leopoldo Calvo Sotelo", dec¨ªa a mediados de los a?os 80 un amigo, en las ant¨ªpodas ideol¨®gicas de UCD, decepcionado porque la consolidaci¨®n de la democracia no conllevase una profundizaci¨®n de la democracia. Pese a que todos los candidatos a regir las instituciones invoquen como argumento para ser elegidos sus excelencias en la gesti¨®n, la verdad es que son votados en raz¨®n del uso pol¨ªtico que los ciudadanos creen que van a darle a esas instituciones. Por eso el electorado decide entre formaciones pol¨ªticas y no entre ofertas de UTE (aunque en casos municipales concretos una cosa y otra sean lo mismo).
El perfil del Gobierno de Feij¨®o tras 100 d¨ªas de placidez parece el de una gestor¨ªa
Este concepto ha sido fundamental en las instituciones m¨¢s recientes, las auton¨®micas. No tanto en Catalu?a y en el Pa¨ªs Vasco, con una experiencia hist¨®rica de autogobierno y una reivindicaci¨®n ciudadana expresa, sino en aquellos otros territorios a los que el generalizado proceso de descentralizaci¨®n sac¨® de su destino de ser regidos por diputaciones provinciales, ¨²nicas o compuestas. Pese a la propaganda medi¨¢tica, es all¨ª, en las autonom¨ªas de rebote, donde las instituciones se han aplicado a construir una identidad propia como sea. Es decir, el ¨®rgano se ha apresurado a promover la funci¨®n.
En Galicia, ni una cosa ni otra. No hab¨ªa experiencia de autogobierno, las fuerzas vivas eran manifiestamente reacias y la reivindicaci¨®n era m¨¢s intelectual o impl¨ªcita que expl¨ªcita. As¨ª que los primeros gobiernos de la Xunta adaptaron, con la complicidad de la oposici¨®n, la ¨²nica concepci¨®n del pa¨ªs que hab¨ªa a mano, la de la Xeraci¨®n N¨®s, pensamiento Ram¨®n Pi?eiro. Fraga Iribarne perfeccion¨® el sistema y lo fue depurando hasta la quintaesencia: en lo pol¨ªtico, Galicia ten¨ªa una presencia casi rayana en la competencia en asuntos exteriores. En la gesti¨®n, hubo una progresiva renuncia a dise?ar pol¨ªticas propias, hasta acabar limit¨¢ndose a allanar el camino a las propuestas de los poderes f¨¢cticos amigos, en el convencimiento de que lo que es bueno para la General Motors es bueno para los Estados Unidos. Galicia se vend¨ªa as¨ª como una empresa com¨²n, en la que unos obten¨ªan beneficios intangibles, como la autoafirmaci¨®n, y otros obten¨ªan beneficios. Una versi¨®n algo m¨¢s sofisticada y actualizada de aquello que dec¨ªa Noel Claras¨®: "Pol¨ªtica es el arte de obtener dinero de los ricos y votos de los pobres, con el fin de proteger a los unos de los otros".
La Xunta de Alberto N¨²?ez Feij¨®o ha escogido, sorprendentemente, esconder el ¨®rgano y adelgazar la funci¨®n. La gesti¨®n de gobierno, con la ayuda del perfil rasante de la mayor¨ªa de los conselleiros, parece haberse reducido a la agenda del presidente. No hay ni se esperan fondos para la Cidade da Cultura, el puerto exterior de A Coru?a, la depuradora/el hospital de Vigo, la autov¨ªa de la Costa da Morte..., pero s¨ª un titular donde Feij¨®o se compromete, firme, a exig¨ªrselos al Gobierno central. Lo que no se hace, es por algo: no hay ayudas para limpiar los montes porque resulta que no hace falta limpiarlos, y los partos naturales dejan de ofrecerse en la sanidad p¨²blica porque las usuarias los requieren en demas¨ªa. Para los dem¨¢s problemas, el Consello de la Xunta examina "informes", figura jur¨ªdica inexistente y producto administrativo no contrastable, pero que garantiza el tratamiento medi¨¢tico de que en San Caetano est¨¢n en ello.
Con esa acci¨®n de gobierno, la pol¨ªtica sobra. Unas encomiendas a Castelao (al de los dibujos, se supone, no al que escrib¨ªa cosas tan plan Ibarretxe como: "Chegan a decir que o problema galego, igual que o vasco e o catal¨¢n, depende da soluci¨®n que acorde a maior¨ªa dos hespa?oes... ?Estabamos aviados!") y hala. Naturalmente, esa concepci¨®n de menos Administraci¨®n y todav¨ªa menos Galicia es perfectamente leg¨ªtima, e incluso entronca ideol¨®gicamente -por eso, entre otras cosas, ha sido votada- con una arraigada l¨ªnea de pensamiento de buena parte de la sociedad. La vigente en ese sector de las clases medias acomplejadas y obsesionadas con que no se les note lo gallego. Enlaza con esa parte de la ¨¦lite que tradicionalmente ha desempe?ado un papel, m¨¢s que dirigente, de intermediario depredador. Conecta con el sentimiento hist¨®ricamente inducido en la ciudadan¨ªa de menosprecio de sus propios valores. ?Qu¨¦ tanta Galicia y tanto farrapo de gaita!, podr¨ªa ser su lema, opuesto en el tiempo y en la esencia a aquel Deus Fratesque Gallaecia de los Irmandi?os.
Finalizando julio del a?o 2009 de nuestra era, casi echamos de menos a Fraga, pero como esto siga as¨ª, acabaremos echando de menos a Gerardo Fern¨¢ndez Albor.
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