Peor, imposible
El primer festejo de la feria de las Colombinas de Huelva se pareci¨® a una corrida de toros como un huevo a una casta?a. Un desatino total. Peor, imposible. Y todo ello fue un resultado de la conjunci¨®n de adversas circunstancias, tales como un presidente incapaz, unos toreros vulgares, unos toros con cara de borreguitos y pitones sospechosamente afeitados, una banda de m¨²sica sin orden ni concierto y un p¨²blico ¨¢vido de orejas, triunfalista y generoso.
Entre todos la mataron y ella sola (la corrida) se muri¨®. Y, despu¨¦s, le echamos las culpas a los antitaurinos. S¨®lo la bondad infinita e incompresible de los p¨²blicos de este pa¨ªs permite la francachela en la que los taurinos han convertido el espect¨¢culo taurino, con el permiso y el consentimiento de la autoridad competente.
MARTELILLA/EL CORDOB?S, EL FANDI, TALAVANTE
Toros de Martelilla, justos de presentaci¨®n, blandos, descastados y nobles.
El Cordob¨¦s: casi entera perpendicular (silencio); estocada _aviso_ y un descabello (ovaci¨®n).
El Fandi: estocada tenida y ca¨ªda (dos orejas); estocada y dos descabellos (gran ovaci¨®n). Alejandro Talavante: estocada trasera (oreja); casi entera y dos descabellos (oreja).
Plaza de Huelva. 31 de julio. Primer corrida de las Colombinas. Tres cuartos de entrada.
Entre todos la mataron y ella sola (la corrida) se muri¨®
El presidente de la plaza demostr¨®, por ejemplo, que no est¨¢ capacitado para tal menester. Y no s¨®lo porque permita tiempos muertos insufribles, sino porque carece de autoridad a la hora de conceder trofeos o para avisar a los toreros de que su sopor¨ªfera labor lleva aburriendo al personal m¨¢s de diez minutos, como ocurri¨® en el caso de El Cordob¨¦s.
?Y El Cordob¨¦s? Se le presume a este hombre cara de buena persona, que derrocha simpat¨ªa, pero tiene un serio problema como torero: le resulta m¨¢s f¨¢cil hacer re¨ªr que emocionar con su toreo. Y eso es grave porque vestirse de luces es algo muy serio. Es verdad que le cay¨® en suerte el peor lote, pero su sentido est¨¦tico ha ido degenerando con los a?os hasta el desastre final en el que se mueve con enorme seguridad. Lo suyo no son capotazos, sino mantazos de acepci¨®n incalificable. Y muleta en mano no hace nada digno que pueda ser considerado toreo. Mal colocado siempre, sus pases surgen despegados, sin ton ni son, sin temple ni elegancia. Pero ah¨ª sigue, con la sonrisa siempre en los labios, y ojal¨¢ siga muchos a?os, lo que significar¨¢ que no ha sido capaz de acabar con la tauromaquia.
El Fandi lo da todo, pero, quiz¨¢, es que tiene poco que dar. Su primer oponente fue el m¨¢s manejable de la tarde por su movilidad, nobleza y fijeza. El diestro lo tore¨® de toda forma y manera con capote y muleta, pero no naci¨® este hombre con el don de sentir el toreo, y, claro, toda su labor result¨® anodina y fr¨ªa. Se esforz¨® tambi¨¦n en el quinto, de menos calidad, y no cambi¨® el panorama. Divirti¨®, eso s¨ª, con las banderillas -casi todas puestas a toro pasado-, pero con evidente dominio de la suerte.
Y la guinda final la puso un apocado Talavante, que da la impresi¨®n de que tiene la sangre aguada y el ¨¢nimo personal en las zapatillas. Es buena su concepci¨®n del toreo, pero le vence la apat¨ªa; y se coloca mal y sus pases brotan sin mando, sin gusto ni elegancia. La faena de muleta al tercero hubiera sido un funeral de tercera si no es por el tach¨²m, tach¨²m, de la banda de m¨²sica, que, al menos, ameniz¨® el aburrimiento. Mejor¨® algo ante el bonancible sexto, pero sin alcanzar la dimensi¨®n torera que lo hizo famoso. Tore¨® sin ajuste y poco convencimiento, aunque el p¨²blico le mostr¨® ampliamente su contento.
?Y los toros? Es verdad que Huelva es plaza de segunda, pero el toro siempre tiene que dar la impresi¨®n de fiereza y poder¨ªo. No deja de ser preocupante, aunque no le preocupe a nadie que todos los de ayer luc¨ªan unos pitones sospechosos de haber sido manipulados. A pesar de todo, el p¨²blico sali¨® contento. ?De qu¨¦ nos quejamos, pues...?
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