La envidia y el juez Garz¨®n
Siento verg¨¹enza ajena cuando leo descalificaciones emanadas de personas que al hacerlas se exponen a ser descalificadas tambi¨¦n.
Un profesor y tratadista de Derecho Penal, que jueces y abogados de categor¨ªa consideran confuso y oscuro, don Enrique Cury Urz¨²a, escribi¨® recientemente un art¨ªculo con descalificaciones injuriosas hacia el juez Baltasar Garz¨®n. Comienza por comentar la opini¨®n de un ex parlamentario que critica la ratificaci¨®n por Chile del Estatuto de Roma que crea la Corte Penal Internacional, para luego declarar: "Si el Tratado de Roma hubiese estado ratificado (en Chile) cuando Augusto Pinochet viaj¨® a Londres en las postrimer¨ªas del siglo pasado, ning¨²n juez espa?ol de segundo orden y sediento de publicidad habr¨ªa podido despachar una orden de detenci¨®n y una solicitud de extradici¨®n para ser conocida por tribunales brit¨¢nicos".
Pasar¨¢ a la historia como un juzgador emblem¨¢tico por su vocaci¨®n, esp¨ªritu de justicia y valent¨ªa
Pocas veces he visto tanta difamaci¨®n y falta de respeto hacia un magistrado
Para descalificar hay que tener piso; si no, la descalificaci¨®n puede retornar en su contra como un bumer¨¢n.
Cuando el juez Garz¨®n orden¨® la detenci¨®n y solicitud de extradici¨®n mencionadas, el profesor Cury era miembro de la Corte Suprema chilena e integraba su segunda sala, dedicada a causas criminales. Habiendo ejercido como abogado durante toda su vida profesional, gracias a una reforma a la Constituci¨®n de Pinochet, propiciada por el entonces presidente Frei Ruiz-Tagle, los nombramientos de los jueces de ese alto tribunal pasaron a depender del Senado. Tambi¨¦n, en virtud de aquella enmienda, abogados ajenos a la carrera judicial pueden ser nombrados directamente jueces en dicha Corte. As¨ª pudo el se?or Cury ser nombrado ministro de la Corte Suprema.
Al poco tiempo, habiendo tenido la oportunidad que le ofrec¨ªa la historia de confirmar el enjuiciamiento de Augusto Pinochet por sus cr¨ªmenes, como en justicia correspond¨ªa, y demostrar al pa¨ªs y al mundo que la ley era aplicable a todas las personas, como lo hizo Garz¨®n, el entonces ministro Cury, sensible a las fuerzas f¨¢cticas que gobiernan el pa¨ªs, decidi¨®, con otros tres jueces de la segunda sala, sobreseer definitivamente al nombrado dictador, aduciendo que sufrir¨ªa una forma de demencia. Eso explica la probable envidia que experimenta el jurista Cury que lo lleva a tratar a su colega Garz¨®n como un juez de segundo orden, sediento de publicidad. El juez espa?ol hizo lo que el se?or Cury jam¨¢s habr¨ªa podido hacer.
Para haber actuado como Baltasar Garz¨®n, se requieren tres condiciones: una tenaz vocaci¨®n de juez, esp¨ªritu de justicia y valent¨ªa. Lo primero se advierte al atenerse a la ley y aplicarla cuando todos la ignoran por comodidad o para escalar a cargossuperiores. Pues, existe una norma, el art¨ªculo 23.4 de la Ley Org¨¢nica del Poder Judicial de Espa?a (L. O. 6/1985, de 1? de julio), que Garz¨®n aplic¨® para procesar a Pinochet, extraditarlo y ordenar su detenci¨®n. Lo segundo se puede apreciar al haber utilizado la se?alada disposici¨®n para el logro de la justicia universal, requerida por tanta v¨ªctima de tortura, o familiar de personas asesinadas y desaparecidas. Este esp¨ªritu de justicia obedece a la necesidad de ser fiel a esa virtud a la cual aspiran todos los pueblos: que se juzgue a los responsables principales de tanta violaci¨®n a los derechos humanos, que aparentemente gozan de impunidad. Lo ¨²ltimo, la valent¨ªa, es un rasgo que muchos pregonan y pocos tienen. Nadie, absolutamente nadie, puede dudar de la valent¨ªa de Garz¨®n. El magistrado Garz¨®n es emblem¨¢tico, por cierto. Pero no por sed de publicidad. En el mundo sobran personas enfermas por dicha sed y no por eso son emblem¨¢ticas. Garz¨®n lo es porque investiga con seriedad causas que implican un peligro permanente para ¨¦l y su familia. Investiga y procesa por terrorismo, corrupci¨®n de personeros pol¨ªticos, violaciones a los derechos humanos y por cr¨ªmenes contra la humanidad.
Adem¨¢s, fue un precursor en la utilizaci¨®n de la jurisdicci¨®n universal. Luego continuaron otros jueces y/o fiscales franceses, italianos, belgas, suizos, etc¨¦tera. Nadie los acusa ni ofende tan gratuitamente.
Tambi¨¦n, me da verg¨¹enza ajena comprobar c¨®mo, igual que en Chile cuando yo investigaba causas por violaciones a los derechos humanos, los abogados defensores y los familiares de los procesados utilizaban los medios de comunicaci¨®n antes de emplear los recursos legales para impugnar mis resoluciones. Pretend¨ªan, como en Espa?a, conseguir el asesinato de la imagen de un juez y no el triunfo por razones de justicia.
Pocas veces he podido vislumbrar tanta difamaci¨®n y falta de respeto hacia un juez como en el caso de Garz¨®n. Sus superiores han se?alado en forma reiterada que debe cesar el acoso medi¨¢tico utilizado. Claro, sus detractores prefieren la difamaci¨®n y desprestigio del juez antes de que ellos sufran las consecuencias por las actuaciones dolosas, y piensan que la forma m¨¢s efectiva es a trav¨¦s de la utilizaci¨®n de estos medios tan innobles.
Es obvio que Garz¨®n pasar¨¢ a la historia como un juez emblem¨¢tico, y lo ser¨¢ por su tenaz vocaci¨®n de juez, su esp¨ªritu de justicia y su valent¨ªa. Y tambi¨¦n, por su correcci¨®n. Quisiera a?adir que cuando ambos, en nuestra calidad de jueces, investig¨¢bamos respecto de los mismos sospechosos y por los mismos cr¨ªmenes, jam¨¢s utiliz¨® otros procedimientos que no fueran los estrictamente legales. Y he podido observar su correcci¨®n en lo social y lo humano. Por estas razones la Universidad Central de Chile le otorg¨®, al igual que al fiscal espa?ol Carlos Castresana, un doctorado honoris causa.
Pienso que como ha ocurrido con tanto hombre notable, la historia recordar¨¢ sus logros en la medida que permitieron mejorar la humanidad. En el caso de Baltasar Garz¨®n, su nombre constituir¨¢ siempre un hito, estar¨¢ vigente cada vez que se trate la justicia universal e inspirar¨¢ a los jueces por su valioso ejemplo. En cambio, quienes lo atacan por odio o por envidia, caer¨¢n en el m¨¢s oscuro olvido.
Juan Guzm¨¢n Tapia es director del Centro de Estudios de Derechos Humanos de la Universidad Central de Chile.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.