La guerra que sacudi¨® el C¨¢ucaso
Un a?o despu¨¦s del conflicto b¨¦lico entre Georgia y Rusia, las partes siguen enfrentadas - "Responder al mal con mal no ayuda", afirma un osetio
Sobre los acontecimientos, planes y c¨¢lculos que precedieron el conflicto b¨¦lico entre Georgia y Rusia -y tambi¨¦n sobre las consecuencias que tuvo- se puede discutir largamente, pero m¨¢s all¨¢ de la propaganda generada por ambas partes, hay una brutal realidad: el presidente de Georgia, Mija¨ªl Saakashvili, emprendi¨® una operaci¨®n b¨¦lica contra civiles en la noche del 7 al 8 de agosto en Tsjinval, la capital de Osetia del Sur. Lo hizo en nombre de la unidad de un Estado reconocido internacionalmente en 1992, aunque la realidad es que el territorio designado como Georgia, una de las 15 rep¨²blicas federadas en la URSS, estaba ya resquebrajado desde antes de que ese pa¨ªs se desintegrara formalmente en 1991.
Occidente no quiere criticar abiertamente a Saakashvili y se centra en el Kremlin
Las mujeres y ancianos que junto con ni?os pasaron varias noches escondidos en s¨®tanos y bodegas a¨²n est¨¢n horrorizados y no entienden c¨®mo fue posible que los tanques georgianos entraran en la ciudad despu¨¦s de que Saakshavili manifestara pocas horas antes que no iba a responder a las "provocaciones" de osetios y rusos y que al d¨ªa siguiente (el viernes) se sentar¨ªan a negociar.
Sus palabras relajaron los ¨¢nimos de los ciudadanos. Sin embargo, poco antes de la medianoche, los georgianos lanzaron un ataque por sorpresa con tanques y fuego de artiller¨ªa. Los testimonios son m¨²ltiples, incluidos los de periodistas que estaban all¨ª, como el ucranio Rusl¨¢n Yarmoliuk, que esta semana cuenta su experiencia en un peri¨®dico de su pa¨ªs.
Con provocaciones o sin ellas, la decisi¨®n de Saakashvili fue irresponsable como m¨ªnimo y podr¨ªa ser considerada delictiva si hubiera un tribunal imparcial facultado para juzgarla. Los osetios, sean cuales sean sus ideolog¨ªas, no tienen ninguna duda: Saakashvili quer¨ªa exterminarlos y los rusos les salvaron la vida.
Pero Occidente no quiere criticar abiertamente al georgiano y prefiere concentrarse en Mosc¨², por haber respondido militarmente y con la invasi¨®n de territorio georgiano. Con agasajos selectivos y habilidad diplom¨¢tica, Saakashvili logr¨® el apoyo de muchos pol¨ªticos europeos y norteamericanos, que despu¨¦s no han querido distanciarse de ¨¦l en p¨²blico. Se sienten inc¨®modos dejando sola a la peque?a Georgia frente a la gran Rusia. Y no importa qui¨¦n tiene raz¨®n. Los clich¨¦s imperantes establecen presunci¨®n de culpabilidad para Mosc¨² y de inocencia para Tbilisi.
A reforzar los clich¨¦s contribuy¨® la capacidad del Gobierno georgiano de poner en marcha una operaci¨®n de relaciones p¨²blicas protagonizada por el alem¨¢n Patric Worms, ex funcionario de la Comisi¨®n Europea. De los 8.000 periodistas que escrib¨ªan sobre la guerra "puede que 50 hubieran estado en Georgia antes" y la "gran mayor¨ªa no sab¨ªan nada sobre el pa¨ªs", afirmaba Worms en el Georgia Today. Un a?o despu¨¦s, Osetia del Sur y Abjazia han decidido contratar tambi¨¦n a una compa?¨ªa de relaciones p¨²blicas. En nombre de Saylor Company y desde Los ?ngeles, Evelyn Iritani afirma en un correo electr¨®nico que su empresa representa a los Gobiernos de Osetia del Sur y Abjazia y puede "ayudar a viajar a Tsjinval, a concertar citas y recabar informaci¨®n".
Cabe preguntarse si los osetios no se har¨ªan un mejor servicio reconstruyendo Tsjinval. Pero preguntas como ¨¦sa no son esenciales para la comprensi¨®n de la noche del 7 al 8 de agosto, que ha dejado profundas huellas en osetios y georgianos. Lo expresa el osetio Timur Jovr¨¦bov, que dirige una ONG en Tsjinval: "Un tanque georgiano que circulaba por la calle Stalin fue alcanzado por un disparo y volc¨®. Los tripulantes se refugiaron en una casa. Les dijeron que se rindieran y ellos pidieron que entrara alguien a parlamentar. Mi hermano, que hablaba algo de georgiano, entr¨® y lo mataron. Cuando llegu¨¦, los georgianos yac¨ªan muertos. Eran siete. Los registr¨¦ a todos en b¨²squeda de documentos. Quer¨ªa vengarme. Quer¨ªa saber qui¨¦nes eran para que ninguno de sus parientes quedara con vida, pero no encontr¨¦ nada. Los mir¨¦ y, para mi sorpresa, me dieron l¨¢stima, aunque eran georgianos y hab¨ªan matado a mi hermano. Ellos tambi¨¦n eran j¨®venes y hab¨ªan venido porque alg¨²n idiota les hab¨ªa mandado venir. Y mi deseo de matar a sus parientes desapareci¨®. Responder al mal con mal no ayuda".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.