?Cambio de modelo sin reforma laboral?
Hace unos meses el presidente del Gobierno propuso cambiar el modelo econ¨®mico para pasar a afirmar, poco despu¨¦s, que no era ¨¦ste el momento de la reforma laboral. Esta l¨ªnea argumental es bastante contradictoria puesto que, nos guste o no, la reforma laboral forma parte del cambio de modelo. Cambiar el patr¨®n de producci¨®n y aplicar reformas estructurales en los mercados de bienes y servicios los hace m¨¢s competitivos, pero tambi¨¦n mejora el funcionamiento de los mercados de factores productivos (trabajo y capital). Sensu contrario, reformas en los mercados de trabajo y de capitales favorecen el cambio de modelo, aumentan la productividad, y nos ayudan a crecer con mejores puestos de trabajos. Por eso, cambiar de modelo productivo equivale a reconocer la necesidad de reformas estructurales como la del mercado laboral.
Las indemnizaciones altas por despido discriminan a los j¨®venes y contratados temporales
Identificar reforma laboral con despido libre, como hace el Gobierno, es una argumentaci¨®n falaz. Entender que un mercado laboral es m¨¢s flexible cuanto m¨¢s libres sean sus condiciones de contrataci¨®n y de despido, se corresponde con la visi¨®n estrecha de flexibilidad de la OCDE, para quien la protecci¨®n al empleo es su ¨²nico factor explicativo. Es una grave limitaci¨®n y, por eso, cuando el debate sobre la reforma laboral se circunscribe al despido libre queda desenfocado.
Las altas indemnizaciones por despido discriminan a j¨®venes y contratados temporales que, aunque a veces sean m¨¢s productivos, son siempre los primeros despedidos al estar m¨¢s desprotegidos. La soluci¨®n tampoco pasa por una visi¨®n asistencialista que prolongue la duraci¨®n de las ayudas p¨²blicas al desempleo que s¨®lo sirve para contentar a parados y sindicatos, y dar la impresi¨®n de que "se hace algo", pero no crea puestos de trabajo si no viene acompa?ada de pol¨ªticas activas del mercado de trabajo y lastra la recuperaci¨®n econ¨®mica.
Por otro lado, mantener impuestos sobre el trabajo y elevadas cotizaciones sociales como las espa?olas afecta tanto a la oferta como a la demanda de trabajo y a la composici¨®n de esta ¨²ltima. A la oferta, porque junto con los beneficios de la protecci¨®n social -que act¨²an como subsidios a la inactividad- desincentivan ponerse a trabajar. A la demanda, porque los aumentos de costes laborales reducen la rentabilidad y la inversi¨®n futura de las empresas; y, a la composici¨®n de la demanda porque estimulan la sustituci¨®n de trabajo por capital y reducen la demanda de trabajo no cualificado m¨¢s que proporcionalmente, debido a que capital y trabajo cualificado son m¨¢s bien complementarios.
Por eso, creo que ser¨ªa bueno, tal como propuse (EL PA?S 19 de octubre de 2008), reducir las contribuciones sociales (ahora por encima de est¨¢ndares europeos) y subir el IVA para financiarlas (alg¨²n estudio ha estimado en un punto la subida del IVA que compensar¨ªa una rebaja de dos puntos en cotizaciones), pues se encuentra por debajo de est¨¢ndares europeos y, adem¨¢s, no deteriorar¨ªa la competitividad.
Reformar el mercado laboral significa mejorar sus atributos estructurales y hacerlo m¨¢s adaptable. Esto conlleva, adem¨¢s de una fiscalidad sobre el trabajo que no penalice la contrataci¨®n, aumentar los incentivos para que valga la pena trabajar; enriquecer la educaci¨®n y formaci¨®n profesional y capacitar al trabajador para que se adapte a las nuevas tecnolog¨ªas; aumentar la flexibilidad del tiempo de trabajo para que los trabajadores satisfagan las necesidades de la producci¨®n, pero puedan conciliar trabajo y vida familiar; mejorar las relaciones laborales; flexibilizar los costes salariales que faciliten el ajuste y competitividad de las empresas; mejorar la movilidad geogr¨¢fica, sectorial y funcional del trabajador; y, flexibilizar las condiciones de contrataci¨®n y despido, incluyendo la duraci¨®n del contrato. En este enfoque hol¨ªstico de reforma laboral, las condiciones de contrataci¨®n y despido son s¨®lo uno entre los diez atributos que definen la adaptabilidad.
Es leg¨ªtimo que el trabajador busque seguridad en el empleo. Pero la seguridad no deber¨ªa asimilarse a mantener un puesto de trabajo concreto, sino a mejorar la capacidad y la probabilidad de mantenerse empleado. De poco le servir¨¢n las altas indemnizaciones al despido si la empresa se ve abocada a cerrar. Cuando el despido es inevitable, la seguridad que da una elevada indemnizaci¨®n s¨®lo es ¨²til para el trabajador si aumenta su probabilidad de encontrar un nuevo puesto de trabajo, es decir, si le permite formarse en aquellas profesiones nuevas que surgir¨¢n con el cambio de modelo econ¨®mico. Sobre esta cuesti¨®n, las pol¨ªticas activas del mercado de trabajo, como las de formaci¨®n profesional y vocacional, tienen mucho que decir porque, al facilitarle las cualificaciones que solicita el mercado, hacen al trabajador m¨¢s empleable.
No podemos afirmar que tenemos que cambiar de modelo y, al mismo tiempo, negarnos a reformar el mercado de trabajo. Es un contrasentido que los agentes sociales y el Gobierno tienen la obligaci¨®n moral de explicar a los ciudadanos. Ignorar esta contradicci¨®n significa crear un clima inestable en el mercado laboral, socavar la confianza en nuestra econom¨ªa, y deprimir las expectativas de inversi¨®n futura en Espa?a para los pr¨®ximos diez a?os. La econom¨ªa espa?ola se puede permitir casi todo menos condenar ad calendas graecas el arranque de la recuperaci¨®n econ¨®mica.
Manuel Sanchis i Marco es profesor de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Valencia.
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