Peregrinos del rock'n'roll
Berger Wolfgang es uno de los 150.000 'fans' que visitan anualmente el paso de cebra m¨¢s famoso de Londres. Lo cruzaron los Beatles para su 'Abbey Road' hace 40 a?os
El rinc¨®n resulta m¨¢s bien anodino, pero unas 150.000 personas rinden aqu¨ª visita cada a?o. Tampoco importa que la placa que identifica su nombre halle el anonimato parapetada tras un ¨¢rbol: los corrillos de turistas que, c¨¢mara en ristre, se turnan para posar en plena calzada claman a gritos que estamos en Abbey Road. El paso de peatones m¨¢s famoso del planeta. Y uno de los objetivos favoritos del turismo express y de la peregrinaci¨®n alentada por los mitos del rock.
Apenas hacen falta unos minutos para emular el desfile de los cuatro Beatles sobre las rayas de cebra, aquella imagen tomada ma?ana hace 40 a?os para la portada del ¨²ltimo disco que grabaron juntos (Abbey Road). Hoy es uno de los fetiches de la iconograf¨ªa popular. Los retratistas y sus modelos consiguen derrumbar la proverbial urbanidad del conductor brit¨¢nico. No es dif¨ªcil perder la paciencia al volante cuando, despu¨¦s de que un grupo de japonesas bastante patosas haya logrado detener el tr¨¢fico, toma el relevo una pareja de brasile?os mientras desde la acera unos estudiantes espa?oles se preparan para el asalto...
Los fot¨®grafos amateurs emergen de la estaci¨®n de metro de Saint John's Wood, privilegiado barrio al norte de la ciudad, y caminan ocho minutos hasta llegar al codiciado paso de peatones.Los turistas no suelen indagar en este universo ajardinado del barrio. Aqu¨ª viven famosos como Kate Moss, John Major y el mism¨ªsimo Paul McCartney, cuya presencia s¨®lo delata un discret¨ªsimo servicio de seguridad.
Aunque el flujo de visitantes en Abbey Road puede ser constante, raras veces se traduce en multitudes. Hasta ma?ana, cuando, a las 11.35, centenares de beatlemaniacos se concentren para revivir el momento en el que John, Ringo, Paul y George -por ese orden- cruzaron el paso de cebra. Ese d¨ªa y a esa hora la escena cumplir¨¢ cuatro d¨¦cadas. "Algunos de los que se apuntan al revival ni siquiera hab¨ªan nacido cuando Lennon muri¨®", explica el organizador del evento, Richard Porter, quien lleva m¨¢s de 20 a?os ejerciendo de gu¨ªa de una ruta de aficionados a los Beatles. Abbey Road es s¨®lo uno de los 467 lugares de Londres y alrededores que guarda relaci¨®n con la banda
Aquel 8 de agosto de 1969, los cuatro estaban ultimando los retoques de su nuevo ¨¢lbum y, en un ambiente muy tenso que vaticinaba la inminente disoluci¨®n, la foto de la portada era el menor de los problemas. Fue despachada en los 10 minutos que necesit¨® Ian Macmillan, amigo de Lennon y Yoko Ono, para tomar seis instant¨¢neas encaramado a una escalera. Pasar¨ªa a la historia del pop como una de las im¨¢genes m¨¢s imitadas de todos los tiempos. Por otros m¨²sicos y hasta por personajes de Barrio S¨¦samo.
El p¨²blico tambi¨¦n se encaprich¨® del lugar. Al poco de salir el disco, el personal de EMI empez¨® a detectar c¨®mo los peatones se apropiaban del cruce. Londres es proclive a las placas conmemorativas, pero el Ayuntamiento decidi¨® colocar la correspondiente a una altura inalcanzable porque sus antecesoras fueron robadas sistem¨¢ticamente. La postal de Abbey Road es una de las ense?as del turismo pop, que en el caso de los Beatles se disemina por medio planeta, desde su Liverpool natal hasta la habitaci¨®n 702 del Hilton de Amsterdam, donde John y Yoko pasaron su luna de miel.
En Saint John's Wood, las chapas y relojes que se venden a la puerta del metro son la prueba definitiva de que uno ha pisado por donde pisaron los cuatro gigantes de la m¨²sica. Aunque en el fondo no sea cierto, porque hace ya muchos a?os que el aut¨¦ntico paso de cebra era desplazado unos metros hacia el este.
Uno entre 150.000
- Berger Wolfgang, el hombre de la portada, es un austriaco, de 52 a?os. Desde hace 22, ¨¦l y su mujer peregrinan a Abbey Road. Luce camiseta y reloj con la portada del ¨²ltimo disco de los Beatles. "Nos casamos en 2002, ya desde antes ven¨ªamos". Dice que todos los d¨ªas recuerdan ese pedacito de Londres. Cuando lo visitan, cruzan, se sientan y, un poco m¨¢s all¨¢, dejan un mensaje en los muros del estudio de grabaci¨®n del mismo nombre.
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