La ¨¦tica de la gracia
La cuesti¨®n es tan antigua como el humor: ?se puede uno re¨ªr de todo, incluso de determinados dramas personales o universales? Por ejemplo, de la perversi¨®n m¨¢s sangrante que ha dado el ideario pol¨ªtico-social de la historia contempor¨¢nea: el nazismo y sus consecuencias, el exterminio de jud¨ªos en los campos de concentraci¨®n. Siempre que una obra art¨ªstica nace con tal vocaci¨®n, surge la pol¨¦mica. La (pen)¨²ltima, con la pel¨ªcula alemana (s¨ª, alemana) Mein F¨¹hrer, dirigida por el jud¨ªo (s¨ª, jud¨ªo) Dani Levy, comedia sobre los avatares del dictador durante el ¨²ltimo a?o de la II Guerra Mundial, bautizada con el indicativo subt¨ªtulo Realmente la verdad verdadera sobre Adolf Hitler. Y siempre la misma cantinela: ?puede uno re¨ªrse con estos temas? Sin embargo, quiz¨¢ se olvide la cuesti¨®n m¨¢s importante en estos casos: m¨¢s all¨¢ de apriorismos y disquisiciones ¨¦ticas, ?el producto tiene gracia o no?
MEIN F?HRER
Direcci¨®n: Dani Levy.
Int¨¦rpretes: Ulrich M¨¹he, Helge Schneider, Sylvester Groth, Adriana Altaras, Stefan Kurt.
G¨¦nero: comedia. Alemania, 2007.
Duraci¨®n: 89 minutos.
A partir de la media hora, ninguna de las situaciones parece tener inter¨¦s
"La democracia apesta", clamaba Astolfo Hinkel en El gran dictador (Charles Chaplin, 1940). "Campo de concentraci¨®n Erhardt... Los jud¨ªos hacen el camping y nosotros las concentraciones", se dec¨ªa en Ser o no ser (Ernst Lubitsch, 1942). "Los grandes delincuentes pol¨ªticos deben quedar al descubierto y, preferentemente, expuestos al rid¨ªculo", afirm¨® Bertolt Brecht sobre su obra de 1941 La resistible ascensi¨®n de Arturo Ui, alegor¨ªa sobre la carrera de Hitler, traspasada a la figura de un potentado del negocio de la coliflor. Nadie con dos dedos de frente duda hoy d¨ªa de la oportunidad, del valor, del nivel c¨®mico y de la altura intelectual de las piezas de Chaplin, Lubitsch o Brecht. Como tampoco parece desde?able (aunque en este caso haya voces discordantes) la inmensa capacidad para el clown, para la carcajada h¨²meda de Roberto Benigni en La vida es bella (1998). Por todo ello, obviemos de una vez las ideas preconcebidas sobre la ¨¦tica del humor y vayamos al meollo, al producto en s¨ª.
Mein F¨¹hrer arranca a toda mecha. Visualmente impecable, con una banda sonora que marca a la perfecci¨®n un tono entre lo grandilocuente y lo grotesco, y una afilada voz en off, la pel¨ªcula promete con sus aspiraciones de representaci¨®n del mal como un fantoche necesitado de cari?o, como un caprichoso ni?o grande acomplejado por las palizas de su padre. Expuestas las cartas, sin embargo, Levy las juega con una lamentable falta de talento. A partir de la media hora de metraje, ninguna de las situaciones parece tener inter¨¦s, ninguno de los di¨¢logos tiene altura c¨®mica o trascendencia te¨®rica. El perpetuo brazo en alto de Himmler por culpa de una pr¨®tesis (sacado de Tel¨¦fono rojo: ?volamos hacia Mosc¨²?) y la culminaci¨®n de la historia con un "?Heil, yo mismo!", copiado de Ser o no ser, s¨®lo confirman su incapacidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.