Premiar a los malos actores
Los estadounidenses est¨¢n enfadados con Wall Street, y con raz¨®n. Primero, el sector financiero nos hundi¨® en una crisis econ¨®mica, y luego fue rescatado a costa del contribuyente. Y ahora, con la econom¨ªa todav¨ªa profundamente deprimida, el sector est¨¢ pag¨¢ndose a s¨ª mismo primas gigantescas. Si no est¨¢n furiosos, es que no han estado prestando atenci¨®n.
Pero aplastar la econom¨ªa y desplumar al contribuyente no son los ¨²nicos pecados de Wall Street. Incluso antes de la crisis y las ayudas de emergencia, muchos tiburones del sector financiero amasaron fortunas mediante actividades que eran in¨²tiles, si no destructivas, desde un punto de vista social.
Y siguen erre que erre. F¨ªjense en dos noticias recientes. Una tiene que ver con el aumento de las operaciones de alta velocidad: algunas instituciones, Goldman Sachs incluida, han estado usando ordenadores superr¨¢pidos para adelantarse a otros inversores, comprando o vendiendo acciones una fracci¨®n de segundo antes de que nadie pueda reaccionar. Las ganancias derivadas de las operaciones de alta velocidad son una de las razones por las que Goldman est¨¢ obteniendo beneficios r¨¦cord y probablemente pague primas tambi¨¦n r¨¦cord.
Somos una sociedad que recompensa generosamente a quienes nos hacen m¨¢s pobres
En un frente al parecer distinto, el New York Times del domingo pasado informaba sobre el caso de Andrew J. Hall, que dirige una rama de Citigroup que especula con petr¨®leo y otras mercanc¨ªas. Su secci¨®n ha ganado mucho dinero ¨²ltimamente, y de acuerdo con su contrato, a Hall le deben 100 millones de d¨®lares.
?Qu¨¦ tienen en com¨²n estas historias? La respuesta pol¨ªticamente relevante, al menos por ahora, es que en ambos casos vemos enormes bonificaciones por parte de empresas que han sido las principales receptoras de las ayudas federales. Citi ha recibido alrededor de 45.000 millones de d¨®lares de los contribuyentes; Goldman ha reembolsado los 10.000 millones que recibi¨® en ayuda directa, pero se ha beneficiado enormemente tanto de los avales federales como de los rescates de otras instituciones financieras. ?Qu¨¦ se supone que tienen que pensar los contribuyentes cuando estos casos de beneficencia tienen n¨®minas de nueve d¨ªgitos?
Pero supongamos que admitimos que tanto Goldman como el se?or Hall son muy buenos en lo suyo y que es posible que hubieran obtenido beneficios enormes incluso sin toda esa ayuda. A¨²n as¨ª, lo que hacen es malo para Estados Unidos.
Pero dejemos las cosas claras: la especulaci¨®n financiera puede tener un prop¨®sito ¨²til. Por ejemplo, es bueno que los mercados de futuros ofrezcan un incentivo para almacenar combustible para la calefacci¨®n antes de que empiece a hacer fr¨ªo o para acumular gasolina antes de la temporada de verano cuando todo el mundo saca el coche.
Pero la especulaci¨®n basada en informaci¨®n que no est¨¢ al alcance de la poblaci¨®n en general es un asunto muy distinto. Como demostr¨® en 1971 el economista de la Universidad de California en Los ?ngeles Jack Hirshleifer, esa clase de especulaci¨®n suele combinar "rentabilidad privada" con "inutilidad social".
Es dif¨ªcil imaginar un ejemplo mejor que las operaciones de alta velocidad. Se supone que el mercado de valores encauza el capital hacia sus usos m¨¢s productivos, como por ejemplo ayudar a empresas con buenas ideas a recaudar dinero. Pero resulta dif¨ªcil ver de qu¨¦ manera los agentes que colocan sus ¨®rdenes una treintava parte de segundo antes de que los dem¨¢s hacen algo por mejorar esa funci¨®n social.
?Y qu¨¦ hay de Hall? La informaci¨®n del Times da a entender que gana dinero b¨¢sicamente siendo m¨¢s listo que otros inversores, en lugar de dirigiendo los recursos donde se necesitan. Una vez m¨¢s, es dif¨ªcil encontrarle alguna utilidad social a lo que hace.
Y hay buenas razones para afirmar que dichas actividades son de hecho perjudiciales. Por ejemplo, las operaciones de alta velocidad probablemente degradan la funci¨®n del mercado, porque es una especie de carga para los inversores que no tienen accesos a ordenadores superr¨¢pidos, lo cual quiere decir que el dinero que Goldman gasta en esos ordenadores tiene un efecto negativo para la riqueza nacional. Como dijo en 1973 el gran economista de Stanford Kenneth Arrow, la especulaci¨®n basada en informaci¨®n privada impone una "p¨¦rdida social doble": consume recursos y debilita los mercados.
Ahora bien, a lo mejor se sienten ustedes tentados a desestimar la especulaci¨®n destructiva por considerarla una cuesti¨®n sin importancia (y hace 30 a?os habr¨ªan tenido raz¨®n). Pero desde aquel entonces, las altas finanzas -operaciones con valores y mercanc¨ªas, en comparaci¨®n con la banca normal y corriente- se han convertido en una parte much¨ªsimo m¨¢s importante de nuestra econom¨ªa, y su proporci¨®n del PIB se ha multiplicado por seis. Y los sueldos por las nubes en el sector financiero han desempe?ado un importante papel en el dr¨¢stico aumento de la desigualdad de ingresos.
?Qu¨¦ debemos hacer? La semana pasada la C¨¢mara de Representantes aprob¨® un proyecto de ley que establece las normas para los convenios salariales de una amplia variedad de instituciones financieras. ?se ser¨ªa un paso en la direcci¨®n correcta, pero lo cierto es que deber¨ªa ir acompa?ado de una normativa mucho m¨¢s amplia sobre las pr¨¢cticas financieras y, dir¨ªa yo, por unos tipos impositivos m¨¢s altos para las rentas de gran tama?o.
Por desgracia, la medida de la C¨¢mara tropieza con la oposici¨®n de la Administraci¨®n de Obama, que todav¨ªa parece regirse por el principio de que lo que es bueno para Wall Street es bueno para Estados Unidos. Ni el Gobierno ni nuestro sistema pol¨ªtico en general parecen dispuestos a enfrentarse al hecho de que nos hemos convertido en una sociedad en la que el dinero con may¨²sculas va a parar a los actores malos, una sociedad que recompensa generosamente a quienes nos hacen m¨¢s pobres.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa de Princeton y premio Nobel de Econom¨ªa 2008. ? 2009 New York Times News Service. Traducci¨®n de News Clips.
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