Sue?o y pesadilla de 1969
La promesa de paz, amor y m¨²sica de Woodstock se trunc¨® por los tr¨¢gicos sucesos del festival de Altamont. Se cumplen 40 a?os del breve apogeo del ideal 'hippy'
Con cada aniversario redondo, Woodstock vuelve a ser celebrado y la marca se reactiva comercialmente, amenazando con una nueva edici¨®n del festival. En 2009, aparte de varios libros, se publica la mayor colecci¨®n de sonidos -canciones, avisos, presentaciones, ?la tormenta!- del evento: una caja con seis discos titulada Woodstock 40 years on: back to Yasgur's farm (Warner).
Ese fin de semana (del 15 al 18) de agosto de 1969 ha quedado inmortalizado como modelo de convivencia: m¨¢s de 400.000 personas se juntaron en las monta?as de Nueva York, desbordando a los organizadores de la Feria de M¨²sica y Arte de Woodstock. No pudieron controlar las entradas o vigilar las vallas; a su pesar, Woodstock fue gratuito.
La contracultura no aceptaba que en sus filas pudieran anidar serpientes
No era el primer festival de rock pero nadie ten¨ªa la experiencia necesaria para enfrentarse a semejante aglomeraci¨®n. Woodstock se desarroll¨® gracias a esa capacidad estadounidense para improvisar: si resultaba imposible desplazar a los m¨²sicos por las saturadas carreteras, se alquilaban helic¨®pteros -a veces, los mismos Hueys que combat¨ªan en Vietnam- que tambi¨¦n evacuaban casos graves. Las cocinas de la comuna Hog Farm lograron milagros, pero aquello se hubiera colapsado sin las raciones de emergencia preparadas por monjas o damas jud¨ªas de la zona; hasta los hoteles donaron alimentos.
Y eso que las primeras cr¨®nicas enfatizaban el peligro de epidemias, hambre, malos viajes. The New York Times incluso editorializ¨® sobre lo que consideraba un desastre sin paliativos. S¨®lo tras el retorno de los asistentes se impuso una visi¨®n positiva, que destacaba la riqueza musical, la convivencia pac¨ªfica, el candor de los chicos que se ba?aban desnudos. Tambi¨¦n resultaba tranquilizador el triunfo del hedonismo sobre el impulso revolucionario, ejemplarizado por el empuj¨®n de Pete Townshend a Abbie Hoffman, cuando el agitador yippie se atrevi¨® a invadir el escenario de The Who para arengar a la tropa.
Poderosos intereses necesitaban retratar un Woodstock risue?o. Urg¨ªa borrar los n¨²meros rojos con el lanzamiento de los discos, con el estreno de la pel¨ªcula. Sin embargo, la propia contracultura deseaba propagar la idea de que medio mill¨®n de j¨®venes se pod¨ªan reunir para escuchar m¨²sica y divertirse, conviviendo armoniosamente bajo las reglas de la era de Acuario.
Un mito tan atractivo que embauc¨® a c¨ªnicos del calibre de los Rolling Stones. En noviembre, los brit¨¢nicos reaparec¨ªan en Estados Unidos, estableciendo el prototipo de gira estelar: desplazamientos en avi¨®n propio, grandes recintos, m¨¢ximos beneficios. Jagger y compa?¨ªa quisieron despedirse con un concierto gratuito, un Woodstock Oeste que adem¨¢s servir¨ªa como cl¨ªmax del documental de la gira que estaban rodando los hermanos Maysles.
Terminaron en un circuito de carreras cerca de San Francisco. Lo ocurrido all¨ª el 6 de diciembre garantiza que Altamont sea hoy sin¨®nimo de caos y violencia. Fue una org¨ªa de malas vibraciones, agravada por una organizaci¨®n descerebrada. Los ?ngeles del Infierno, incre¨ªblemente contratados como seguridad, vapulearon a m¨²sicos y espectadores; harto de agresiones, un chico negro llamado Meredith Hunter esgrimi¨® una pistola y muri¨® acuchillado.
En honor a la verdad, tampoco Woodstock fue exclusivamente "paz y amor": nadie habla de los muertos. All¨ª se toleraron actos de vandalismo -el incendio de los puestos de comida- con excusas pol¨ªticas. De hecho, hubo momentos de p¨¢nico: tras la lluvia, quedaron al descubierto cables el¨¦ctricos, haciendo muy real la posibilidad de una electrocuci¨®n en masa.
Da lo mismo: Woodstock fue glorificado por la misma necesidad de eventos significativos que anatematiz¨® a Altamont. Adem¨¢s, era f¨¢cil se?alar con el dedo: los Stones cargaron con las culpas. ?No eran m¨²sicos que se defin¨ªan como "Sus Sat¨¢nicas Majestades"? Pura fachada: estaban tan despistados que aceptaron la sugerencia de llamar a los Los ?ngeles del Infierno californianos, crey¨¦ndoles simples moteros rebeldes, como los que les arroparon meses atr¨¢s en el Hyde Park londinense. Cuando llovieron los juicios, las querellas y las recriminaciones, hasta los ?ngeles se sintieron utilizados y prometieron venganza: durante a?os, Jagger temi¨® que hubieran encargado su eliminaci¨®n.
Sin minimizar las responsabilidades del grupo, hoy parece que Altamont fue un grave error generacional. La aristocracia del rock de San Francisco decidi¨® que, si la ciudad hab¨ªa sido el jard¨ªn del movimiento hippy en 1967, se sent¨ªa capaz de improvisar una versi¨®n californiana de Woodstock. Pero el Altamont Speedway no se parec¨ªa en nada a la ed¨¦nica granja de Max Yagur. Y el p¨²blico de la Costa Oeste era m¨¢s resabiado, melenudo y esc¨¦ptico que la multitud boquiabierta de Woodstock.
Parad¨®jicamente, Jagger y compa?¨ªa hab¨ªan intuido el avinagramiento de la utop¨ªa hippy con Gimme shelter, que inevitablemente servir¨ªa para bautizar la pel¨ªcula de los hermanos Maysles (ahora relanzada en DVD, con material extra). Tras Altamont, la inocencia del verano del amor resultaba un recuerdo embarazoso. Hasta diciembre de 1969, la contracultura no aceptaba que entre sus filas pudieran anidar las serpientes.
Fue ese mes cuando se difundi¨® que la familia encabezada por Charles Manson era responsable de la masacre en la casa de Roman Polanski y otros asesinatos que aterrorizaron a los habitantes de Los ?ngeles. Cost¨® aceptarlo: los reporteros enviados por Rolling Stone a cubrir el caso iban convencidos de que aquello era un montaje, destinado a enfangar la reputaci¨®n del movimiento hippy.
Manson ten¨ªa un amplio historial carcelario, aunque se hab¨ªa reinventado como gur¨² y aspiraba a difundir sus ense?anzas mediante canciones. Le garantizaban tipos respetables: hasta Neil Young habl¨® de Manson a su discogr¨¢fica, Reprise. Su comendaci¨®n: "Charlie es bueno en lo suyo, s¨®lo que un tipo un poco descontrolado".

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