El gran 'sprint' de "un caballo lento"
El martes se cumplieron 25 a?os del bronce de Jos¨¦ Manuel Abascal en los 1.500 metros de Los ?ngeles 1984, la primera medalla ol¨ªmpica espa?ola en pista y la que rompi¨® complejos
Jos¨¦ Manuel Abascal (Alceda, Cantabria; 1958) conserva un aire de medida elegancia, el mismo con el que transit¨® por los tartanes en los a?os ochenta del siglo pasado. Anda atareado con su trabajo en la escuela de atletismo de Bezana, pero tiene tiempo para una rica conversaci¨®n en su casa de Soto de la Marina, en el entorno costero de Santander. El nombre de la misma ya deja claro de qu¨¦ va la charla: Los ?ngeles 84. El pasado martes se cumplieron 25 a?os del bronce que logr¨® en los 1.500 metros, la primera medalla ol¨ªmpica en pista del atletismo espa?ol, que desde entonces tiene al milqui en su imaginario.
El metal de Abascal, "con el que no se contaba", dice, abri¨® camino y dio esperanzas a los que le sucedieron: Cacho, Viciosa, Est¨¦vez, D¨ªaz, Redolat, Higuero, Casado... Dej¨® como herencia una nueva mentalidad: "El medio fondo espa?ol perdi¨® ese d¨ªa los complejos, los que a¨²n resisten en la velocidad. Los dem¨¢s atletas se convencieron de que pod¨ªan conseguir lo mismo", explica el veterano entrenador Manuel Pascua.
Mir¨® a los poderosos Coe, Cram y Owett y se dijo: "Tienen dos piernas, como yo"
Abascal hab¨ªa lanzado dos advertencias antes de aterrizar en Los ?ngeles. Fue tercero en los Europeos de Atenas 1982 y quinto en los Mundiales de Helsinki 1983. Pero antes de los Juegos aparecieron algunas dudas. Las marcas no llegaban. Tras pasar seis semanas entren¨¢ndose en los Picos de Europa, "rodeado de vacas y caballos", se plant¨® en la final ol¨ªmpica con contundencia: venci¨® en las dos eliminatorias.
Con el boicoteo del bloque comunista, salvo Rumania, eran los Juegos de la exuberancia deportiva y cultural de Estados Unidos: "El 1.500 era el ¨²ltimo d¨ªa. Mis compa?eros llevaban d¨ªas de turismo por Long Beach, Hollywood... Y yo, mientras tanto, en la Villa con mi arroz y mi lechuga".
Las siete de la tarde de un s¨¢bado, madrugada en Espa?a. Abascal templa los nervios en el Memorial Coliseum con 100.000 espectadores en las gradas. En la final hay otro espa?ol, Andr¨¦s Vera. Abascal mira con respeto, pero sin temor, al poderoso imperio brit¨¢nico: Sebastian Coe, Steve Cram y Steve Ovett. "Tienen dos piernas, como yo", se dice a s¨ª mismo. "Era un atleta de gasoil, pero tambi¨¦n un inconformista", recuerda Luis Miguel Landa, responsable de fondo de la federaci¨®n espa?ola. Pascua le refresca la clave: "Abas, eres lo ¨²ltimo que nos queda. Si quieres hacer algo, debes correr los ¨²ltimos 500 m¨¢s r¨¢pidos de tu vida". Pascua, que entonces colaboraba con el entrenador del c¨¢ntabro, el fallecido Gregorio Rojo, le convenci¨® despu¨¦s de Mosc¨² 1980 de que deb¨ªa atacar antes que los dem¨¢s "porque era un caballo lento que no pod¨ªa esperar a la ¨²ltima recta".
En la final, adem¨¢s de los tres brit¨¢nicos, est¨¢n los locales Scott y Spivey y el keniano Chesire. Falta el marroqu¨ª Aouita, que gana los 5.000 metros. S¨®lo hay dos africanos entre los 12 corredores. "El nivel europeo era alt¨ªsimo entonces. Luego, ?frica despert¨®", dice Abascal. Pronto toma la cabeza un apresurado Scott: "Me vino bien. Quer¨ªa una carrera dura y ¨¦l tir¨® con fuerza". Abascal se encaja entre los brit¨¢nicos y Chesire, siempre cerca de donde se cuece todo. Hasta que, a falta de 600 metros, Scott decae y Abascal ataca. Toma el mando, pero Coe y Cram se lanzan a por ¨¦l. Coe, ahora uno de los arquitectos de Londres 2012, repite el t¨ªtulo de Mosc¨². "Llevan un ritmo tan alto que s¨®lo pienso en que me hagan de liebre para resistir a Chesire". ?ste se retuerce para alcanzarle, pero no puede. Abascal celebra, brazos en alto, su tercer puesto.
Era la recompensa a once a?os de esfuerzo de aquel chaval espigado al que su padre, ganadero, le dio un d¨ªa 5.000 pesetas para que fuese tirando mientras se entrenaba en la Residencia Blume de Barcelona. "Trabajaba como camarero y en los muelles, descargando barcos, para completar la beca", recuerda. Su gesta y sus duelos con Jos¨¦ Luis Gonz¨¢lez iniciaron la gran aventura.
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Los j¨®venes ya no quieren sufrir
Tras cruzar la meta, Abascal no fue plenamente consciente de lo que hab¨ªa conseguido: "En el podio, Coe y Cram me dijeron que les hab¨ªa hecho sufrir mucho. Pens¨¦ que una medalla estaba muy bien, pero no cre¨ªa que iba a ser para tanto". Telegramas inmediatos del Rey, de Felipe Gonz¨¢lez... Y una cohorte de periodistas a su vuelta a Espa?a para escudri?ar todos los rincones de su vida. "Al a?o siguiente me hicieron muchos homenajes. Me descuid¨¦ y lo pagu¨¦ caro. Creo que a partir de entonces el atletismo se populariz¨® porque se organizaron muchas m¨¢s reuniones y pruebas para que compiti¨¦ramos juntos Gonz¨¢lez y yo; Sala y Moracho; Corgos, Trabado y toda esa generaci¨®n de finales de los cincuenta", explica.
Abascal defiende la labor de los actuales mediofondistas, pero cree que ha habido un retroceso: "Hacen marcas muy parecidas a las nuestras de hace 30 a?os. Espa?a ha ganado en calidad de vida, pero ha perdido en sacrificio". Algo parecido a lo que expresa Pascua. "El nivel seguir¨¢ bajando porque cada vez hay m¨¢s comodidades a nuestro alrededor. Es dif¨ªcil encontrar j¨®venes dispuestos a sufrir". "?A qui¨¦n le vendes hoy en Europa esa filosof¨ªa de trabajo? Tampoco los africanos hacen las marcas de hace una d¨¦cada", reflexiona Landa. Abascal coloca sus ilusiones en su hijo Samuel, de 13 a?os y con un futuro prometedor en las carreras. "Creo que todo debe volver a los colegios, a la educaci¨®n. Ah¨ª es donde hay que recuperar el esp¨ªritu del sacrificio", concluye.
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