La guerra moderna debilita las Convenciones de Ginebra
Las normas de protecci¨®n de civiles han quedado obsoletas
Hasta la Segunda Guerra Mundial los ej¨¦rcitos sol¨ªan citarse en un campo de batalla para acribillarse a balazos. Desde entonces las guerras han trasladado su escenario a las ciudades y han estallado sin avisar, matando cada vez a m¨¢s civiles. Por eso la celebraci¨®n esta semana del 60? aniversario de las Convenciones de Ginebra ha reabierto el debate sobre si las normas que intentan contener la sangr¨ªa, ideadas para la guerra convencional entre Estados y no para los conflictos internos, se han quedado obsoletas.
Los conflictos armados han evolucionado m¨¢s r¨¢pidamente que estos cuatro tratados, que versan sobre el trato debido a prisioneros de guerra, heridos y no combatientes. En 1977 se a?adieron dos protocolos, pero a¨²n as¨ª han aparecido nuevos protagonistas como las compa?¨ªas de seguridad privada, cuya regulaci¨®n ha quedado desfasada, y sobre todo, la cooperaci¨®n de la poblaci¨®n con los rebeldes ha difuminado la cl¨¢sica distinci¨®n entre combatientes y civiles. Las convenciones no aclaran cu¨¢ndo un civil toma parte directa en las hostilidades. "?Es leg¨ªtimo disparar a la poblaci¨®n que provee de comida al enemigo? No deber¨ªa serlo, pero los tratados no lo especifican", reconoce Knut Dormann, jurista del Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja, la organizaci¨®n que custodia su cumplimiento.
Los juristas piden su actualizaci¨®n con ocasi¨®n del 60? aniversario
En los pa¨ªses azotados por la violencia la relevancia de las convenciones es relativa. La mayor¨ªa de la poblaci¨®n no sabe de su existencia y, del 42% que s¨ª las conoce, poco m¨¢s de la mitad (56%) cree que sean efectivas, seg¨²n una encuesta conocida este mes. Los defensores de estas normas replican que el paso del tiempo las ha hecho m¨¢s imprescindibles. En la I Guerra Mundial, el 90% de las v¨ªctimas eran soldados y el resto civiles, en la II Guerra Mundial esa proporci¨®n vari¨® al 50%-50%, y en la actualidad se estima que las cifras se han invertido y de cada 100 muertos, 90 son no combatientes.
?Har¨ªa falta por tanto un nuevo tratado? No est¨¢ tan claro. Los juristas piden un cambio, pero advierten del peligro de enmendar un texto bastante garantista. "Renegociar acuerdos universales puede conducir a una regresi¨®n", opina Daniel Nord, experto en derecho internacional humanitario del centro sueco Sipri, "hay otras v¨ªas por las que se han puesto al d¨ªa, como la interpretaci¨®n que hacen los jueces caso por caso".
Tiene raz¨®n. Hoy las convenciones ya no son seguidas al pie de la letra, pero esa flexibilidad ha conllevado p¨¦rdidas. Como ha pasado con los derechos reconocidos a los prisioneros de guerra, que incluyen el derecho a una cantina para comprar comida y tabaco, un salario mensual, la posibilidad de consultar las cuentas bancarias personales o el acceso a instrumentos musicales y equipamiento deportivo. "Las Convenciones de Ginebra son mucho m¨¢s que eso", recuerda Dormann. Lo de menos es que Estados Unidos no dejara tocar la guitarra a los presos de Guant¨¢namo. "Las Convenciones contienen disposiciones mucho m¨¢s importantes y con pleno reconocimiento como la prohibici¨®n de la tortura, el asesinato, las violaciones o la toma de rehenes", a?ade. Su papel de complemento a los trabajos de la Corte Penal Internacional es fundamental.
Pero m¨¢s all¨¢ de estas adaptaciones, el riesgo de involuci¨®n al que se refieren Nord, Dormann y otros especialistas proviene de la proliferaci¨®n de enemigos de las convenciones. Destacados miembros de la Administraci¨®n de George W. Bush y el ex ministro de Defensa brit¨¢nico John Reid las criticaron sin ofrecer alternativas. El debate de fondo refleja las tensiones a las que se enfrentado hist¨®ricamente el derecho de la guerra, entre humanitaristas, partidarios de limitar la acci¨®n armada en nombre de los derechos humanos, y clausewitzianos, que priorizan los objetivos militares y la necesidad de poner fin lo antes posible a las hostilidades.
"La guerra contra el terrorismo de Bush ha sido desastrosa para el derecho internacional humanitario y ha dado alas a quienes quieren ponerle el menor n¨²mero de cortapisas a la opci¨®n b¨¦lica", valora Jos¨¦ Antonio Sanahuja, profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Un ejemplo que Sanahuja cita como efecto de esta regresi¨®n fue el rescate de Ingrid Betancourt. Entonces, el Ej¨¦rcito de Colombia us¨® un indicativo de la Cruz Roja, que, seg¨²n los tratados, indica neutralidad. "Las consecuencias pueden ser nefastas si las FARC dejan de confiar en este emblema. Lo que hizo el Ej¨¦rcito colombiano es un crimen de guerra".
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