"Nos est¨¢bamos volviendo locos"
Sim¨®n El¨ªas, uno de los rescatadores, cuenta el frustrado salvamento de ?scar P¨¦rez
Minutos antes de embarcar en el avi¨®n, Dani Ascaso mir¨® a sus cuatro compa?eros y cuestion¨® en voz alta: "?Sabemos ad¨®nde vamos?". Por supuesto, se trataba de una pregunta ret¨®rica, de respuesta silenciosa. Los cinco gu¨ªas espa?oles intu¨ªan las gigantescas implicaciones de su labor de rescate, pero, a la hora de la verdad, se quedaron cortos. "Ahora que todo ha pasado, o casi, soy consciente de haber vivido una aventura humana acojonante", se emociona Sim¨®n El¨ªas desde la localidad de Skardu, donde ayuda a Sebasti¨¢n ?lvaro, coordinador del rescate frustrado del alpinista ?scar P¨¦rez, en una tarea tan desquiciante como necesaria. A cuatro d¨ªas de marcha se encuentra el campo base del Latok II, desierto, sin huella de un equipo de 20 personas que regresa a pie a la civilizaci¨®n para no tener que soportar ni un d¨ªa m¨¢s las gestiones con el Ej¨¦rcito paquistan¨ª para volar en helic¨®ptero. "No puedo hablar en nombre de Jordi Corominas, Jordi Tosas, Dani Ascaso y Jonathan Larra?aga, pero estoy seguro de que manifestar¨ªan algo similar a lo que yo opino: de todo este tremendo cap¨ªtulo que estamos viviendo s¨®lo se puede rescatar el valor de la palabra solidaridad. Como dice Sebas: 'La solidaridad nos hace ser seres humanos'. Creo que el trabajo y la implicaci¨®n no s¨®lo de nosotros cinco, sino tambi¨¦n de los tres gu¨ªas norteamericanos, de la docena de porteadores, de ?lvaro, que ha dado una lecci¨®n de motivaci¨®n y desprendimiento; del Club Pe?a Guara, de los periodistas, de los lectores y de la familia de ?scar, ha sido enorme, bella", se sincera El¨ªas.
"Nuestra motivaci¨®n era tal que nos habr¨ªamos tirado desde un helic¨®ptero"
"No hab¨ªa nada que hacer. Habr¨ªa sido un milagro sacar a ?scar de la pared"
Claro, s¨®lo ha podido articular un discurso as¨ª tras dormir por vez primera en ocho d¨ªas en una cama, ahora que ha le¨ªdo mensajes de su padre que jam¨¢s habr¨ªa pensado leer y que le han devuelto a la realidad. Porque en el rescate fallido de ?scar se han dado dos realidades paralelas: la oficial y la que han padecido en sus carnes los implicados. La experiencia a los pies del Latok II ha conocido niveles de intensidad tan elevados, que en algunos momentos una cat¨¢strofe mayor lleg¨® a planear sobre el grupo, justo lo que Pe?a Guara m¨¢s tem¨ªa. Hasta que se puso en disposici¨®n de calzarse los crampones, el paso del tiempo fue una tortura psicol¨®gica que afect¨® en mayor medida a ?lvaro Novell¨®n y Ascaso, amigos ¨ªntimos del herido. "Pero, lejos de presionarnos, s¨®lo se presionaban ellos mismos oblig¨¢ndose a dar m¨¢s, haci¨¦ndose da?o. Verles era muy duro, pero tan comprensible...", razona El¨ªas.
?lvaro, con sus manos congeladas, incapaz de lidiar con los cordones de sus botas, chupado por semanas de esfuerzo y tensi¨®n, pero escalando. Ascaso, con su chasis de liebre y la voluntad de un toro porteando todo el peso del mundo, regresando como un cad¨¢ver, asimilando a cada paso que el tiempo se escurr¨ªa de sus manos.
El grupo siempre tuvo la sensaci¨®n de alcanzar el and¨¦n justo a tiempo de ver alejarse su tren. Para subirse al vag¨®n de cola han corrido de estaci¨®n en estaci¨®n viendo que el tren segu¨ªa su recorrido sin hacerles un sitio. Todav¨ªa ayer, ?lvaro lamentaba no haber dado con un piloto que intentase al menos depositar a varios alpinistas en el collado, a 5.800 metros. "Habr¨ªamos ganado cuatro d¨ªas", se desesperaba. El tiempo que se agotaba para ?scar, el tiempo del que no dispon¨ªan los rescatadores para aclimatarse a la altura, el tiempo que apremia y que obliga a tomar decisiones tremendas en minutos. "Cuando dej¨¦ atr¨¢s el campo base, lo dej¨¦ en una situaci¨®n muy compleja: sin equipo humano suficiente, sin apenas comida, sin fuerzas ni esperanza. Lo preocupante era que, sin nada, segu¨ªamos escalando, negando la evidencia, evitando la renuncia, y eso me asust¨®. Nos est¨¢bamos volviendo locos. Nuestra motivaci¨®n era tal que nos habr¨ªamos tirado desde un helic¨®ptero de haber cre¨ªdo que as¨ª ayud¨¢bamos m¨¢s. Y as¨ª llegamos a un punto muy peligroso en el que las ganas y la vehemencia de unos y la prudencia de otros casi nos pone al borde de un conflicto", explica El¨ªas. Finalmente, la extrema fatiga y, sobre todo, el mazazo de la llegada del mal tiempo enderez¨® una situaci¨®n dram¨¢tica. "Realmente, no hab¨ªa nada que hacer porque sab¨ªamos que en las mejores condiciones posibles ser¨ªa un milagro sacar a ?scar de la pared. En estas circunstancias, agradezco haber apostado por la prudencia y la seguridad", confiesa.
?Qu¨¦ se siente al tomar la decisi¨®n de abandonar? El¨ªas no lo duda. Lorenzo Ortas, responsable del rescate en Huesca, tampoco: alivio, la seguridad de haber hecho todo lo que cab¨ªa en sus voluntades. "El esfuerzo ha vencido la idea de la muerte", reflexiona El¨ªas.
Todos cre¨ªmos que la suma de voluntades transportar¨ªa a ?scar desde su repisa hasta un lugar menos fr¨ªo. Todos cre¨ªmos que lo har¨ªan posible.
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