El pl¨¢tano de Pestano

Antes de introducirse por primera vez en la jaula, el c¨ªrculo de cemento cuya sola presencia hace aumentar los latidos del coraz¨®n y desata una cadena de reacciones qu¨ªmicas incontrolables de todos los lanzadores, Mario Pestano, a quien le gusta fingirse imperturbable, se ajustaba la faja, estiraba, saltaba de ac¨¢ para all¨¢, repasaba los movimientos b¨¢sicos del disc¨®bolo como el alumno que, nervioso a la puerta del aula del examen, mira y remira los apuntes que tan bien se sabe, de memoria, por ¨²ltima vez. Luego, cogi¨® el disco, hizo sus giros, tenso, encogi¨® el brazo, salt¨® en el aire, lanz¨® como pudo el disco que en vez de planeante sali¨® ondulante, la ¨®rbita de un pl¨¢tano, quiz¨¢s, y se qued¨® mirando: 62,76 metros. No lanzaba menos en un concurso oficial desde el 10 de mayo, en Fuenlabrada, en que se qued¨® en 60 metros. Despu¨¦s no baj¨® nunca de 63 metros. Hasta ayer. Por no ir m¨¢s lejos, el disc¨®bolo -que a?o tras a?o busca redimirse en una competici¨®n de la frustraci¨®n de la anterior-, lanz¨® 65,03 metros como quien no quiere la cosa, y a la primera, el d¨ªa anterior. Eso hizo aumentar las expectativas para la final.

"No tengo ni la fuerza de un pl¨¢tano", dijo el lanzador de Tenerife, con un fruto canario en la mano, despu¨¦s de abandonar la final antes de tiempo, d¨¦cimo, un a?o m¨¢s sin pasar a la mejora. Lo que no le pareci¨® tan mal. "En la tierra hay cinco o seis mil millones de habitantes, y yo soy el d¨¦cimo lanzando el disco", a?adi¨® un atleta de 31 a?os que hace uno lanz¨® 69,50 metros antes de llegar a Pek¨ªn. "Cuando un ni?o aprende a andar se cae y se levanta dos o tres mil veces. Yo llevo unas cuantas, pero no tantas".

M¨¢s r¨¢pido aprendi¨®, no a andar, sino a correr, un competidor verdadero, el alem¨¢n Robert Harting, de 24 a?os. Empujado por su p¨²blico consigui¨® el oro con un lanzamiento final de 69,43 metros (su mejor marca, lograda en el sexto lanzamiento de una final mundial), que super¨® los 69,15 metros del polaco Malachovsky.