Afganist¨¢n vota
La violencia, los acuerdos oportunistas y la situaci¨®n de las mujeres ensombrecen la jornada
Las elecciones que se celebran hoy en Afganist¨¢n constituyen, al menos en la teor¨ªa, una de las principales bazas para la estabilizaci¨®n del pa¨ªs con las que contaba la comunidad internacional y, en particular, Estados Unidos y la OTAN. Las urnas deb¨ªan servir no s¨®lo para designar al presidente entre los cuatro candidatos que concurren, sino tambi¨¦n para corregir una fragmentaci¨®n pol¨ªtica end¨¦mica en Afganist¨¢n y acentuada tras la respuesta norteamericana a los atentados del 11 de septiembre, que propici¨® la ca¨ªda del r¨¦gimen talib¨¢n. Pero la realidad parece haber ido matizando las esperanzas, al menos en el curso de la campa?a.
La violencia terrorista se ha recrudecido en la capital, Kabul, y otras ciudades con el evidente prop¨®sito de que los afganos desistan de acercarse a los colegios electorales. Y aunque no es posible descartar que esta estrategia tenga un efecto limitado sobre la participaci¨®n, como ya ocurri¨® en las elecciones de 2004, lo cierto es que pone de manifiesto la precariedad del r¨¦gimen afgano y su dependencia de la presencia de tropas extranjeras. Las diferencias pol¨ªticas entre los candidatos presidenciales ceden en importancia frente a las que, por lo que respecta al futuro del pa¨ªs, les separa de los talibanes y del calidoscopio de se?ores de la guerra, que cambian de alianzas en funci¨®n del mejor postor y que consideran las elecciones como un tr¨¢mite irrelevante.
Pero los riesgos para la viabilidad del incipiente sistema democr¨¢tico en Afganist¨¢n no s¨®lo proceden de las fuerzas que han optado por la violencia y el terrorismo; algunos tambi¨¦n derivan de las iniciativas que los candidatos han adoptado para asegurarse el apoyo de las comunidades m¨¢s numerosas. El presidente en funciones, Hamid Karzai, no ha tenido reparos en alcanzar un acuerdo con Abdul Rachid Dostum, un sanguinario se?or de la guerra hasta ahora exiliado en Turqu¨ªa, en busca del voto de los uzbekos. Obama orden¨® recientemente abrir una investigaci¨®n sobre una matanza de presos talibanes de la que las milicias de Dostum podr¨ªan ser directamente responsables, aunque con un indeterminado grado de conocimiento o connivencia por parte del ex vicepresidente norteamericano Dick Cheney. Karzai ha promulgado, adem¨¢s, una ley permitiendo que los maridos priven de alimentos a sus mujeres si se niegan a darles satisfacci¨®n sexual. Con ello, espera atraerse el voto de la comunidad hazara, un 9% de la poblaci¨®n total.
M¨¢s all¨¢ de los problemas en el terreno militar, la comunidad internacional debilita su posici¨®n y compromete la evoluci¨®n pol¨ªtica de Afganist¨¢n si transige con maniobras como las de Karzai. Ya la vigente Constituci¨®n afgana contiene concesiones en el estatuto legal de las mujeres que no se hubieran aceptado si se hubieran aprobado de manera aut¨®noma en cualquier otro pa¨ªs. Pero si se aspira a que Afganist¨¢n avance hacia la democracia, no todo deber¨ªa valer para alcanzar acuerdos y, menos a¨²n, para ganar elecciones.
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