"El experimento 'N¨²?ez Feij¨®o'
Debemos revisar totalmente la visi¨®n que ten¨ªamos de Alberto N¨²?ez Feij¨®o como pol¨ªtico, pues al haberlo visto anteriormente como vicepresidente de la Xunta con Fraga lo imaginamos pragm¨¢tico y con ambici¨®n personal pero sin proyecto pol¨ªtico propio. As¨ª supusimos que algunas banderas que sacudi¨® en la pasada campa?a eran exigencias que le hab¨ªa impuesto la caverna madrile?a, como la desprotecci¨®n de la lengua gallega o la supresi¨®n del concurso e¨®lico (decisiones pol¨ªticas ambas que han resultado desestabilizadoras). Pero no, N¨²?ez Feij¨®o es un pol¨ªtico con personalidad propia y, probablemente viendo que podr¨ªa situarse en el futuro como candidato por su partido a presidente del Gobierno, est¨¢ intentando en Galicia un experimento pol¨ªtico de calado, m¨¢s radical que el que lleva a cabo Esperanza Aguirre en Madrid.
"Est¨¢ intentando un experimento pol¨ªtico de calado m¨¢s radical que el de Esperanza Aguirre
Como ella procede a desmontar el Estado, reduciendo o suprimiendo los servicios p¨²blicos y privatiz¨¢ndolos (estas medidas agoste?as de privatizaci¨®n de la sanidad y la educaci¨®n). Tiende a transformar a la ciudadan¨ªa de un pa¨ªs en clientes solitarios, desprotegiendo la sociedad y fomentando un individualismo insolidario en nombre de la libertad personal. A pesar de ostentar patriotismo espa?ol, realmente no cree ni entiende el Estado, por eso carece de sentido institucional, usando los gobiernos auton¨®micos como instrumento de la lucha de partido (no firmando un acuerdo de financiaci¨®n a pesar de considerarlo bueno).
Ese ultraliberalismo neocon, el ataque a lo p¨²blico de la derecha moderna, va unido al viejo nacionalismo espa?ol: el Estado debe ser una estructura de poder basada en un Madrid y a su alrededor "provincias", muchas ciudades y pueblos; toda comunicaci¨®n ser¨¢ radial y pasando por la capital. En consecuencia, los intereses econ¨®micos, pol¨ªticos, profesionales, ideol¨®gicos radicados en la capital ser¨¢n los que dominen.
Pero esa receta que comparte con Aguirre aqu¨ª va m¨¢s all¨¢, pues para realizarse entre nosotros ambos principios pol¨ªticos, el considerar a la ciudadan¨ªa como una masa de clientes solitarios y el recobrar el viejo nacionalismo centralista, necesita negar la existencia de Galicia misma como ser colectivo. De ah¨ª viene la obsesi¨®n contra el gallego y todo lo que sea propio de Galicia como pa¨ªs (el discurso ante el Consello da Cultura es expl¨ªcito, pretende desmitificar Galicia).
Y esto lo lleva adelante una generaci¨®n de pol¨ªticos de derecha que son personas totalmente de nuestro tiempo, sin complejos. Personas antropol¨®gicamente muy distintas de aquellas generaciones de la derecha que hemos conocido antes. De aquella derecha nacida de la Guerra Civil, de virilidad ostentosa como la que representaba Fraga, a esta nueva derecha que sabe difundir la ideolog¨ªa ultraconservadora del nacionalcatolicismo (apoyo a los grupos contrarios a la contracepci¨®n y a la ley del aborto) y por su parte tener una vida personal muy libre y desprejuiciada. De la brutalidad machista a una hipocres¨ªa calculada.
Y de hecho son enemigos del fraguismo. En Fraga, como en otros gallegos que siendo contrarios al galleguismo sienten de alg¨²n modo a Galicia, exist¨ªa un sentimiento de pertenencia, ese lazo afectivo le llev¨® de alg¨²n modo a buscar un modo de conciliar la existencia de Galicia con la de Espa?a, su expresi¨®n "administraci¨®n ¨²nica" fue su apuesta por la autonom¨ªa. N¨²?ez Feij¨®o, en cambio, no tiene ese sentimiento de pertenencia comunitaria. Carece de empat¨ªa con la gente de nuestro pa¨ªs, le falta una visi¨®n hist¨®rica pues no cree en la historia, s¨®lo en el presente, y descree de la cultura y ritos comunitarios. Es un solitario sin patria y sin fe. Un pol¨ªtico muy caracter¨ªstico de esta nueva derecha nihilista, para quienes "la realidad" s¨®lo es el mercado, y que sin embargo encubre esa visi¨®n tan t¨¦trica de la sociedad con un lenguaje beligerante y animoso, ideol¨®gico.
Una derecha que miente con naturalidad, tiene legitimada la "santa desverg¨¹enza", que asienta su dominio sobre el enga?o directo o el ocultamiento (este a?o la Xunta informar¨¢ sobre los incendios de forma "ordenada"; la directora xeral de Traballo condenada por despido improcedente lo niega). El estilo lo dice todo, de los exabruptos que profer¨ªa a voces el antecesor hemos pasado a los encubrimientos con cortes¨ªa y a media voz. De Fraga a Romay.
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