Ficci¨®n
Ram¨®n Lobo, que lleva a?os escribiendo para este peri¨®dico desde lugares infames y altamente peligrosos, se parece cada vez m¨¢s a los viejos corresponsales brit¨¢nicos: tipos que se iban a la guerra, enviaban fant¨¢sticas cr¨®nicas por correo, discut¨ªan el criterio de los generales (porque hab¨ªan visto m¨¢s batallas que ellos) y volv¨ªan a casa al cabo de un largo tiempo, para retirarse a la campi?a o sestear en la C¨¢mara de los Lores.
El otro d¨ªa, en un chat con los lectores, Lobo dijo una de esas frases que conviene subrayar y memorizar: "La pol¨ªtica internacional es, a grandes rasgos, una ficci¨®n". ?Alguien no est¨¢ de acuerdo? Pues bien, ah¨ª tienen el caso de Abdelbaset al Megrahi, ¨²nico condenado por el atentado en 1988 contra un avi¨®n de la compa?¨ªa Pan-Am que volaba sobre Escocia, con 270 v¨ªctimas mortales.
Las pistas de la investigaci¨®n policial apuntaban a la culpabilidad de agentes libaneses, a la participaci¨®n de los servicios sirios y a la responsabilidad de Ir¨¢n. Hab¨ªa tambi¨¦n un m¨®vil razonable: cinco meses antes del atentado, un buque estadounidense, el Vincennes, hab¨ªa derribado "por error" un avi¨®n comercial iran¨ª con 290 peregrinos a bordo.
En 1990, sin embargo, cuando se preparaba la primera Guerra del Golfo y tanto Londres como Washington necesitaban la cooperaci¨®n de Ir¨¢n en la Tormenta del Desierto, los libios se perfilaron como perfectos culpables. Gadafi era lo bastante asqueroso como para haber organizado el crimen. Y, sobre todo, se pod¨ªa llegar con ¨¦l a un acuerdo econ¨®mico. Libia entreg¨® a un culpable plausible, Al Megrahi (que se declaraba inocente), pag¨® indemnizaciones y al cabo de poco tiempo (y unos cuantos contratos petrol¨ªferos) se convirti¨® en miembro de eso que llaman "comunidad internacional". Al Megrahi fue condenado, en un juicio que el observador de la ONU calific¨® de farsa. Y ahora, aparentemente enfermo y con pocos meses por vivir, Al Megrahi ha sido liberado ("razones humanitarias") por el Gobierno aut¨®nomo escoc¨¦s. Londres y Was-hington se lavan las manos. Ahora que Ir¨¢n es el enemigo, cualquier d¨ªa aparece un culpable iran¨ª.
Cuanto m¨¢s se habla de realpolitik, m¨¢s ficciopolitik es.
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