Ataque espa?ol al melanoma
Los investigadores explican el mecanismo que han hallado contra este c¨¢ncer - El m¨¦todo tardar¨¢ a?os en poder aplicarse a humanos
La portada de la prestigiosa revista Cancer Cell clavada con una chincheta en un corcho es el mayor trofeo que ha conseguido, en su a?o y medio de existencia, el Grupo de Melanoma del Centro Nacional de Investigaciones Oncol¨®gicas (CNIO). La p¨¢gina muestra una c¨¦lula con unos puntitos de colores. Es la misma imagen que minutos despu¨¦s toma vida en el ordenador de Marisol Soengas, la directora del grupo. "Este v¨ªdeo est¨¢ hecho tomando fotograf¨ªas cada dos segundos, y muestra la autofagia de la c¨¦lula cancerosa", explica.
En esa actividad fren¨¦tica dentro de la c¨¦lula, que contrasta con otras "mucho m¨¢s aburridas" de melanocitos [c¨¦lulas de melanoma] sin tratar, radica el m¨¦rito del descubrimiento que ha hecho el grupo: un mecanismo por el que se induce a la c¨¦lula no s¨®lo a suicidarse (la famosa apoptosis en las que se basan muchas de las investigaciones sobre c¨¢ncer), sino a autofagocitarse. "La apoptosis es una destrucci¨®n poco a poco. Es como si se cogen unas tijeras y se van cortando las cadenas una a una. Al autofagocitarse se crean ves¨ªculas [t¨¦cnicamente llamadas endosomas] que van destruyendo los componentes de la c¨¦lula a toda velocidad", explica Soengas.
La investigadora fue la encargada de poner en marcha el grupo. "No s¨¦ si soy un cerebro que ha vuelto, pero s¨ª que soy una investigadora que lo ha hecho", dice cuando se le comenta su condici¨®n de cient¨ªfica recuperada (llevaba seis a?os en la Universidad de Michigan). El primer paper (las publicaciones cient¨ªficas que miden el nivel del trabajo de los grupos investigadores) debe mucho a su estancia en Estados Unidos. Con Soengas se vinieron otros tres investigadores a Espa?a, y, sobre todo, ella se trajo una idea: la de trabajar en la destrucci¨®n de las c¨¦lulas del melanoma, el tipo de c¨¢ncer de piel m¨¢s agresivo (3.200 diagn¨®sticos anuales en Espa?a, unas 500 muertes al a?o, seg¨²n la Asociaci¨®n Espa?ola contra el C¨¢ncer), sobre todo cuando aparecen met¨¢stasis.
Como en muchas otras investigaciones, hubo una parte de intuici¨®n en el trabajo. En resumen, el ensayo consiste en suministrar una doble cadena de ARN sint¨¦tica a animales a los que se les ha inducido un c¨¢ncer. "La idea es vieja, se hab¨ªa probado hace 20 a?os, pero no funcion¨® porque el ARN se degradaba muy r¨¢pidamente", dice Soengas. Pero el clic que dio con la idea genial -la combinaci¨®n con el policati¨®n- se produjo por la "sinergia con Dami¨¤ [Tormo]", primer firmante del art¨ªculo y quien ya trabajaba con Soengas en EE UU. "Yo ten¨ªa la experiencia en autofagia; ¨¦l en ratones y PET [una t¨¦cnica de imagen que permite hacer un seguimiento al minuto de lo que pasa con los animales y el tratamiento]".
As¨ª se les ocurri¨® combinar dos sustancias. El ARN (una poliinosina-citosina) y un policati¨®n (la polietilenimina). El resultado fue una especie de caballo de Troya para las c¨¦lulas tumorales. El policati¨®n facilita que el ARN entre en las c¨¦lulas enfermas, y s¨®lo en ellas. Una vez dentro, el ARN -protegido en una estructura muy estable que le permite resistir a los equipos de limpieza de la c¨¦lula, como las prote¨ªnas llamadas nucleasas-, crea una respuesta que trastoca el funcionamiento de la c¨¦lula. Al intentar defenderse de lo que ¨¦sta interpreta como la entrada de un virus (muchos tienen su genoma en forma de cadenas de ARN), crea una respuesta tan exagerada que acaba con su propia destrucci¨®n.
El mecanismo tiene dos ventajas grandes: act¨²a espec¨ªficamente en c¨¦lulas tumorales, y no tiene, seg¨²n los ensayos, efectos secundarios.
Lo que vaya a pasar a partir de ahora con el descubrimiento queda un poco al margen del trabajo del grupo. El paso a ensayos en humanos no es inmediato. Los investigadores siguen trabajando en entender el proceso: saben lo que pasa, pero les falta por describir exactamente el porqu¨¦ y los pasos de la respuesta. Adem¨¢s, tambi¨¦n est¨¢n trabajando con otras sustancias a ver si producen la misma respuesta.
Dos semanas despu¨¦s de la publicaci¨®n de los primeros resultados, el laboratorio ha recuperado su funcionamiento normal. Salvo por un factor a?adido: "Las llamadas telef¨®nicas. Lo peor son las de personas ofreci¨¦ndose a que experimentemos con ellas, o que tienen a alguien enfermo. Por eso insisto tanto en que se trata de un trabajo preliminar, que todav¨ªa no tiene una traslaci¨®n [aplicaci¨®n] cl¨ªnica", dice. Estela Ca?¨®n, de 36 a?os, "una especie de gerente de laboratorio", coincide en lo duro que es recibir esas llamadas.
Porque a pesar del revuelo formado por el estudio, ¨¦ste se ha hecho en tejidos humanos y en ratones. Y no se puede aplicar -todav¨ªa- a personas. Un aspecto que a los investigadores (en el equipo hay m¨¦dicos que ven semanalmente a personas con melanoma) preocupa, aunque no obsesiona. Es algo que llegar¨¢. Y su intenci¨®n, desde luego, es que se retrase lo menos posible. Aunque eso, en ciencia, quiere decir siempre a?os. Mientras tanto, Soengas espera la publicaci¨®n de nuevos hallazgos relevantes.
Un tumor agresivo
- Incidencia. Cada a?o se diagnostican en Espa?a unos 3.200 melanomas. Muchos se pueden tratar con una cirug¨ªa sencilla, pero cuando el c¨¢ncer se traslada de la piel a ¨®rganos internos, se vuelve muy agresivo. Al a?o fallecen 500 personas por su causa, seg¨²n la Asociaci¨®n Espa?ola contra el C¨¢ncer.
- Tendencia. Al contrario que la mayor¨ªa de los tumores, el melanoma va en aumento. Se calcula que uno de cada 55 ni?os que nazca hoy d¨ªa en Espa?a lo desarrollar¨¢ en el futuro. La costumbre de tomar el sol sin protecci¨®n es la principal causa, aunque no se descarta que influyan el calentamiento y la desaparici¨®n de la capa de ozono.
Un grupo enfocado al futuro
Hace apenas a?o y medio que se constituy¨® el Grupo de Melanoma del Centro Nacional de Investigaciones Oncol¨®gicas. En el laboratorio unos j¨®venes (Marisol Soengas, la directora, a sus 41 a?os es la mayor) trajina por la sala. Las conversaciones son en espa?ol y en ingl¨¦s. Soengas lleg¨® a Madrid con tres colaboradores: Dami¨¤ Tormo, la polaca Agniesza Checinska (Agi para sus colegas) y el franc¨¦s Lionel Larribere. S¨®lo una de las personas del grupo, Estela Ca?¨®n, estaba ya en el CNIO. El resto, hasta casi una decena, se ha incorporado despu¨¦s. La mayor¨ªa, espa?oles, pero tambi¨¦n est¨¢n la hispano-brasile?a Erica, m¨¦dica, y el estadounidense Joe.
Y, como llegan, se ir¨¢n. Lo tiene claro Agi, que se afana preparando cultivos ante una campana de seguridad. "L¨®gicamente, cada uno quiere dirigir su propio grupo de investigaci¨®n", se?ala Soengas.
"Dentro de tres o cinco a?os, a volar". Apenas lleva seis meses, pero la benjamina del conjunto, Eva P¨¦rez Guijarro, de 26 a?os, tiene claro que la vida de un investigador joven es ir cambiando de destino. "Es lo bueno de la ciencia. Te enriquece m¨¢s", dice la madrile?a. "El sistema est¨¢ montado para evitar la endogamia". David S¨¢enz (bi¨®logo, riojano, 29 a?os) no particip¨® en el estudio publicado sobre melanomas, pero comparte la alegr¨ªa del grupo. Y espera participar en los siguientes. "Quer¨ªa trabajar en c¨¢ncer, en algo aplicado", dice.
"Es un proyecto muy innovador", dice Erica. Ella hace de puente con los hospitales, como el 12 de Octubre, que facilitan los tejidos para investigar. ?El futuro? A pesar de las 10 horas de trabajo diario, quedarse en Espa?a, "manteniendo el contacto con los pacientes y la investigaci¨®n". ?D¨®nde? "Ya se ver¨¢".
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