El Gran Torino de Gab¨®n
Es posible que la presidencia del pa¨ªs africano no la hereden los hijos de Omar Bongo Odimba. Europa debe implicarse para que con las elecciones del pr¨®ximo 30 de agosto se cierre un ciclo de corrupci¨®n de 42 a?os
Como en la obra maestra de Clint Eastwood, es posible que el Gran Torino del recientemente fallecido Omar Bongo Odimba, la propia presidencia de la Rep¨²blica, no sea para sus hijos. Con la muerte del presidente del Gab¨®n en Barcelona despu¨¦s de 42 a?os en el poder, se abre una perspectiva hist¨®rica para la transici¨®n democr¨¢tica del pa¨ªs que puede servir de modelo para el resto del ?frica Subsahariana. El cambio es necesario, pero existe el riesgo de que el r¨¦gimen establecido manipule el proceso electoral a su favor. Por ello, Europa debe estar all¨ª para garantizar la transparencia de las pr¨®ximas elecciones y evitar que se repitan las oportunidades perdidas de Togo o Costa de Marfil.
Ni sus reservas de petr¨®leo, ni sus preciados minerales han servido para modernizar el pa¨ªs
Han sido dos mujeres las que han logrado dar el primer paso hacia una pac¨ªfica transici¨®n
El s¨¢bado del 6 de junio los matitis, los barrios populares de Libreville, capital de la Rep¨²blica de Gab¨®n, herv¨ªan de alegr¨ªa tras la hist¨®rica victoria por tres a cero de los panteras del Gab¨®n sobre el equipo de Togo, en el torneo de clasificaci¨®n para el campeonato mundial de futbol de Sur¨¢frica 2010. Libreville beb¨ªa vino de palma en las terrazas de los maquis y la ciudad se acostaba al amanecer. Sin embargo, para entonces el septuagenario presidente de la Rep¨²blica de Gab¨®n, Omar Bongo Odimba, el jefe de Estado en activo con m¨¢s a?os en el poder del mundo (con el permiso de Fidel) y el ¨²ltimo representante de la Franceafrique, hab¨ªa ya probablemente fallecido.
Durante siete d¨ªas y siete noches, sobre la formidable explanada de m¨¢rmol italiano frente al monumental Palacio de la Presidencia, pasearon los pies descalzos de decenas de miles de gaboneses para rendirle el ¨²ltimo homenaje a su "patr¨®n". Entre los llantos bailados en c¨ªrculo de las mujeres Bat¨¦k¨¦, se escuchaban los tambores de la regi¨®n de Haute-Ogoou¨¦, donde naci¨® Bongo. Como improvisadas eleg¨ªas, las letras, evocaban la vida del "padre" y le acompa?aban en su partida al otro mundo, al de los esp¨ªritus.
As¨ª, ba?ado en masas y acompa?ado por la presencia de viejos amigos, como Jacques Chirac, ex presidente de la Rep¨²blica Francesa, o Alain Bauer, antiguo Gran Maestro de la obediencia mas¨®nica del Gran Oriente de Francia, y diversos jefes de estado internacionales, el 16 de junio se le daba el ¨²ltimo adi¨®s al que fuera, en palabras de Nicol¨¢s Sarkozy, "un amigo de Francia".
Como escribe Bechir Ben Yahmed en la revista Jeune Afrique, "el gran m¨¦rito" de Bongo fue el de preservar el pa¨ªs en paz durante 42 a?os en un entorno devastado por las guerras. Sin embargo, la historia de Bongo es m¨¢s bien la de alguien que en palabras del Economist "no hizo distinci¨®n alguna entre el Gab¨®n y su propiedad privada". No es de extra?ar que una de sus m¨¢ximas conocidas fuera "yo prefiero la paz a la justicia" -?como si se trataran de dos conceptos excluyentes!-.
Gab¨®n es un pa¨ªs dotado de condiciones privilegiadas para el desarrollo, por lo que ha sido comparado en numerosas ocasiones con un emirato. Con poco m¨¢s de un mill¨®n de habitantes, 3,2 mil millones de barriles en reservas de petr¨®leo y riqu¨ªsimo en preciados minerales como el oro o el magnesio, el potencial ofrecido por la ruleta natural al Gab¨®n no ha sido utilizado para modernizar el pa¨ªs. Tampoco han servido los 2,6 millones de d¨®lares de ayuda que han ido directamente a llenar los bolsillos de una clase p¨²blica a la que el intelectual Gabon¨¦s Adrien Ivunga llama el "caciquismo funcionarial".
A medida que las cuentas corrientes de la vieja nomenclatura se han ido ensanchando, tambi¨¦n lo han hecho los ¨ªndices de desigualdad econ¨®mica. Hoy, a pesar de tener un PIB cuatro veces superior al de la mayor¨ªa de los pa¨ªses del ?frica Subsahariana, conserva unos niveles de escolarizaci¨®n y un servicio de salud p¨²blica equivalente a los de los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo.
La econom¨ªa del pa¨ªs depende en m¨¢s de un 50 % del petr¨®leo y por tanto fluct¨²a como lo hace su precio. En cambio, Bongo tiene asegurados 130 millones de d¨®lares en sus cuentas personales en el Citibank de Nueva York o los 33 apartamentos, hoteles privados y numerosas villas de su familia en Niza o Par¨ªs que el diario Le Monde public¨® en 2008 en su lista de Biens mal acquis.
El nepotismo pol¨ªtico de Bongo, a pesar de ser oficialmente una democracia multipartidista desde 1993, ha consistido en una especie de melange de amiguismos, favores familiares y equilibrismos pol¨ªticos para conservar el poder: el Ministro de Defensa es su propio hijo, Al¨ª Bongo Ondimba; su hija Pascaline es la jefa del gabinete de Presidencia; su yerno, Paul Toungui, es el Ministro de Asuntos Exteriores... y as¨ª ad nauseam. Algunos l¨ªderes rivales como Pierre Mamboundou o Paul Mba Abessole, hoy Vice-primer Ministro, han terminado formando parte del Gobierno, en otra demostraci¨®n de la destreza pol¨ªtica de Bongo para librarse de sus competidores a cambio de dinero y peque?os espacios de poder.
El mundo de la informaci¨®n, impregnado de censuras y controles, es quiz¨¢s el m¨¢s opaco y recalcitrante de los poderes. Todo pasa por los filtros de la temible Agencia Nacional de Comunicaci¨®n, controlada por Lacire Olva Gonyi Tout, el antiguo secretario personal del presidente (y ex amante de su hija, con la que tiene un hijo). Ename Desire, director del semanal gabon¨¦s Echos Du Nord, que estuvo once d¨ªas en huelga de hambre contra la censura de su peri¨®dico en 2006, me informa de que los semanarios independientes Mgamga y Ezombolo han sido suspendidos recientemente por escribir sobre la eventual sucesi¨®n del presidente.
La sucesi¨®n es ahora la palabra caliente. Superando el p¨¢nico inicial y por medio de dos mujeres, los gaboneses han logrado dar el primer paso hacia la transici¨®n pac¨ªfica. La Presidenta de la Corte Constitucional, Marie-Madeleine Mborantsuo (madre de dos hijos del reci¨¦n fallecido presidente), respetando lo indicado por el art¨ªculo 13 de la Constituci¨®n, nombraba nueva Presidenta en funciones a Rose Francine Rogomb¨¦, Presidenta del Senado. ?sta ha convocado elecciones generales el pr¨®ximo 30 de agosto.
Como era de esperar, el partido del Gobierno, el PDG, ha elegido como candidato de "consenso" al poco carism¨¢tico Al¨ª Bongo, hijo del fallecido presidente. En el partido han emergido divisiones internas y el ex primer ministro Jean Eyeghe Ndong, y dos ex ministros se han presentado como independientes, entre otros 23 candidatos. Existe el riesgo de que en caso de no ganar, Al¨ª Bongo, que tiene el control del ej¨¦rcito y la polic¨ªa, intente tomar el poder por otros medios.
No obstante, hay que tener en cuenta que el Gobierno controla la Comisi¨®n Electoral Nacional Aut¨®noma y Permanente (CENAP). Miembros de la oposici¨®n han declarado en numerosas ocasiones que las listas electorales est¨¢n manipuladas a favor del Gobierno. Los resultados electorales con victorias con m¨¢s del 99% del voto popular en diversas ocasiones, parecen darles la raz¨®n. Teniendo en cuenta la poca poblaci¨®n del pa¨ªs, diversas fuentes indican la viabilidad de aplicar la biometr¨ªa y esclarecer un censo que parece ama?ado.
Los ojos de la juventud africana miran ahora con esperanza a Gab¨®n. Existe una puerta abierta para una generaci¨®n que merece tener una oportunidad para elegir su propio destino. Europa no puede darles la espalda. Est¨¢ en juego su (ya debilitada) credibilidad ante los africanos. Adem¨¢s, como comentaba Eva Joly, una diputada ecologista francesa, "Francia tiene una gran deuda con Gab¨®n, por haber mantenido en el poder durante todos estos a?os a Omar Bongo".
Por ello, Europa debe limitar su intervencionismo -hasta ahora proporcional a sus intereses econ¨®micos, que son muchos en el caso de Francia- a garantizar la transparencia democr¨¢tica en las pr¨®ximas elecciones legislativas. Gab¨®n puede representar "el milagro" de la transici¨®n pac¨ªfica hacia la democracia en ?frica. Esperemos que no corra la sangre, para que, como en Gran Torino, los que lo merecen puedan tener un futuro en libertad.
Antonio Rold¨¢n Mon¨¦s es asesor econ¨®mico en el Parlamento Europeo.
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