Inventor del di¨¢logo, precursor del consenso
Ahora que acaba de fallecer es buen momento para rememorar a este hombre bueno, pol¨ªtico honesto, dem¨®crata de convicci¨®n, quijotesco en sus empresas, cordial en su trato, que siempre mostr¨® grandeza de esp¨ªritu, altura de miras y una perdurable fe cristiana. Fue defensor de los derechos humanos de todos, en especial de los m¨¢s d¨¦biles, de los perseguidos y marginados, con la pluma y con la toga. Pol¨ªticos de la Transici¨®n de todas las tendencias, desde liberales a comunistas, de democristianos a socialistas, estamos en deuda con ¨¦l por su ejemplo y su ense?anza.
S¨®lo dos rasgos quiero destacar en estos momentos de despedida: su condici¨®n de "inventor" del di¨¢logo como m¨¦todo pol¨ªtico y de precursor del consenso.
Ministro de Educaci¨®n en el franquismo, protagoniz¨® un primer intento de "apertura" que fracas¨® en 1956. Luego vino su alejamiento paulatino del sistema, en especial desde la Ley de Asociaciones de 1964, y poco antes con la fundaci¨®n de Cuadernos para el Di¨¢logo en 1963. A trav¨¦s de Cuadernos el di¨¢logo se fue introduciendo en nuestros h¨¢bitos colectivos como referencia y elemento indispensable de la pol¨ªtica democr¨¢tica. El consejo de redacci¨®n de la revista fue un ejemplo v¨ªvido de convivencia y hasta de amistad entre personas de ideolog¨ªas enfrentadas. Ruiz-Gim¨¦nez, gran machadiano -de don Antonio-, le tra¨ªa siempre a colaci¨®n: "Para dialogar,/preguntad primero,/ despu¨¦s... escuchad". O tambi¨¦n con la b¨²squeda del complementario: "Busca a tu complementario,/ que marcha siempre contigo/ y suele ser tu contrario". Ruiz-Gim¨¦nez, pr¨¢ctico en ambos menesteres, nos contagi¨® a muchos de los que estuvimos con ¨¦l, en la c¨¢tedra, en la revista o en la pol¨ªtica.
Sin Cuadernos la Transici¨®n hubiese sucedido de otro modo. Porque la Transici¨®n fue en gran medida transacci¨®n. Y para ello el consenso fue objetivo a alcanzar mediante el di¨¢logo. Ruiz-Gim¨¦nez, que estuvo preso en la c¨¢rcel Modelo, a punto de ser "paseado" en noviembre de 1936 y que colabor¨® lealmente con Franco, quiso ser un puente entre las dos Espa?as, ¨¦sas que helaban el coraz¨®n de los espa?olitos, de nuevo seg¨²n expresi¨®n de su poeta favorito. Ese mismo Ruiz-Gim¨¦nez fue tambi¨¦n el defensor de anarquistas, comunistas o de los sindicalistas de Comisiones, en procesos inolvidables, como el de "laminaci¨®n de bandas en fr¨ªo", que tanto influy¨® en ¨¦l. Ruiz-Gim¨¦nez nunca fue hombre de partido sino, como a ¨¦l le gustaba repetir acudiendo a un concepto de las matem¨¢ticas modernas, un hombre de conjuntos. Siempre estuvo a favor de la conciliaci¨®n y el consenso. Si el ¨¦xito no le acompa?¨® en las elecciones de 1977, su esfuerzo no fue in¨²til. Y aunque su figura no haya sido reconocida siempre como se merec¨ªa, buena parte de los mejores consensos de la Constituci¨®n de 1978 alcanzados por centristas, socialistas y nacionalistas tienen su origen en ¨¦l.
Hoy quienes le tratamos de cerca durante tantos a?os le recordamos con afecto y echamos, quiz¨¢, de menos la permanencia de su ejemplo y sus ense?anzas en la inh¨®spita vida pol¨ªtica del presente. Descanse en paz Joaqu¨ªn Ruiz-Gim¨¦nez.
Juan Antonio Ortega D¨ªaz-Ambrona es ex ministro de Educaci¨®n con UCD
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