Las mujeres, detr¨¢s
Intelectuales israel¨ªes denuncian la segregaci¨®n en autobuses de Jerusal¨¦n
Son las dos de la tarde y el sol pega fuerte en Mea Sharim, el barrio ultraortodoxo de Jerusal¨¦n por excelencia. En la parada del autob¨²s, se juntan hombres vestidos con trajes negros y sombreros invernales y mujeres con falda larga, medias y pelucas que cubren con recato su pelo natural. Llega el autob¨²s. Ellos suben por la puerta del conductor y toman asiento en la mitad delantera del veh¨ªculo. Ellas, se dirigen disciplinadamente a la puerta trasera, y se instalan en los asientos de la segunda mitad del autob¨²s. A lo largo de siete paradas, los nuevos pasajeros repiten el ritual. Este es uno de los autobuses segregados de Jerusal¨¦n, los llamados mehadrin, divididos por una frontera invisible y en los que hombres y mujeres visten seg¨²n los c¨®digos que impone el juda¨ªsmo ultraortodoxo y ni se miran ni se tocan.
Cerca de medio centenar de l¨ªneas recorren el pa¨ªs a diario desde hace m¨¢s de una d¨¦cada y han sido blanco de cr¨ªticas de organizaciones feministas y antidiscriminaci¨®n. Hace unos d¨ªas se sumaron a la campa?a docenas de intelectuales israel¨ªes que han pedido al Ministerio de Transporte que las cancele por considerar que discriminan a las mujeres. "En estas l¨ªneas, las mujeres est¨¢n obligadas a sentarse api?adas en la parte trasera y se establecen limitaciones en su forma de vestir. A las que se atreven a desafiar estas normas se las humilla de forma verbal e incluso f¨ªsica", dice el texto que firman autores como A. B. Yehoshua o Natan Zach. Consideran que "esta discriminaci¨®n contra las mujeres abre la puerta a la discriminaci¨®n de otros grupos y es absolutamente inaceptable". Algo parecido sostuvo hace poco la antigua jueza del supremo Dalia Dorner, una mujer muy respetada en el pa¨ªs, para quien los autobuses segregados son "una humillaci¨®n. Es como separar a blancos y a negros".
Peri¨®dicamente saltan a la prensa israel¨ª testimonios de mujeres que han sido v¨ªctimas de la segregaci¨®n y alg¨²n caso ha llegado incluso a los tribunales, despu¨¦s de que las pasajeras sufrieran agresiones por sentarse en el lugar equivocado o llevaran pantal¨®n en lugar de falda larga. Ofra, una joven de Tel Aviv, cuenta que hubo un tiempo en el que ten¨ªa que viajar los fines de semana a Jerusal¨¦n desde la otra punta del pa¨ªs y a menudo ten¨ªa que hacer el trayecto de pie: "Los ultraortodoxos escup¨ªan en el asiento contiguo al suyo para que no se sentara ninguna mujer a su lado". Ofra se ha topado con este problema incluso en l¨ªneas que no son segregadas.
Frente a los intelectuales y las organizaciones de mujeres que consideran aberrante esta segregaci¨®n, hay grupos religiosos que a¨²n la ven insuficiente. Es el caso del grupo ultraortodoxo Neturei Karta, cuyos miembros recorrieron hace unos d¨ªas el barrio de Geula en Jerusal¨¦n pidiendo por megafon¨ªa que hombres y mujeres caminaran por aceras diferentes durante el fin de semana. Su propuesta para dividir las calles no la secundan, de momento, la mayor¨ªa de los grupos ultraortodoxos.
El Ministerio de Transporte israel¨ª reh¨²sa pronunciarse sobre este asunto y seg¨²n su portavoz, Ora Salom¨®n, se ha formado un comit¨¦ que est¨¢ estudiando el asunto: "Emitiremos una recomendaci¨®n en unas semanas". Dicen que la existencia de estos autobuses es una exigencia de los haredim y que es un tema sensible del que no quieren hablar.
La pol¨¦mica sobre la segregaci¨®n y las l¨ªneas mehadrin pone una vez m¨¢s en evidencia el enfrentamiento entre los jud¨ªos ultraortodoxos -los haredim, alrededor del 15% de la poblaci¨®n- y buena parte del resto de la sociedad israel¨ª. Cada s¨¢bado, cientos de haredim toman el centro de Jerusal¨¦n para protestar contra la apertura de un aparcamiento municipal en shabat, el d¨ªa de descanso para los jud¨ªos. Las manifestaciones suelen acabar en violentos enfrentamientos con la polic¨ªa. Y el alcalde, Nir Barkat, tambi¨¦n fue agredido por los haredim.
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