Novela de reflexi¨®n
De las preguntas que surgen tras la lectura de Lila tal vez la m¨¢s urgente sea la de decidirse por un g¨¦nero literario. Juzgarla como si se tratase de una novela ser¨ªa un falseamiento imperdonable de la realidad, eso sin tener en cuenta que tama?a injusticia la dejar¨ªa mal parada y, sobre todo, llamar¨ªa a enga?o a m¨¢s de un lector.
Sin embargo, es cierto que la obra narra una historia, como suelen hacer las novelas. En este caso, la de un conocido fil¨®sofo que navega r¨ªo Hudson abajo con la intenci¨®n de salir al Atl¨¢ntico por Nueva York y llegar a Florida. En el curso de este viaje, Fedro -un ¨¢lter ego del autor- conocer¨¢ a una mujer acostadiza y desequilibrada -Lila- y a ra¨ªz de una conversaci¨®n con otro marino se adentrar¨¢ en una serie de reflexiones filos¨®ficas encaminadas a determinar si ella tiene o no tiene "Calidad".
Lila. Una indagaci¨®n sobre la moral
Robert M. Pirsig
Traducci¨®n de Catalina Mart¨ªnez Mu?oz
Sexto Piso. Madrid, 2009
484 p¨¢ginas. 29 euros
As¨ª las cosas, la obra avanza entreverando el relato del viaje con la exposici¨®n argumentada de la "Metaf¨ªsica de la Calidad", la dial¨¦ctica desarrollada por Pirsig. En el c¨®mputo total de casi quinientas p¨¢ginas la reflexi¨®n desborda con mucho al relato. De ah¨ª que no pueda considerarse una novela; m¨¢s bien parece un tratado de filosof¨ªa amenizado gracias a un engarce ficticio, lo que no tiene nada de iconoclasta. Desde el Poema de Parm¨¦nides o los di¨¢logos plat¨®nicos hasta el C¨¢ndido de Voltaire o el Emilio de Rousseau, siempre ha habido fil¨®sofos deseosos de exponer sus ideas de la forma m¨¢s placentera posible.
Dicho esto, la dial¨¦ctica de la "Metaf¨ªsica de la Calidad" plantea m¨¢s preguntas. Para juzgarla con ecuanimidad conviene tener en cuenta que el libro comenz¨® a fraguarse en 1974, el mismo a?o en que Zen y el arte del mantenimiento de las motocicletas procur¨® a Pirsig un gran ¨¦xito editorial. Para cuando se public¨® Lila en 1991, el mismo concepto de metaf¨ªsica se cuestionaba abiertamente, por no hablar del anacronismo que supon¨ªa ya por entonces la presentaci¨®n de un nuevo gran relato con el habitual discurso redentor y las promesas de que todos los problemas humanos pasados, presentes y futuros se solucionar¨ªan con la adopci¨®n de un sistema filos¨®fico. Al final, lo mejor de Pirsig aflora en algunas intuiciones valiosas, por ejemplo cuando abunda en la naturaleza doble del estadounidense, mezcla de indio y europeo, por mucho que se pretenda negar la parte ind¨ªgena. Nadie le puede negar el aura al estilo ensay¨ªstico que enlaza, sin duda, con la mejor escuela norteamericana, con la estirpe de Thoreau, Emerson y Rorty.
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