"Mi prop¨®sito es dar nueva vida a la historia"
Unas d¨¦cadas antes de que el maltrecho pirata Billy Bones llegara a la posada del Almirante Benbow en La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson, otra especie de piratas literarios pululaban por los muelles de Boston. No eran personajes de ficci¨®n aunque traficaban con ella. Su bot¨ªn eran los manuscritos que llegaban de Europa de renombrados autores. El mercado negro florec¨ªa ante la ausencia de derechos de autor. Las editoriales estadounidenses en el siglo XIX reeditaban las novelas de escritores extranjeros de la competencia sin coste alguno; los autores a menudo no recib¨ªan ning¨²n tipo de compensaci¨®n econ¨®mica, y el ¨¦xito en gran parte depend¨ªa de ser el primero en lanzar al mercado las novedades m¨¢s buscadas.
"Desde los a?os sesenta en las facultades se rechazaba la aproximaci¨®n biogr¨¢fica a las obras. Esto aliment¨® mi curiosidad"
"Me interesan los autores que se han planteado qu¨¦ es la modernidad. Dante, Poe y Dickens fueron muy ambiciosos"
?sta es una de las historias que Matthew Pearl (Nueva York, 1975) recoge en su libro El ¨²ltimo Dickens. El autor, en esta su tercera novela, se sumerge de nuevo en una intriga literaria y juega con la realidad y la ficci¨®n. En su debut, El club de Dante, Pearl reconstruy¨® las luchas que en el Boston del siglo XIX enfrentaron al grupo de intelectuales que tradujeron la Divina Comedia con el frente acad¨¦mico m¨¢s conservador de Harvard que intentaba frenar su publicaci¨®n. Pearl aderez¨® la trama con una serie de misteriosos asesinatos fielmente inspirados en el 'El infierno'. El libro fue publicado en 40 pa¨ªses y vendi¨® cientos de miles de ejemplares.
Con La sombra de Poe, el escritor se adentr¨® en los misterios que rodearon la muerte del gran maestro de los cuentos de terror en Baltimore. Ahora le ha llegado el turno a Charles Dickens y a su manuscrito de El misterio de Edwin Drood que qued¨® inacabado y dej¨® a miles de lectores en vilo. La publicaci¨®n por entregas de los primeros episodios dej¨® abierto el final ante la abrupta muerte del autor brit¨¢nico. ?Reaparecer¨ªa el honesto Drood para vengarse su t¨ªo el morfin¨®mano John Jasper? Los devotos seguidores de Dickens especularon sobre la cuesti¨®n con frenes¨ª y llegaron incluso a recurrir a sesiones de espiritismo para encontrar una respuesta. M¨¢s de un siglo despu¨¦s, Pearl retoma la pregunta y fabula en torno a ella. El tr¨¢fico de opio, las enconadas luchas editoriales y el nacimiento de la cultura de las celebridades literarias sirven de tel¨®n de fondo a esta intriga literaria cuidadosamente investigada.
El protagonista James R. Osgood, uno de los editores estadounidenses de Dickens, un personaje real -cuya editorial tambi¨¦n public¨® la primera traducci¨®n de Dante que inspir¨® el primer libro de Pearl-, lucha en las p¨¢ginas de esta novela por descubrir cu¨¢l era el final que el escritor imagin¨® y aclarar la serie de cr¨ªmenes que la llegada del manuscrito provoca en la ciudad de Boston. Sus pesquisas le llevar¨¢n a Inglaterra junto a su subordinada Rebeca Sand, una joven divorciada precursora de las mujeres emancipadas y trabajadoras.
"Con este libro he intentado acercarme tambi¨¦n a la historia de la edici¨®n en Estados Unidos. El negocio atraves¨® un momento muy convulso y agresivo hasta lograr la estabilidad que permiti¨® a los escritores vivir de su trabajo", se?ala el joven y exitoso autor estadounidense. "En el siglo XIX era una decisi¨®n muy valiente dedicarte a la escritura, especialmente si como en el caso de Poe y Dickens no proven¨ªas de una familia acaudalada". En El ¨²ltimo Dickens recoge una an¨¦cdota que ilustra cu¨¢l era la situaci¨®n. Cuenta que el escritor Fitz James O'Brian se manifest¨® delante del edificio de Harper armado con una pancarta que dec¨ªa: "Soy un autor de Harper y me muero de hambre". Se neg¨® a retirarse hasta que le pagasen lo que le deb¨ªan.
Sentado en el patio de la biblioteca p¨²blica Boston una tarde de agosto, Pearl reflexiona sobre los tres grandes creadores que han inspirado su trabajo. "Me interesan los autores que se han planteado qu¨¦ es la modernidad. Dante, Poe y Dickens fueron extremadamente ambiciosos. Los dos primeros murieron con muy poco dinero, pero Dickens consigui¨® alcanzar la fama y el ¨¦xito. Es la primera celebridad cultural moderna", apunta. "Fue extremadamente inteligente a la hora de vender su obra y a s¨ª mismo. De alguna manera la gente compraba la mitolog¨ªa que ¨¦l construy¨® en torno a s¨ª mismo".
Pearl viste pantalones de algod¨®n y una camiseta. Lleva consigo una mochila. Tiene aire de buen estudiante, t¨ªmido, aplicado y atento. Le apasionan las bibliotecas y Boston, una ciudad cuya historia ha investigado a fondo. Enseguida despliega un mapa y se?ala sus puntos favoritos: Public Gardens, el museo de Isabella Stewart Gardener y Cambridge, donde acaba de comprar una casa del diecinueve que est¨¢ restaurando.
En su libro Pearl recrea los escenarios del segundo viaje a Estados Unidos de Dickens, la indiscutible estrella del momento. Una legi¨®n de obsesivos fans abarrotaron sus lecturas. Los periodistas cubrieron de forma exhaustiva aquella visita. Pearl ha pasado muchas horas en esta biblioteca p¨²blica, la m¨¢s antigua del pa¨ªs, leyendo aquellas cr¨®nicas, las cartas y los diarios de Dickens. "Como escritor rompi¨® todos los l¨ªmites. Quiz¨¢ por eso me atra¨ªa la idea de usarle como personaje. Cre¨® un mundo enorme poblado por un mont¨®n de actores que toman caminos muy distintos. Esto genera una energ¨ªa muy especial, una ¨¦pica y una descripci¨®n ¨²nicas".
Su aproximaci¨®n al autor de Oliver Twist no ha estado, sin embargo, exenta de sorpresas. Los novelistas al fin y al cabo no tienen la misma madera que sus h¨¦roes de ficci¨®n. La vida personal de Dickens y en especial la relaci¨®n con sus hijos desentona, seg¨²n Pearl, con la cara que muestra en sus libros. "Resulta chocante que alguien que prestaba tanta atenci¨®n y cuidado a sus personajes y que tuvo una infancia tan dura, no mostrase la misma empat¨ªa con su familia", se?ala. "Todo es mucho m¨¢s complicado cuando miras a los escritores como personas". ?l durante a?os, dice, que les ten¨ªa idolatrados.
Su primer flechazo literario le lleg¨® con la obsesiva caza del cachalote emprendida por el Capit¨¢n Ahab. Pearl ten¨ªa 16 a?os y viv¨ªa en Florida. Hasta ese momento los deportes le interesaban mucho m¨¢s que los libros, pero Melville y su Moby Dick cambiaron las cosas. "El tema en s¨ª de la caza de ballenas no me atra¨ªa, pero aquella lectura fue una revelaci¨®n. Comprend¨ª porque la gente lee sin que le obliguen", recuerda. Poco despu¨¦s cay¨® en sus manos Grandes esperanzas de Dickens, otra de las obras que marc¨® su formaci¨®n como lector irredento. "A Dante le descubr¨ª en mi segundo a?o universitario", recuerda. "Fue una aproximaci¨®n m¨¢s acad¨¦mica. Con Poe y Dickens fue distinto".
La pasi¨®n lectora trajo a Matthew Pearl hasta Boston para estudiar Literatura en Harvard. Dice que quer¨ªa entender c¨®mo se construyen las historias. "Desde los a?os sesenta en las facultades se rechazaba la aproximaci¨®n biogr¨¢fica a las obras. Esto aliment¨® mi curiosidad", asegura. Aquello sin embargo no fue suficiente para que se lanzase a escribir sobre sus ¨ªdolos literarios. El proyecto le intimidaba. "Cuando adoras los libros tiendes a colocar a los escritores en un lugar inalcanzable. No crees que puedas ser capaz de escribir algo que merezca la pena", dice. As¨ª que tras la graduaci¨®n en Harvard Pearl se traslad¨® a Yale para estudiar Derecho. "Es una de las mejores escuelas de leyes, pero a m¨ª no me convirti¨® en abogado, sino en escritor. Comprend¨ª cu¨¢nto echaba de menos la literatura".
Pearl confiesa que le ha costado identificarse como escritor a pesar de las exitosas ventas de sus libros. Al fin y al cabo, dice, todo el mundo escribe. ?l no se sent¨ªa c¨®modo con la etiqueta. "La gente te mira raro cuando dices que eres escritor. Te hacen preguntas horribles. Soy neur¨®tico y me pongo nervioso", aclara. A diferencia de la abrumadora mayor¨ªa de escritores estadounidenses de su generaci¨®n, Pearl no ha pasado por ninguno de los afamados talleres de escritura que organizan las universidades. A la vista de las cifras de ventas de sus libros tampoco parece que le hiciera excesiva falta, pero cuando El club de Dante arrasaba el autor a¨²n le preguntaba a su agente si pensaba que eso podr¨ªa ser un problema. "Esperemos que no tengas que ir", le respond¨ªa ella. "Los talleres son el sitio perfecto para conectar con otros escritores. Yo no tuve esto y me pone un poco celoso", reconoce Pearl. A cambio cont¨® con el rendido elogio de Dan Brown a su primer libro. ?El afecto es mutuo? "Por principio, cualquiera a quien le gusten mis libros me cae bien", contesta.
Matthew Pearl se cas¨® en diciembre y vive con dos gatos y dos perros. Su vida, asegura, es ajena a la bohemia literaria. "La escritura puede ser a veces tediosa pero creo que pega con mi personalidad. Me dedico a seguir buscando historias literarias como en mis a?os universitarios. Esto me permite seguir siendo un estudiante eternamente". Destaca por encima de todo el car¨¢cter emprendedor de la profesi¨®n que ha elegido. "Es casi como ser empresario, porque te dedicas a crear algo de la nada constantemente, tienes que invent¨¢rtelo t¨², no hay un camino definido".
El escritor traza su hoja de ruta a partir del material que encuentra en archivos y bibliotecas. Sus investigaciones le permiten mezclar realidad y ficci¨®n, levantar un poco de polvo como dice uno de los personajes de El ¨²ltimo Dickens. Pero ?por qu¨¦ no apostar por el ensayo? "Mi prop¨®sito de alguna manera es dar nueva vida a la historia y a los personajes desde una perspectiva no acad¨¦mica. Hay demasiada gente que considera que la literatura es como un objeto de museo que no debe ser tocada ni disfrutada", afirma. Pearl no se cuenta entre ellos.
Su cuidadoso trabajo de documentaci¨®n le ha conducido a inesperados descubrimientos que quiere acercar al p¨²blico, como el oscuro mundo del hampa literario con el que se top¨® cuando vagaba por los escritos del Boston decimon¨®nico. En su pr¨®xima novela, en la que ya trabaja, mantiene el mismo escenario espacio temporal, aunque esta vez no habr¨¢ ning¨²n gran pope literario de por medio.
?Tiene sentido inspirarse en la vida y obra ajena? "El mejor piropo que me han dicho es que mis libros les han llevado a leer a Dante o a Poe por primera vez. Esto encaja con la idea de la cadena de la escritura como continuaci¨®n. Un libro te lleva a otro. As¨ª es como yo me enamor¨¦ de la lectura". Al final se trata de seguir leyendo.
El ¨²ltimo Dickens. Traducci¨®n de Jos¨¦ Manuel Ber¨¢stegui. Alfaguara. Madrid, 2009. 488 p¨¢ginas. 22 euros.
![El escritor Matthew Pearl (Nueva York, 1975), durante una visita a Madrid en 2004.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/DNM7DUUH6WEBXVXLC7UUMAB5GA.jpg?auth=c3960d1e2a1b07db166554ba212e62641c2e0d7fd3baa4eca96a9ec6e4455a1f&width=414)
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