El imperio donde nunca se pone el sol

A diferencia de la septentrional y modesta Europa, que oscurece con el atardecer exhibi¨¦ndose en horas nocturnas ¨²nicamente de forma puntual y recatada, nuestro Gran Imperio por contra permanece profusamente iluminado las 24 horas de cada uno de sus 365 d¨ªas.

De d¨ªa la luz del gran astro ilumina una patria despejada de nubes, de noche la iluminaci¨®n artificial nos proporciona cual inmenso faro, con sus millones de bombillas y focos, el correcto alumbrando de casi cualquier rinc¨®n del Imperio.

Parques y jardines desiertos y cerrados, autopistas e incluso cementerios exhiben sus grandezas a plena noche gracias a que el gran invento de Edison encontr¨® en Hispania uno de sus mejores h¨¢bitats. En m¨²ltiples urbanizaciones y pol¨ªgonos industriales el uso de gafas solares es una necesidad incluso antes del amanecer. Conseguir tanta grandeza es tan sencillo como pulsar un simple interruptor.

Pero ?nadie ha aprendido la lecci¨®n de historia que nos indica que mantener un imperio iluminado 24 horas constituye una ruina inasumible?

Quiz¨¢s sea momento de dejarnos de grandezas est¨²pidas y por razones ecol¨®gicas y econ¨®micas no hagamos de este pa¨ªs una excepci¨®n europea y apaguemos las millones de bombillas que iluminan absurdamente espacios vac¨ªos que desean descansar y aquellos otros en los que la luz es una invitada superflua o incluso inc¨®moda.

Quiz¨¢s descubramos tambi¨¦n con asombro que justo encima de nosotros tenemos un inmenso tesoro de costumbres noct¨¢mbulas llamado firmamento que permanece oculto por tanta luz artificial.