M¨®dulo 8, la ciudad del respeto
Presos de la c¨¢rcel de Alhaur¨ªn convierten su encierro en una peque?a democracia

En el m¨®dulo ocho del centro penitenciario de Alhaur¨ªn de la Torre (M¨¢laga) las puertas se cierran con trapos. "Cuando suena la campana de la siesta ellos solos se meten en las celdas y se encierran por dentro", dice Pepe el funcionario, "no hace falta que vaya a candarlos". Los presos duermen la siesta de 15.00 a 16.30. O leen, o ven la tele, o tocan la guitarra. Ocupan los escasos metros de sus celdas color azul hasta las actividades vespertinas. Porque en el m¨®dulo ocho, el m¨®dulo de respeto como informa una placa en la entrada, todo el mundo debe ocupar su tiempo en algo ¨²til. Si no, te ponen un negativo.
En la c¨¢rcel de Alhaur¨ªn viven hoy 1.503 presos. Es una cifra que var¨ªa todos los d¨ªas. Siempre entra alguien nuevo, siempre hay quien espera un juicio y luego le mandan a otra parte, quien aguarda su primer permiso o el ansiado tercer grado. Hay 14 m¨®dulos, imitaciones reforzadas y agrisadas de un campamento de verano con celdas, aulas, duchas, gimnasio, comedor, patio y sala de d¨ªa. Las mujeres ocupan uno, los m¨¢s j¨®venes otro, los que se acogen a la disciplina del n¨²mero 8 otro...
En este sector todo el mundo tiene que ocupar su tiempo en algo ¨²til
"Quien acumula m¨¢s puntos negativos 'pringa' m¨¢s en la limpieza"
Antonio Garc¨ªa Mairena es el presidente de este ¨²ltimo, del m¨®dulo de respeto. Tiene 40 a?os y lleva siete en prisi¨®n por homicidio. A¨²n le quedan "unos cuantos", pero ya espera que la juez de vigilancia penitenciaria decida si le da permiso para salir. Mientras tanto, se encarga de ser un buen veterano. "?ste es un m¨®dulo muy diferente" -explica Antonio-, "aqu¨ª nos autogestionamos, intentamos resolver los problemas que hay sin recurrir a los funcionarios: conflictos, discusiones en la cola del economato, jaleo por la limpieza... Tenemos muchas normas
[en cada puerta de cada celda hay un folio colgado con todas, como si fuera una estampita]. Por ejemplo no se puede fumar ni consumir drogas. Es obligatorio participar en actividades, tener un trabajo y ayudar en las tareas de limpieza. Quien las incumple acumula puntos negativos y, cuando hay limpieza general, el que m¨¢s puntos negativos tiene, es el que m¨¢s pringa".
En el m¨®dulo de respeto hay 72 celdas y 125 internos repartidos en dos pisos. Los lunes se re¨²nen todos en asamblea para discutir y presentar sus problemas. Antonio Guerrero, director del centro con 40 a?os de experiencia penitenciaria, aclara que, "pese a lo que pueda parecer, vivir en el m¨®dulo ocho no es f¨¢cil. No todo el mundo se adapta. Intentamos repetir con el n¨²mero seis, por ejemplo, pero no pudo ser", ?Por qu¨¦ no? "Pues porque tiran la basura por la ventana" -interviene Antonio el preso-, "todo va a parar al suelo, no respetan la cola del economato ni la de la comida, fuman chocolate sin parar, y despu¨¦s que no, que aqu¨ª hay muchos que llegan y prefieren estar tranquilos en el patio tomando el sol. Adem¨¢s, este es un m¨®dulo voluntario. Quien entra debe firmar un contrato comprometi¨¦ndose a cumplir las normas. Tenemos un comit¨¦ de acogida y unas celdas para los nuevos. Se les van explicando las normas y si quieren se quedan y si no, no".
La celda de Antonio, desde luego, reluce. Se acaba de comprar una tele en el economato, una de pantalla plana que le ha costado 260 euros y a la que a¨²n coloca el protector de pl¨¢stico entre uso y uso. Ahora que han instalado la TDT en la c¨¢rcel, "ser¨¢ un lujo". Este hombre, corpulento y de voz partida, podr¨ªa ser el ejemplo que querr¨ªa cualquier ministro para demostrar que el sistema funciona. "Menos mal que me metieron aqu¨ª, si no, llevo a mi familia a la ruina". Separado de su mujer, empez¨® a fumar coca. Con el tiempo y el deterioro mat¨® a un hombre. "Me convert¨ª en un trapo", recuerda. Ahora "aguanta" en el m¨®dulo ocho, y al contrario que el protagonista de la pel¨ªcula de Robert Bresson Un condenado a muerte se ha escapado (1956), Antonio no rasca la puerta d¨ªa y noche, ni rasga las s¨¢banas para escapar. A ¨¦l no le van a ejecutar y, adem¨¢s, le pondr¨ªan un punto negativo.

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