Prote¨ªna y lechuga
Las hermanas Flores han vivido en el epicentro de un volc¨¢n, Lola Flores. No todo fue alegr¨ªa en esa vida ilimitada que les dio la madre. Tras la muerte de Lola, muri¨® su hijo Antonio. Las huellas de ambos terremotos les hicieron m¨¢s hermanas
Por esta familia, la de las hermanas Lolita y Rosario Flores, pasaron al menos dos terremotos; uno grande, lleno de energ¨ªa, Lola Flores, la madre, y otro tremendo, un terremoto que dej¨® sin aliento al padre, Antonio Gonz¨¢lez, El Pesca¨ªlla, y a las dos chicas: la muerte del hermano Antonio.
Parec¨ªa imposible, pero de una energ¨ªa grande y del otro terremoto terrible las dos salieron a flote. Heredaron la energ¨ªa de la madre, y su genio.
Les dije cuando acab¨® la conversaci¨®n, en el garaje, donde acababan de hacerle unas fotos a Rosario:
-Ustedes son, como dice Manuel Vicent, prote¨ªna pura...
Lolita no dej¨® un segundo para a?adir:
-Prote¨ªna pura... con un poco de lechuga.
R¨¢pidas, intensas, veloces. Rosario estaba antes; hablamos un rato, hasta que lleg¨® su hermana. Entonces Lolita se hizo due?a del resplandor que las sigue irradiando, y Rosario, la menor, asent¨ªa. Acaso la confluencia de aquellos dos terremotos las convirti¨® en m¨¢s hermanas.
Lolita: "Yo dec¨ªa: 'Antonio ha muerto, ?pero que no se me vaya ¨¦sta tambi¨¦n!"
Rosario: "Cuando se te va un hermano de tu alma es como si se te fuera una pierna o un brazo"
-Ella me ayuda -dice Rosario-, siempre lo hizo. Y cuando muri¨® Antonio...
Cuando muri¨® Antonio, aquella casa fue la locura, y la locura convirti¨® a Rosario en una mujer asomada a un abismo.
-Si la hubieras visto... Yo dec¨ªa: "Antonio ha muerto, ?pero que no se me vaya ¨¦sta tambi¨¦n!".
?sta mira ahora a su hermana hablar; Lolita est¨¢ sacando a flote la memoria que m¨¢s las junta: la alegr¨ªa y el dolor.
Lola era la alegr¨ªa. Muri¨® el 16 de mayo de 1995. Ella hab¨ªa sido un mito de Espa?a. Y su hijo, Antonio, hab¨ªa heredado su genio, "el arte", como dicen las chicas. Catorce d¨ªas despu¨¦s del fallecimiento de la madre, el hijo muri¨® tambi¨¦n, en la casita a la que Lola Flores iba a verle cuando el hijo llegaba tarde y su ruido la alertaba. Eran confidencias de horas, y el abismo que Rosario tuvo cerca cuando muri¨® Antonio se le abri¨® por completo. Madre e hijo estar¨ªan juntos, pero a ellas (y al padre) se les abr¨ªa para siempre el hueco de dos ausencias que ahora siguen latiendo. El Pesca¨ªlla los sobrevivi¨® diez a?os. Ahora ellas est¨¢n solas, y aqu¨ª, delante de nosotros, contando c¨®mo son dos hermanas que se recuperan de tanto terremoto.
En Lolita hall¨¦ esa melancol¨ªa que la tele achica; es una mujer fuerte, veloz, pero tiene esos ojos hondos que tambi¨¦n est¨¢n en los gestos de sus canciones; y la fibra de Rosario quiz¨¢ quien mejor la capt¨® sea Pedro Almod¨®var en aquella pel¨ªcula, Hable con ella, en la que hace de torera. Esencial, contenida, parece un junco.
Y es un junco. Le obsesiona el arte, el arte es todo. Quiere que sus hijos tengan arte, "que sean artistas". La madre "ten¨ªa arte en todo: como madre, como persona, como artista". "Y era supergraciosa", a?ade, "muy divertida, muy inteligente, sabiendo comprender todos los momentos, muy adelantada a su tiempo".
Las educaron, dicen, "con amor, con mucha libertad, sin miedo". Lolita le lleva seis a?os a la menor. "Claro que cuando tienes seis a?os menos das la lata, y cuando pasa el tiempo ya eres igual que la otra". Cuando la edad importaba, Rosario atosigaba a la hermana: "?Por qu¨¦ te pintas? ?Por qu¨¦ fumas? ?Se lo voy a decir a pap¨¢!". Rosario recuerda:
-Me mosqueaba con ella porque cuando se hizo grande dej¨® de jugar.
-Estaba un poco harta porque mi madre me dec¨ªa: "Ten cuidado con tus hermanos, est¨¢te pendiente de ellos". Y yo contestaba: "Hay muchas tatas. ?Por qu¨¦ tengo que ser yo?".
-Usted -le digo a Lolita- ser¨ªa la madre bis.
-Cuando se iban de viaje, mis padres me encargaban de ellos dos, aunque estuvieran rodeados de gente. "T¨² eres la mayor, ten cuidado de ellos, que no se peleen, que no se caigan". La hermana mayor siempre crece, pero la vida luego te une. Pero siempre ser¨¢s la mayor...
-La que intuye lo que le pasa a la otra.
-Y viceversa... Pero cuando era chica, Rosario iba a su bola, estaba en su mundo; y era u?a y carne con Antonio, se pon¨ªan los dos de acuerdo, siempre estaban pinch¨¢ndome. Porque yo era bastante tranquila y ¨¦sta era una revoltosa...
-Era muy mala, muy nerviosa -corrobora Rosario.
-No, mala no has sido nunca. Nerviosa, eras nerviosa.
-S¨ª, era muy nerviosa. Ahora soy m¨¢s tranquila, pero tengo mucho nervio interior...
-Siendo hijos de esa madre, a ver c¨®mo iban a ser tranquilos los Flores...
-Ninguno somos tranquilos -acepta Rosario. Y Lolita la refrenda:
-Lo que pasa es que ella s¨ª exterioriza m¨¢s su nerviosismo; es m¨¢s inquieta. Yo soy m¨¢s casera, le doy muchas vueltas a todo en la cabeza. Ella tiene m¨¢s ¨ªmpetu. En ese sentido somos diferentes.
Las trataban por igual, dicen, Lola buscaba la armon¨ªa. "Pero era muy lista", cuenta Lolita. "Sab¨ªa decirnos la palabra justa a cada una. Para que no nos sinti¨¦ramos ofendidos. Nunca pens¨¦ que mi madre quisiera m¨¢s a Rosario o a Antonio que a m¨ª. Y creo que ellos tampoco. Nunca tuve celos de mis hermanos porque mis padres estuvieran m¨¢s pendientes de cualquiera de ellos que de m¨ª; ni siquiera de ella, que era la m¨¢s chica. A m¨ª lo que me ten¨ªan era harta, porque ellos quer¨ªan jugar y yo pasaba".
-?Y envidia, tampoco han sentido envidia entre ustedes, artistas las dos, en el mismo mundo las dos?
Dice Rosario:
-Depende de c¨®mo te cr¨ªen, de lo fuerte que te hagan, lo que tus padres te hagan sentir.
-La envidia -dice Lolita- nace si te han educado para envidiar. En los seres humanos hay envidia, rencor, ira; todo eso existe. Como dice Rosario, que seas envidioso depende del amor que te hayan dado en tu casa.
Con el padre, la relaci¨®n fue "de respeto", que es una palabra que dicen mucho las hermanas Flores. "De respeto. Mi padre", dice Rosario, "era muy respetuoso, muy libre con nosotros, y muy cari?oso, nunca nos grit¨®". "A m¨ª s¨ª", le rectifica Lolita: "Cuando llegaba tarde". "Pero eso no era gritar". "Lo que pasa es que a ustedes los dejaban ir de noche a las casas de los amigos. Y a m¨ª no me lo hab¨ªan permitido jam¨¢s".
-Los padres evolucionaron, Lolita.
-Claro. ?Es que no tuvieron m¨¢s cojones! Y al ser la primera, yo pagu¨¦ el pato. Para quedarme a dormir en casa de mi amiga Charo Vega ten¨ªa que ponerme a llorar. Pero Rosario, como era la m¨¢s cari?osa de los tres, les daba muchos besos a mis padres, se los zamaleaba muy bien, y al final no ten¨ªa ning¨²n problema: iba a donde quer¨ªa.
-Usted era menos diplom¨¢tica.
-Y m¨¢s seca.
Aquel mayo de 1995 se produjo la devastaci¨®n. Lola, el hijo. La madre, el hermano. Habla la hermana mayor:
-La muerte de mi madre fue para m¨ª un cataclismo. Una muerte anunciada, pero un cataclismo. Se me iba una parte de m¨ª muy importante... Me acuerdo muchas veces de ella, me emociono, como ahora. Tus hijos van creciendo, te vas poniendo en la piel de tu madre. Ten¨ªa ya mis dos hijos en el mundo; los de Rosario a¨²n no hab¨ªan nacido.
Fue un cataclismo muy grande, repite Lolita. "Lo que pasa es que la muerte de mi hermano fue tan de repente, tan insospechada y tan fuera de s¨ª, que fue un shock para todos. ?Y para m¨ª fue un shock doble ver a mi hermana y sentir ese dolor que ella sent¨ªa por la muerte de Antonio! Sab¨ªa la uni¨®n que hab¨ªa entre ellos dos. No solamente ten¨ªa la pena de mi hermano y la pena de mi madre. Cuando lo de mi hermano, en el estado que estaba, grit¨¦: "?Me quedo sin la otra, se me va todo, mi padre se me muere!".
Tuvo miedo Lolita, tuvo ese miedo. "Rosario saltaba, daba gritos. Llegaron los del Samur y les dije: '?l ya se ha ido; por favor, ponerle una inyecci¨®n o algo a Rosario, que se muere, se me va'. Mi miedo era Rosario, Antonio ya se hab¨ªa ido".
Responsabilidad y cari?o: ya era Lolita la madre bis, Lolita Lola. "Se me llenan los ojos de l¨¢grimas, es muy duro". Eso las herman¨® m¨¢s. "Con esa energ¨ªa crecimos. Nuestras vidas han cambiado porque no los tenemos, pero no s¨®lo porque se fueron nos fuimos a vivir juntas, sino porque pap¨¢ se hab¨ªa quedado. Cuando hay una hecatombe tan grande es cuando sabes la dimensi¨®n de lo que has perdido".
-Sobre todo -dice Rosario- te das cuenta de lo que quieres a los hermanos; te das cuenta de ese amor tan grande que sent¨ªa por mi hermano.
Los hermanos, seg¨²n Rosario, "son m¨¢s que amigos. Es una uni¨®n muy grande; son como los brazos y las piernas, porque cuando se te va un hermano de tu alma es como si se te fuera una pierna o un brazo. Los hijos son el tronco. Se te va un hijo y es como si te quitaran el tronco; no tienes vida ni tienes nada, porque los hijos son tu tronco del ¨¢rbol, y los hermanos son las piernas y los brazos. No hay un amigo que te conozca como tu hermano, no hay un amigo que te quiera como tu hermano, no hay un amigo que se pueda parecer a tu hermano".
Un hermano, le dice Lolita, "es m¨¢s que todo eso. Las amistades las eliges, los hermanos te vienen. A ti te conozco, no hace falta que me expliques qu¨¦ te pasa; s¨¦ si est¨¢s bien o mal. Y a ti te pasa lo mismo, me entiendes por el tono de la voz. El hermano tiene un sexto sentido que comprende al otro hermano".
Rosario quiere que sus hijos tengan arte, "ya lo tienen". "Porque el arte te enriquece, te da energ¨ªa, te hace muy libre". Rosario quiere que los chicos sientan el arte, "que sepan disfrutar de la vida". ?Y Lolita? "Me da igual, que hagan lo que quieran. Lo que quiero es que sean felices".
A pesar de los terremotos, ellas son felices. Y son prote¨ªna pura. Fue ah¨ª donde Lolita se pareci¨® m¨¢s a Lola. Dijo enseguida, como si batiera palmas: "Prote¨ªna pura..., con un poco de lechuga".
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