La ciencia del rock
Seis explicaciones matem¨¢ticas a los misterios del pop a partir de las ¨²ltimas revelaciones musicol¨®gicas
?sta es la primera entradilla de la historia que no responde las cinco preguntas cl¨¢sicas del periodismo, sino que plantea seis: ?Est¨¢n las melod¨ªas cerca de acabarse? ?Por qu¨¦ el iPod parece el mejor de los djs? ?Hay m¨²sica para chicas y para machotes? ?Por qu¨¦ tengo muchos m¨¢s discos en las letras M y S que en el resto? ?Cu¨¢ntos a?os faltan para que toda la m¨²sica acabe en Internet? ?Por qu¨¦ la segunda canci¨®n del disco parece siempre la mejor? Las preguntas son del jefe, as¨ª que hay que responderlas. Por fortuna no falta material en las librer¨ªas, con las recientes obras del neur¨®logo Oliver Sacks (Musicofilia, en Anagrama) o del m¨²sico y cient¨ªfico cognitivo Daniel Levitin (El cerebro y la m¨²sica, en RBA), ambas originales y de un gran inter¨¦s, y de alg¨²n otro libro. Adem¨¢s uno tiene sus contactos, as¨ª que vamos a ello.
La innovaci¨®n no es una cuesti¨®n de combinatoria, sino de profundidad
Quiz¨¢ ya est¨¦ en la Red toda la m¨²sica, pero s¨®lo en un sentido estrecho
- ?Est¨¢n las melod¨ªas cerca de acabarse o las canciones (no atonales, claro) son infinitas? El n¨²mero de melod¨ªas dodecaf¨®nicas es f¨¢cil de calcular -son unos 500 millones-, pero dif¨ªcil de interpretar. Casi toda la m¨²sica es tonal, es decir, que se basa en generar y resolver tensiones sobre un punto de anclaje o reposo arm¨®nico (la tonalidad, como do mayor o la menor). Cualquier sistema tonal implica que unas notas (la t¨®nica o ancla y sus socios naturales) se utilizan mucho m¨¢s que otras en una melod¨ªa.
Lo que hizo Sch?nberg fue prohibir por estatuto usar una nota m¨¢s que otra: la melod¨ªa dodecaf¨®nica debe llevar las 12 notas que hay en la escala, y ni una m¨¢s. Sch?nberg no fue el primer m¨²sico atonal, pero s¨ª el primero en proponer esa f¨®rmula matem¨¢tica simple para garantizar al compositor una atonalidad cristalina.Las posibles melod¨ªas dodecaf¨®nicas, por tanto, son las permutaciones de 12 notas tomadas de 12 en 12, que son 12! (12 factorial, o 12 x 11 x 10 x 9...), o cerca de 500 millones. La biblioteca de iTunes tiene seis millones de canciones, as¨ª que ah¨ª parece haber margen para 80 bibliotecas iTunes m¨¢s. Lo que ocurre es que poca gente llamar¨ªa melod¨ªas a la mayor parte de esos productos matem¨¢ticos.
Responde mi cr¨ªtico musical favorito, Diego A. Manrique: "Uno de los primeros n¨²meros de Rolling Stone se plante¨® la cuesti¨®n a principios de los setenta. ?Se est¨¢n acabando las melod¨ªas? No supieron responderla".
?Cu¨¢ntas melod¨ªas tonales hay? Una forma de estimarlo puede ser no partir de 12 notas, sino de 7: la escala diat¨®nica descubierta por Pit¨¢goras (do re mi fa sol la si), casi un producto de la f¨ªsica del sonido. Son las teclas blancas del piano, y casi cualquier forma en que uno toque esas teclas produce una melod¨ªa tonal.
Pero las permutaciones de siete notas tomadas de siete en siete apenas pasan de 5.000. Cada una deber¨ªa estar repetida 1.200 veces en iTunes. Y a¨²n puede que siete notas sean demasiadas. El mayor ¨¦xito de Weather Report, Birdland, se basa en una melod¨ªa de una simpleza insultante: sus cinco notas s¨®lo dan 120 permutaciones. ?Entonces qu¨¦ pasa?
Que el diablo mora en los detalles. Cuando las primeras bossa nova fueron acusadas de mon¨®tonas, Antonio Carlos Jobim respondi¨® con la Samba de uma nota so, donde la ¨²nica nota de la melod¨ªa adquiere cinco significados radicalmente distintos seg¨²n a qu¨¦ acorde pertenezca. La innovaci¨®n en m¨²sica, como en todo lo dem¨¢s, no es una cuesti¨®n de combinatoria, sino de profundidad, durar¨¢ cuanto dure el talento.
- ?C¨®mo funciona el shuffle del iPod, que a veces parece el mejor de los djs? "La reproducci¨®n de canciones obedece estrictamente a una selecci¨®n aleatoria entre las que tiene almacenadas", dice el portavoz de Apple, Paco Lara. ?Ser¨¢ entonces el azar el mejor de los djs? No. La clave est¨¢ en el almac¨¦n, o en su guardi¨¢n: un aut¨®mata llamado Genius. Es parte de la ¨²ltima versi¨®n de iTunes, el programa de Apple para reproducir, organizar, sincronizar y comprar m¨²sica.
"iTunes 8 incluye la revolucionaria caracter¨ªstica Genius", explica Lara, "que con un solo click en una canci¨®n crea una lista de reproducci¨®n con otras canciones de tu biblioteca que van bien juntas con ella". Pero entonces, ?est¨¢ programado en iTunes el concepto ir bien juntas? Aqu¨ª pinchamos: "Me temo que los algoritmos que est¨¢n detr¨¢s de la tecnolog¨ªa Genius no est¨¢n descritos p¨²blicamente".
Seg¨²n Apple, Genius ayuda al usuario a "redescubrir las canciones favoritas que ya tiene", y le sugiere canciones afines "que todav¨ªa no tiene", por si quieren a?adirlas a su colecci¨®n. Genius combina tu informaci¨®n con los datos an¨®nimos de millones de usuarios de iTunes y la procesa con esos misteriosos "algoritmos desarrollados por Apple". ?De qu¨¦ van?
Genius es un filtro colaborativo, un tipo de programa que recoge informaci¨®n sobre los gustos de todos y la usa para predecir el gusto de cada uno. Estos sistemas no funcionan sacando promedios, sino deduciendo pautas. Buscan a otros usuarios con tu mismo patr¨®n de preferencias, y luego aplican un principio simple y eficaz: quienes han coincidido antes tienden a coincidir despu¨¦s. Los humanos somos as¨ª, y Genius lo sabe.
"Pru¨¦balo", me dijo Lara, y as¨ª lo he hecho estos d¨ªas. Es verdaderamente espectacular. Con muy poca informaci¨®n de partida -como una versi¨®n concreta de Summertime por el guitarrista de jazz Barney Kessel-, Genius ha clavado mi perfil de oyente, hasta el extremo de que ya me ha descubierto otros cuatro guitarristas a los que ignoraba por entero, y que me gustan mucho m¨¢s que Barney Kessel, les confieso espont¨¢neamente. ?C¨®mo lo hizo?
Manrique explica: "Hay una empresa que se dedica a clasificar las canciones seg¨²n caracter¨ªsticas como el tiempo que tarda en entrar la melod¨ªa, el n¨²mero de veces que se repite el estribillo o el tipo de armon¨ªas. Presum¨ªan de predecir los ¨¦xitos". As¨ª funciona Genius -con criterios musicol¨®gicos- y por eso funciona tan bien.
Pero Genius tambi¨¦n usa cualquier otro truco que le venga bien. Por ejemplo, le met¨ª las gymnop¨¦dies de Erik Satie y me devolvi¨® el tema de La lista de Schindler, de John Williams, que no se parece en nada. Genius lo hab¨ªa encontrado en Google. Y no repar¨® en que ¨¦se era otro John Williams: un guitarrista cl¨¢sico conocido por sus transcripciones de Satie.
- ?Hay una m¨²sica para chicas y otra para machotes? "S¨ª, pero s¨®lo en Espa?a", responde con humor (alem¨¢n) mi music¨®logo y neurocient¨ªfico favorito, Stefan Koelsch, del Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas en Leipzig. "No, pero ya en serio, yo creo que las nanas las suelen cantar las madres m¨¢s a menudo que los padres, pero puede ser una cosa cultural". En la que Koelsch, por cierto, no ve ninguna ventaja: "Yo personalmente creo que las nanas y otras canciones cantadas por los padres -y no s¨®lo por las madres- tienen unos efectos muy beneficiosos para el ni?o".
El cient¨ªfico prosigue: "De modo similar, no pienso que haya una base biol¨®gica para las diferencias musicales entre sexos. Las distintas preferencias musicales de hombres y mujeres vienen determinadas sobre todo por la cultura, probablemente. Pero es cierto, por ejemplo, que la m¨²sica de algunas cantantes es considerada 'para chicas' por los adolescentes, y despreciada por los chicos. Y tambi¨¦n es verdad que se manejan perfiles sobre la distribuci¨®n de g¨¦nero de los oyentes para una canci¨®n, una banda, una emisora de radio o lo que sea. Steven Brown recoge algo de esto en Music and manipulation". Ah¨ª tenemos otro libro.
Manrique, creador del espacio S¨®lo para ellas en Radio 3, a?ade otro ¨¢ngulo: "Los hombres tendemos a organizar nuestras preferencias con unos criterios m¨¢s r¨ªgidos que las mujeres, como para convencernos de que controlamos la realidad; marcamos as¨ª nuestro territorio, y todo lo que queda fuera de la frontera tiene que ser necesariamente terrible". "Las mujeres est¨¢n mucho m¨¢s desprejuiciadas", prosigue el cr¨ªtico, "y cuando escuchan m¨²sica no tienen necesariamente que estar reforzando sus esquemas y estereotipos; tampoco necesitan comprarse todos los discos de B. B. King, por ejemplo".
- ?Por qu¨¦ en mi discoteca tengo muchos m¨¢s discos en las letras M y S que en el resto? ?sta no es de m¨²sica. Tambi¨¦n mi agenda del m¨®vil est¨¢ llena de emes -manolos, mar¨ªas, manriques-, y algo similar pasa en los diccionarios. La preponderancia de la M se debe seguramente a que no hay mejor forma concebible de empezar una palabra: cerrando la boca.
- Al ritmo sostenido que llevamos de sumar canciones a la Red... ?Cu¨¢ntos a?os faltan para que toda la m¨²sica acabe en Internet, si tal quimera es posible? Es posible que ya est¨¦ en la Red toda la m¨²sica, aunque s¨®lo en un sentido estrecho de la palabra "toda". Tambi¨¦n es verdad que, por ahora, muchas grabaciones descatalogadas s¨®lo est¨¢n disponibles en servidores de difusa legalidad. "Si encuentras algo que te interesa en una de esas p¨¢ginas de descargas gratis", aconseja Manrique con iron¨ªa, "m¨¢s vale que te lo bajes de inmediato, porque al d¨ªa siguiente pueden haber cerrado 'por aviso legal'".
De todos modos, "hay miles de canciones que no han llegado a Internet, y que quiz¨¢ nunca lleguen", dice Manrique. Las emisoras de radio, por ejemplo, tienen registradas innumerables interpretaciones en directo que emitieron desde sus estudios, y que rara vez se han editado en disco, y casi nunca han llegado a la Red. "?O qu¨¦ sabemos de la m¨²sica de Indonesia, o de Manchuria en los a?os treinta?", se pregunta Manrique ahora que no le oye el jefe.
- Y acabamos con la sexta pregunta ?Por qu¨¦ el segundo corte del disco parece siempre la mejor? Responde mi periodista favorito, Walter Matthau: "Oh vamos Hildy, ?qui¨¦n llega al segundo corte?".
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