Dos a?os despu¨¦s
Han pasado dos a?os desde que empez¨® la crisis. A estas alturas, un mes despu¨¦s de la primera intervenci¨®n del BCE, el consenso era que la crisis iba a ser muy similar a la de 1998, algo que parec¨ªa muy serio pero que, en realidad, no ser¨ªa m¨¢s que un susto de un par de meses que se resolver¨ªa con una intervenci¨®n decisiva de las autoridades monetarias. En los corrillos de la reuni¨®n anual de Jackson Hole se comentaba que el susto de agosto del 2007 ser¨ªa como una mala digesti¨®n, sin consecuencias apreciables para la econom¨ªa real. El ejemplo de 1998 estaba muy presente: tras m¨¢s de un a?o de crisis asi¨¢tica, el colapso de LTCM y la suspensi¨®n de pagos rusa no fueron que un peque?o tropiezo en el camino, y tanto la econom¨ªa como los mercados siguieron creciendo aceleradamente hasta el a?o 2000.
No tenemos ni idea de cu¨¢l debe de ser el nivel de riesgo ¨®ptimo de una econom¨ªa
Por supuesto hab¨ªa algunos que apuntaban que los desequilibrios globales eran insostenibles y que en alg¨²n momento habr¨ªa una crisis. Pero eso es tan ¨²til como la predicci¨®n de un reloj parado, que dos veces al d¨ªa da la hora exacta. Hablar de desequilibrio global es algo muy amplio de poco valor predictivo. Y, dos a?os despu¨¦s, se puede afirmar que nadie vio venir lo que iba a pasar. Hab¨ªa an¨¢lisis puntuales de la fragilidad del mercado hipotecario americano. Los m¨¢s pesimistas hablaban de un colapso del d¨®lar y una posible fuga de capitales de los EE UU que generar¨ªa un aumento de tipos de inter¨¦s como el escenario de crisis. Como hemos visto, tal colapso del d¨®lar no sucedi¨®, m¨¢s bien al contrario. Si, hab¨ªa muchas opiniones encontradas, pero ninguna vio venir lo que iba a pasar.
Quiz¨¢s no sea entonces una casualidad que estos mismos pesimistas de entonces que no entendieron los mecanismos de la crisis lleven varios meses diciendo que la recuperaci¨®n econ¨®mica tendr¨¢ forma de L y que el rally de las bolsas de los ¨²ltimos meses -un aumento de los precios burs¨¢tiles nada despreciable, por cierto, m¨¢s de un 30% en muchos mercados- es insostenible. Para predecir el qu¨¦ y el cu¨¢ndo hace falta entender muy bien todos los detalles, no s¨®lo generalizar acerca de los posibles riesgos.
Esta falta de comprensi¨®n de los mecanismos que generaron y desarrollaron la crisis es muy importante, porque las supuestas lecciones de la crisis marcar¨¢n el desarrollo de la pol¨ªtica econ¨®mica de las pr¨®ximas d¨¦cadas. Se corre el peligro de aceptar conclusiones sencillas que den una falsa sensaci¨®n de seguridad. Por ejemplo, se ha generado un r¨¢pido consenso responsabilizando de la crisis a los bajos tipos de inter¨¦s durante el periodo 2004-07 y a la teor¨ªa de que es mejor no tocar las burbujas financieras y resolver los problemas si explotan. Habr¨¢ que ver cual es el primer banquero central que tiene el coraje de anunciar p¨²blicamente que hay una burbuja en un determinado activo que merece ser explotada. Las burbujas son parte integral del proceso tecnol¨®gico. ?Cu¨¢nta innovaci¨®n se hubiera impedido si se hubiera decidido pinchar la burbuja de Internet en 1995?
De manera similar parece haberse creado un consenso pol¨ªtico acerca de la remuneraci¨®n de los banqueros, concentrada en el corto plazo y que incitaba a la toma de riesgos excesivos -y por tanto se deber¨ªan legislar sistemas de compensaci¨®n ligados en parte a la evoluci¨®n futura de la compa?¨ªa-. Lo cual es interesante, porque ¨¦ste era precisamente el sistema de compensaci¨®n que utilizaba, por ejemplo, la unidad de productos financieros de AIG, una de las grandes causantes de la crisis. Sin embargo, nada se discute o comenta acerca de los sistemas de gesti¨®n y compensaci¨®n de los supervisores que fallaron estrepitosamente en su evaluaci¨®n de los riesgos de las entidades que supervisaban.
La verdad es que sabemos todav¨ªa poco de lo que pas¨®. Sabemos que pensar que los precios de la vivienda nunca descender¨ªan fue un error garrafal, y ¨¦sta deber¨ªa ser la principal lecci¨®n de la crisis. Sabemos que hubo intermediarios financieros que se aprovecharon legalmente de las m¨²ltiples ineficiencias del sistema de regulaci¨®n financiera, pero la reforma regulatoria est¨¢ avanzando muy despacio y se ha convertido ya en un proceso dominado por intereses pol¨ªticos dom¨¦sticos. Sabemos que el sistema de provisi¨®n de liquidez de los bancos centrales era muy anticuado y parece que las mejoras de los ¨²ltimos dos a?os har¨¢n el sistema m¨¢s estable.
Sospechamos que el deseo de los bancos centrales de ser muy predecibles quiz¨¢s haya fomentado una falsa sensaci¨®n de seguridad, facilitando una mayor toma de riesgos y, por tanto, la tarea de los bancos centrales ser¨¢ mucho m¨¢s compleja y vol¨¢til en la pr¨®xima d¨¦cada. Y, por ahora, no tenemos ni idea de la cuesti¨®n fundamental presentada por la crisis, cual debe de ser el nivel de riesgo ¨®ptimo de una econom¨ªa.
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