Fiestas de esquina
Nos aproximamos al fin del verano y ya s¨¦ que septiembre no va a acabar con este ruido rampante que en Barcelona pone en jaque mi paciencia de ciudadano civilizado. No porque vaya a tomarme ninguna justicia por mi propia mano, sino porque comienzo a convencerme de que la mejor manera de neutralizarlo es sumarme a ¨¦l. Voy a dar un ejemplo. En el pueblo donde durante unos a?os pas¨¦ parte mis vacaciones, su fiesta anual suele festejarse hacia los primeros d¨ªas de septiembre. Pero un s¨¢bado de principios de agosto descubr¨ª que una zona apartada del pueblo festejaba su propia fiesta. Al d¨ªa siguiente pregunt¨¦ qu¨¦ era ese inesperado para m¨ª alboroto sandunguero y me contestaron que era la fiesta de la calle. O sea, que dicho pueblo adem¨¢s de su fiesta mayor, ese rito recurrente que todos agradecemos y disfrutamos, se vio repentinamente enriquecido por una especie de fiesta bis. De Barcelona s¨¦ muy bien que desde hace unos a?os a esta parte algunos barrios, adem¨¢s de las tradicionales, incrementan su acervo l¨²dico con fiestas de esquinas. Es decir, incipientes fiestas que de pronto se improvisan en un cruce de calles de nuestra querida ciudad condal y como nadie (m¨¢s bien todo lo contrario) dice nada, adquieren de un a?o para el otro carta de ciudadan¨ªa (nunca mejor dicho). No crea el lector que se trata de compartir en la calle unas patatas fritas, unas cervezas y unas fantas para los ni?os. No, no. Se trata de aut¨¦nticas fiestazas con orquesta o sintetizadores y bailongo incluido. Suelen durar un fin de semana. Algunas, una semana entera. Y para que no sean menos impactantes y coloridas que sus hermanas mayores, estas fiestas anuales de esquinas suelen finalizar con alardes pirot¨¦cnicos. Supongo que el Ayuntamiento est¨¢ al tanto del asunto. Y aunque me cueste aceptarlo, sospecho que el derroche invasivo de decibelios tiene algo que ver con la cosecha de votos. Tenga cuidado entonces el ciudadano, que cuando menos lo espere le sale una fiesta mayor en su esquina. Yo ya claudiqu¨¦. En mi barrio, el Guinard¨®, adem¨¢s de la que me toca por tradici¨®n, tengo unas cuantas m¨¢s para elegir.
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