Huecos
Los hombres huecos de T. S. Eliot comienza as¨ª: "Nosotros somos los hombres huecos/ nosotros somos los hombres rellenos/ inclin¨¢ndonos juntos/ la cabeza de paja. ?Ay!" Pens¨¦ en ese poema escuchando ayer por la ma?ana a Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, en el programa de Ana Rosa Quintana (Telecinco).
Hay algo en Cospedal que evoca oquedades: como si no acabara de rellenar su puesto en el partido; quiz¨¢ en la vida ella no tiene huecos, pero en la pol¨ªtica va dejando oquedades por donde pasa. Y eso, claro, afecta a sus argumentos. Ella fue la que avent¨® la especie de que el Estado espiaba a los suyos. Es famoso que lo dijo ante el mar, como quien se toma un zumo. Y Dios la que se arm¨®. Luego se supo que todo era hueco, y gente de su partido ha querido rellenarlo. Esteban Gonz¨¢lez Pons invent¨® un galimat¨ªas para echarle una mano y Esperanza Aguirre concluy¨® el debate con ese "haberlas haylas". Cospedal se posicion¨® en esos huecos: haberlas haylas, pero ya no se llaman escuchas, sino X. Por cierto, dej¨® caer que Rubalcaba miente, porque minti¨® una vez (con los GAL). Las reglas de tres son peligrosas: por sus huecos se cuelan los t¨®picos.
Luego pas¨¦ a escuchar a Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, la portavoz parlamentaria del mismo partido, que charlaba con Ana Pastor en Los desayunos de La Uno. Y me pareci¨® que Soraya es de cemento: s¨®lida, no le caben huecos. Lo uno -los huecos- y lo otro -el granito, o el cemento- no son malos en s¨ª mismos. Hay huecos hermos¨ªsimos, miren las esculturas de Henry Moore; y con granito hizo Chillida maravillas.
A veces tanto la mujer de huecos como la mujer de cementos dan la sensaci¨®n, en sus contactos con los medios, de ser tan solo de aire. Le preguntaron ayer a la portavoz si ten¨ªa prueba de alguna escucha, y como no hab¨ªa tangente por donde salir dijo que hab¨ªa habido una escucha a Rita Barber¨¢. No la hubo, no se conoce. Pero ella se siente c¨®moda poniendo cemento donde hay huecos. Por cierto, el poema de Eliot termina as¨ª: "As¨ª termina el mundo/ no con un estampido sino con un quejido". Mucho estampido se oye; esperemos el tiempo de los quejidos.
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