Beevor viaja al D¨ªa D
Tal vez no sea la batalla m¨¢s importante de la historia. Seguramente Salamina, Waterloo o Stalingrado fueron m¨¢s decisivas. Sin embargo, el 6 de junio de 1944, cuando la mayor flota nunca vista lleg¨® a las costas francesas para el desembarco de Normand¨ªa, se ha convertido en una fecha emblem¨¢tica. Muchos recuerdan de memoria el nombre de las cinco playas: Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword. El D¨ªa D ha sido mitificado por pel¨ªculas como El d¨ªa m¨¢s largo o Salvar al soldado Ryan, por pol¨ªticos e investigadores y por los miles de turistas que se acercan cada a?o a las costas del norte de Francia. No obstante, Antony Beevor (1946), el historiador que con Stalingrado y Berl¨ªn. La ca¨ªda, 1945 convirti¨® la II Guerra Mundial en best sellers, se ha atrevido a volver a aquella batalla. Es m¨¢s, ha encontrado cosas nuevas que contar, datos in¨¦ditos.
"La guerra ahora no tiene nada que ver con aquel conflicto. Los paralelismos son enga?osos y peligrosos"
"Contar la historia desde abajo es la ¨²nica forma de narrar las consecuencias de los acontecimientos sobre la gente corriente"
Como ocurre con los t¨ªtulos anteriores, su libro se lee sin pausa y est¨¢ lleno de testimonios que surgen desde el dolor de la guerra para hacernos mucho m¨¢s humano el pasado. El ¨¦xito en el Reino Unido fue fulminante. La conversaci¨®n tiene lugar en su casa londinense de Fulham, acogedora, con mermeladas a medio preparar en la mesa de la cocina. S¨®lo hay una pregunta sin respuesta: ?cu¨¢l ser¨¢ su siguiente libro? Asegura que, por contrato, no puede hablar de su pr¨®ximo trabajo sobre la II Guerra Mundial. Pero confiesa que tiene tres libros planeados y s¨ª puede confesar de qu¨¦ va el tercero: Napole¨®n.
PREGUNTA. Una de las novedades de su nuevo libro es la insistencia en el sufrimiento de los civiles durante aquella batalla. ?Por qu¨¦ no se hab¨ªa investigado hasta ahora?
RESPUESTA. Tenemos que enfrentarnos a la terrible paradoja de que una democracia en una guerra puede llegar a matar a muchos civiles, porque la presi¨®n de la prensa y el Parlamento en casa para reducir las bajas puede forzar a los comandantes a utilizar mayor potencia en los bombardeos. Y eso es lo que sucedi¨® en Francia. Churchill estaba muy preocupado por este tema porque dec¨ªa que los franceses les iban a odiar y trataba de convencer a los responsables de los ataques a¨¦reos para que intentasen mantener bajo el n¨²mero de v¨ªctimas, que llegaron a ser 15.000 antes de la invasi¨®n. Y durante la batalla subieron m¨¢s todav¨ªa. No s¨¦ c¨®mo van a reaccionar los lectores estadounidenses ante el dato de que en el D¨ªa D murieron muchos m¨¢s civiles franceses que soldados brit¨¢nicos y estadounidenses. Debo decir que a m¨ª me choc¨® porque todos tenemos mitificado el D¨ªa D, pero cuando uno descubre las v¨ªctimas de la batalla de Normand¨ªa es terrible. Eso no minusvalora la valent¨ªa de los soldados o la importancia de la batalla. Se mont¨® un esc¨¢ndalo porque utilic¨¦ la palabra crimen de guerra para describir el bombardeo de Caen y hay que ser muy cuidadoso con esta expresi¨®n, lo que dije es que estaba cerca del crimen de guerra. Pero lo que es cierto es que el bombardeo no consigui¨® nada y fue est¨²pido desde el punto de vista militar porque si quieres capturar una ciudad r¨¢pidamente no deber¨ªas destrozarla. Y s¨®lo hubo bajas entre los civiles.
P. Cuando dice que una democracia puede provocar bajas civiles ?puede aplicarse a lo que ocurre en Afganist¨¢n?
R. En cierta medida, s¨ª. Naturalmente que los bombardeos, a¨¦reos y de artiller¨ªa, son mucho m¨¢s precisos ahora pero es una cuesti¨®n de lo buena que es la informaci¨®n de los servicios secretos para identificar los objetivos. Cuando combates en una guerra asim¨¦trica, la habilidad para identificar al enemigo es muy dif¨ªcil, casi imposible, como vimos en Vietnam. Volviendo a Normand¨ªa, uno de los problemas es que los comandantes, Montgomery, Eisenhower y Bradley, estaban mal informados sobre la precisi¨®n de los bombardeos. Cuando se produce el segundo bombardeo de Caen, en la noche del 17 de julio, tuvieron el mismo problema que en Omaha, donde las defensas alemanas quedaron intactas. Los aviones vinieron desde la retaguardia, ten¨ªan miedo a dejar caer las bombas sobre las tropas y por unos segundos no alcanzaron a los alemanes sino que cayeron sobre la ciudad de nuevo.
P. ?No ten¨ªa miedo de publicar otro libro sobre el desembarco de Normand¨ªa, no s¨®lo por obras anteriores como la de Max Hastings, sino porque es una batalla de la que todo el mundo tiene una imagen idealizada?
R. No ten¨ªa miedo porque los grandes libros sobre el tema salieron al principio de los a?os ochenta, sobre todo los de John Keagan y Max Hastings. Aunque son muy buenos, ha surgido mucho material in¨¦dito, sobre todo los relatos de los soldados, y los estadounidenses eran extraordinarios en esto, ya que hay cientos de entrevistas realizadas despu¨¦s del combate. Adem¨¢s, escribo historia de una forma completamente diferente de Max, estoy m¨¢s interesado en entender c¨®mo era el combate desde la mirada de los soldados que en describir la batalla desde un punto de vista estrat¨¦gico. Otro de mis objetivos era explicar por qu¨¦ Normand¨ªa es diferente de lo que la gente suele pensar. Despu¨¦s de escribir Berl¨ªn, estaba en Washington y el historiador militar oficial de la batalla, Martin Blumenson, me dio la primera idea para el libro porque me sugiri¨® que hiciese una comparaci¨®n entre la lucha en el frente del Este y en Normand¨ªa. Me di cuenta de que era una forma importante de mirar la batalla porque fue mucho m¨¢s salvaje de lo que pensamos.
P. Siempre se ha pensado que la verdadera lucha tuvo lugar en el Este. ?Qu¨¦ datos le llevaron a cambiar de opini¨®n?
R. Hubo momentos en el frente del Este en que la lucha fue muy intensa y la cifra de mil muertos por divisi¨®n al mes era mucho m¨¢s alta, pero uno siempre asume que los muertos en el frente del Este eran tantos que el combate en el Oeste era much¨ªsimo menos intenso. Pero no era as¨ª: Normand¨ªa fue muy salvaje. Y tambi¨¦n est¨¢ el asunto de la muerte de prisioneros y las bajas psicol¨®gicas. El problema en Estados Unidos, y no tiene nada que ver con los veteranos sino con los escritores que crearon posteriormente el mito de la mejor generaci¨®n, es que se ha convertido en algo casi sagrado, la imagen de que cada hombre en Omaha Beach era un h¨¦roe. Pero es una sentimentalizaci¨®n. Cuando tienes a un soldado muy joven, que se enfrenta por primera vez al combate y se encuentra con explosiones por todos lados, es normal que est¨¦ desorientado. No tiene nada que ver con la cobard¨ªa, que es cuando tienes a un oficial que huye y deja morir a sus soldados. Jam¨¢s dir¨ªa que un soldado que se derrumba en mitad de la batalla es un cobarde, es una reacci¨®n muy humana.
P. ?Llegaron a ser muy frecuentes los asesinatos de prisioneros?
R. El problema con este tema es que no tenemos datos precisos y nunca los tendremos. Pero me choc¨® mucho la forma en que, cuando lees entrevistas con soldados estadounidenses, hablaban francamente de ello, incluso en las entrevistas que hizo Stephen Ambrose, aunque luego no aparecen en sus libros.
P. Pero s¨ª en una secuencia de Hermanos de sangre,
la serie basada en su libro sobre la 101? Divisi¨®n Aerotransportada.
R. Muestran uno o dos casos, pero pudo haber muchos. Los SS mataron a m¨¢s de cien canadienses en los primeros momentos de la batalla y entonces se produjo un c¨ªrculo vicioso de venganzas. Pero es imposible tener datos, porque aparecer¨¢n siempre como muertos en acci¨®n. S¨®lo se puede hacer bas¨¢ndote en entrevistas y por referencias en algunos informes oficiales, pero no es posible hacerse una idea de la frecuencia con que ocurr¨ªan.
P. ?Qu¨¦ pel¨ªculas sobre el D¨ªa D le gustan?
R. Cuando Newsweek me encarg¨® una cr¨ªtica de Salvar al soldado Ryan, les choc¨® much¨ªsimo que fuese negativa. Creo que los primeros 20 minutos son una recreaci¨®n espectacular de c¨®mo es una batalla, pero el resto es una serie de lugares comunes de Hollywood, tipo Doce del pat¨ªbulo. No me pareci¨® serio. Lo interesante es lo que dijo Spielberg cuando se estren¨® la pel¨ªcula: que la II Guerra Mundial era el momento definitivo en la historia y que el D¨ªa D era el momento definitivo de esa guerra, lo que es una interpretaci¨®n muy americana del conflicto, por decirlo amablemente. No aparecen rusos ni brit¨¢nicos. Spielberg forma parte de la generaci¨®n de Vietnam y por eso es tan importante la batalla de Normand¨ªa, la liberaci¨®n de Europa, porque era un momento en que los estadounidenses eran los buenos y los alemanes los malos.
P. ?Usted cree que nuestra fascinaci¨®n por la II Guerra Mundial viene de ah¨ª?
R. Hay sin duda un elemento de esto, aunque hay muchas m¨¢s razones para explicar por qu¨¦ es tan importante en la conciencia colectiva de las naciones, de nuestra propia historia. La II Guerra Mundial es tambi¨¦n peligrosa porque se ha convertido en una referencia para todos los conflictos contempor¨¢neos. Eso es peligroso porque los pol¨ªticos pueden hacer comparaciones como la de Bush, que equipar¨® el 11-S con Pearl Harbour. Y estaba buscando una guerra contra un pa¨ªs, cuando era un problema de seguridad contra Al Qaeda. Blair hizo cosas similares. Una tentaci¨®n para los pol¨ªticos es considerar que la II Guerra Mundial fue una buena guerra, una guerra justa y especialmente para los estadounidenses, que la utilizan mucho en los discursos imitando el tono de Churchill. Pero tambi¨¦n es muy peligroso porque produce paralelismos falsos. Antes de la ¨²ltima guerra del Golfo, fui contactado por todos los diarios del Reino Unido, empezando por el Financial Times y acabando en The Sun, que me pidieron una comparaci¨®n entre la batalla de Bagdad y Stalingrado. Y dije una y otra vez que no iban a tener nada que ver. La guerra ahora no tiene nada que ver con aquel conflicto. Estos paralelismos son enga?osos y peligrosos. Cuando empec¨¦ a trabajar en Stalingrado era el 50? aniversario del final de la II Guerra Mundial, en 1995, y hab¨ªan publicado muchos libros y ninguno se vendi¨®. Todo el mundo se qued¨® extra?ado del ¨¦xito del m¨ªo y lo discut¨ª con otros historiadores y con amigos. Una de las conclusiones a las que llegu¨¦ es que vivimos en una sociedad posmilitar y que la gente, al no tener experiencia en el servicio militar, no sabe c¨®mo funciona esto. Luego hay una fascinaci¨®n ante la pregunta: ?qu¨¦ hubiese hecho de haber estado all¨ª? ?Hubiese sobrevivido psicol¨®gica, f¨ªsica o moralmente? ?Me hubiese negado a matar prisioneros o civiles si me lo hubiesen pedido? Hay un elemento personal. Pero tambi¨¦n hab¨ªa otro que surgi¨® en un debate que se ha producido de nuevo este a?o: ?por qu¨¦ hay tantas novelas brit¨¢nicas ambientadas en el pasado? ?Por qu¨¦ funciona tan bien la historia? Robert McCrumb escribi¨® un texto en The Observer en el que dec¨ªa que los libros ambientados en el pasado tienen tanto ¨¦xito porque el gran elemento del drama humano es la elecci¨®n moral y ahora vivimos en una ¨¦poca donde se plantean muchas menos elecciones morales. Entonces, los escritores deciden ambientar historias en el pasado donde las elecciones morales son posibles. Y la II Guerra Mundial era puro drama humano, en el peor sentido del t¨¦rmino. No s¨®lo por los millones de muertos, sino porque millones de vidas cambiaron totalmente durante el conflicto. Cuando estaba trabajando en los Archivos Nacionales franceses, tard¨¦ mucho tiempo en lograr el permiso para leer los informes de la DST, la polic¨ªa pol¨ªtica. Hab¨ªa un p¨¢rrafo en el que se contaba la historia de la mujer de un granjero alem¨¢n que fue encontrada en Par¨ªs, sin hablar nada de franc¨¦s, que hab¨ªa conseguido colarse en un tren que devolv¨ªa a Francia a v¨ªctimas de campos de concentraci¨®n. Y la raz¨®n es que estaba completamente enamorada de un prisionero franc¨¦s que trabaj¨® en su granja y con el que tuvo una historia y no pod¨ªa vivir sin ¨¦l. Lo sigui¨® hasta Par¨ªs. La cantidad de preguntas que quedan abiertas por este ¨²nico p¨¢rrafo es enorme: ?qu¨¦ ocurri¨® con su marido? ?C¨®mo mantuvo esa historia de amor ilegal bajo las leyes nazis? ?Le encontr¨®? ?Estaba casado? Este p¨¢rrafo es toda una novela. Y te das cuenta de la importancia de contar la historia desde abajo, porque es la ¨²nica forma de narrar las consecuencias de los acontecimientos sobre la gente corriente, ya sean soldados o civiles. Son las consecuencias de las decisiones de Hitler, Stalin o de comandantes como Patton o Montgomery.
P. Volviendo al D¨ªa D, uno se pregunta leyendo su libro si la invasi¨®n fue un ¨¦xito de los aliados o un fracaso de los alemanes.
R. Eso se puede decir de todas las batallas, qui¨¦n gan¨® y qui¨¦n perdi¨®. Se ha forjado una idea inexacta de que el D¨ªa D ten¨ªa que ser necesariamente una victoria y no es as¨ª, los peligros eran enormes pese a que los aliados tuviesen una fuerza muy superior. Uno debe recordar que si no llegan a tener esa peque?a ventana en el tiempo que permiti¨® desembarcar el 6 de junio, el desembarco hubiese tenido que retrasarse durante semanas. Y es incre¨ªble que los alemanes no utilizasen los submarinos, que la Armada consiguiese cruzar sin bajas. Una lecci¨®n muy importante es comprender que nada es inevitable, es una lecci¨®n crucial para todo historiador y tienes que transmitir eso a los lectores. Los planes del D¨ªa D fueron meticulosos y todo estaba muy pensado, y aun as¨ª se cometieron fallos en el lado aliado. Pero los grandes errores desde el punto de vista de los alemanes tuvieron que ver con elecciones, con saber si los aliados iban a desembarcar en Normand¨ªa o el Pas de Calais o si las divisiones acorazadas deb¨ªan lanzarse hacia las playas o esperar en la retaguardia, que era el gran debate en la c¨²pula del mando alem¨¢n. Y tambi¨¦n fueron desastrosas las interferencias de Hitler en la batalla. Pero, una vez que los aliados lograron establecerse en sus cabezas de playa, la suerte estaba echada. Como reconoci¨® Rommel, la batalla se iba a decidir en las primeras 24 horas. De hecho, fue ¨¦l quien invent¨® la expresi¨®n "el d¨ªa m¨¢s largo" y no Cornelius Ryan.
P. ?Por qu¨¦ se ha estudiado menos la destrucci¨®n que la batalla de Normand¨ªa provoc¨®?
R. Bueno, la mayor¨ªa de los historiadores franceses reconocen que la batalla de Normand¨ªa salv¨® en realidad al resto de Francia. La estrategia de rechazar cualquier retirada hizo que el Ej¨¦rcito alem¨¢n fuese destruido en Normand¨ªa y que no luchase durante su retirada. Eso s¨ª, para los normandos fue un desastre.
P. ?Cu¨¢nto tiempo pas¨® en los escenarios de la batalla?
R. La primera vez que fui al Memorial de Caen pens¨¦ que iba a conseguir todo el material en unas dos semanas. Qu¨¦ optimista. En realidad, me pas¨¦ meses en Caen, iba todas las semanas desde Kent. Lo m¨¢s importante est¨¢ en el Memorial, porque no s¨®lo es un gran museo, sino que tiene un archivo extraordinario. Se ha concentrado casi todo all¨ª, los soldados alemanes, brit¨¢nicos, canadienses, estadounidenses han enviado all¨ª sus diarios, pero tambi¨¦n los civiles franceses. Todos estos testimonios contienen relatos de los bombardeos, del sufrimiento y me pas¨¦ semanas y semanas ley¨¦ndolos. Mirar el terreno a veces no es bueno porque los escenarios han cambiado tanto que pueden entrometerse en tu imaginaci¨®n, pero en otras ocasiones no, como ocurre con Omaha Beach, donde se ve muy claramente aquello a lo que se enfrentaban.
P. ?El papel de la Resistencia en la batalla de Normand¨ªa fue m¨¢s o menos importante de lo que creemos?
R. Tuvieron una contribuci¨®n importante en el corte de las comunicaciones alemanas. El problema es que la importancia estrat¨¦gica de las guerrillas es siempre dif¨ªcil de cuantificar. Eisenhower, de una manera muy diplom¨¢tica, respondi¨® cuando le preguntaron por el papel de la Resistencia: "Mejor de lo esperado, menos de lo anunciado". Creo que fue injusto, porque el propio Patton reconoci¨® el enorme papel de la Resistencia en Breta?a, por ejemplo, donde fue una resistencia armada, lo que permiti¨® desplazar a algunas de sus divisiones y emplearlas para el ataque en el Sena. Inevitablemente, Normand¨ªa no ofrec¨ªa las condiciones para una resistencia armada. En parte porque los granjeros normandos eran anti Laval pero bastante pro P¨¦tain. Eran muy conservadores en todos los sentidos de la palabra, no s¨®lo pol¨ªticamente. Lo que quer¨ªan era salvar sus granjas y no provocar reacciones de los alemanes. Sin embargo, fueron extremadamente generosos con los refugiados. En los pescadores s¨ª que hubo mucha m¨¢s resistencia, porque eran totalmente anti Vichy.
P. En cuanto a los comandantes aliados, la imagen de Montgomery en su libro no es muy positiva.
R. Montgomery era una persona muy extra?a, psicol¨®gicamente muy compleja. Su vanidad era extraordinaria, imposible de concebir. He sido atacado por algunos admiradores de Montgomery y he recibido cartas insultantes, pero muchos otros me han dicho que tengo toda la raz¨®n. En una de ellas, un lector me contaba que en el colegio fue Montgomery a dar una charla y que al cabo de un rato se dio cuenta de que un ni?o se hab¨ªa dormido. Y empez¨® a gritar: "Profesor, profesor, se ha dormido un ni?o, tiene que ser castigado". El ni?o se despert¨® por los gritos y Montgomery dijo: "Entonces empezar¨¦ desde el principio". Eisenhower tuvo el trabajo m¨¢s dif¨ªcil de todos, que era mantener unidos a todos estos personajes: Patton, Bradley, Montgomery, que se detestaban entre ellos. Por no hablar de los comandantes de la aviaci¨®n.
El D¨ªa D. La batalla de Normand¨ªa. Antony Beevor. Traducci¨®n de Te¨®filo de Lozoya y Juan Rabasseda. Cr¨ªtica. Barcelona, 2009. 704 p¨¢ginas. 29 euros. Se publica el pr¨®ximo d¨ªa 10. El escritor participa en el Hay Festival de Segovia el 26 de septiembre. www.antonybeevor.com. www.2gm-normandie.com/accueil.php. www.memorial-caen.fr/portail/index.php.
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