Refulgente Armani
Ha tardado un a?o en debutar en plaza de tanto tron¨ªo, pero lo ha hecho por la puerta grande. No es un chaval, porque ya tiene una edad; ni es un desconocido; ni torero; ni aficionado, quiz¨¢. Pero ayer, en la muy real, hist¨®rica y tradicional plaza de Ronda hizo su presentaci¨®n un modisto italiano, conocido en el mundo por Armani, y de nombre de pila Giorgio, que triunf¨® y sali¨® a hombros en loor de multitud. Y lo m¨¢s grande es que no estuvo en carne viva, sino en alma pura, pues toda su presencia fue su creatividad, la obra imaginada y dise?ada en un vestido de torear que luci¨® su modelo preferido, un torero de artistas hechuras conocido como Cayetano en las plazas y en las pasarelas.
ALGARRA/MANZANARES, PERERA, CAYETANO
Toros de Luis Algarra, bien presentados, blandos, nobles y descastados.
Jos¨¦ M. Manzanares: pinchazo hondo y estocada (ovaci¨®n); estocada (dos orejas). Miguel A. Perera: estocada (oreja); -aviso- estocada (dos vueltas); pinchazo y estocada (dos orejas). Cayetano: estocada (oreja); estocada (dos orejas).
Plaza de Ronda. 5 de septiembre. Corrida de feria. Lleno.
No hubo faena de altura. En la memoria quedar¨¢ el traje del modisto
Cayetano toreaba con gusto al sexto, con el que se luci¨® por naturales bellos
Salieron seis toros de aceptable presencia, variada condici¨®n y tres toreros de primer orden que cortaron orejas. Pero no hubo momento grande, ni faena de altura, ni toro bravo ni figura para el recuerdo. Lo que quedar¨¢ en la memoria ser¨¢ el traje de Armani.
Pasaban minutos de las cinco y media cuando se abri¨® la puerta de cuadrillas y la expectante plaza se convirti¨® en un silencioso murmullo. Cayetano apareci¨® enfundado en una elegante capa espa?ola realizada en raso del llamado "famoso" color "greige" de Armani, mezcla de gris y beige, y que para entendernos se trata de un color bronce muy opaco y trist¨®n. Cayetano luci¨® planta y capa con andares pausados, cuajados de elegancia, por tan grandiosa pasarela, hasta que el saludo a la presidencia le permiti¨® presumir de traje del mismo color que la capa, cuajado de bordados y dibujos realizados con lentejuelas y peque?os cristales de swarovski que, a primera vista, no destacaba m¨¢s que por su ausencia de brillo y guapeza. Es un traje que imita el tradicional vestido de luces, en el que destaca la chaquetilla m¨¢s larga de lo habitual, con amplias y vistosas solapas y un amplio cuello levantado.
Pero quedaba la sorpresa final: el traje triste y opaco en la sombra resucit¨® como por ensue?o en cuanto el torero pis¨® los terrenos de sol. Abrieron los ojos los cristales, restallaron de luz blanca, brillaron todos al un¨ªsono, y el torero -Armani, en suma- se convirti¨® en una antorcha de color, fulgurante y refulgente; tanto que, en alg¨²n momento, el brillo desvi¨® la atenci¨®n de los toros. En verdad, es que nadie estaba preparado para tan vistoso haz de luz.
"No te acerques mucho, Cayetano, no se te vaya a manchar el vest¨ªo", le gritaron al torero desde el tendido. Pero Armani dise?a; Cayetano luce y el toro descompone. Y ocurri¨® en el deca¨ªdo tercero de la tarde: el animal enganch¨® al torero por una de las piernas y al intentar mantener la verticalidad, se manch¨® el traje de sangre por la pechera y las hombreras y la obra de arte ya no fue la misma.
Despu¨¦s de esta voluntariosa cr¨®nica de moda y una publicidad gratuita para el dise?ador italiano, quede constancia de que la LIII corrida goyesca no pasar¨¢ a la historia por la bravura de las reses lidiadas, ni por el triunfo de los toreros ni la autoridad del presidente. A punto estuvo el us¨ªa de provocar un altercado de orden p¨²blico al negarle la oreja a Perera en el quinto, lo que enfad¨® al p¨²blico hasta extremos exagerados, lo que exterioriz¨® con lanzamiento de botellas al ruedo. El asunto no pas¨® a mayores, pues todo el mundo sabe que lo de los presidentes, por su ineptitud y falta de criterio, es una broma de mal gusto.
Manzanares cort¨® dos orejas a su segundo, pero su labor no fue la que se espera de un estilista de su categor¨ªa. Brill¨® en los detalles, en algunos naturales y un cambio de manos en su primero, y en un par de circulares en el cuarto. Pero falt¨® ce?imiento y hondura. No fue el torero grande de otras ocasiones.
Valeroso y seguro siempre se mostr¨® Perera en su lote. Brind¨® su primero al empresario, Rivera Ord¨®?ez, y nada m¨¢s comenzar la faena se llev¨® un buen susto al ser derribado por el toro; pudo hacerse ¨¦l mismo el quite y la cuadrilla lo salv¨® finalmente de la cornada. Quietud, cercan¨ªa, af¨¢n por agradar y escasa brillantez. Pidi¨® el sobrero y volvi¨® a mostrarse sobrado y eficaz.
"C¨®mo te queda el traje de Armani, hijo", dijo una femenina voz cuando Cayetano, desprovisto de las zapatillas y con las medias blancas al aire, toreaba con gusto al sexto, con el que se luci¨® por naturales bellos y profundos.
Qu¨¦ pena que a estas alturas, las ocho de la tarde, el sol se hab¨ªa marchado, y los cristales hab¨ªan cerrado ya los ojos... S¨®lo entonces brill¨® el toreo...
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