Estar donde hay que estar
Podremos? ?Volvemos a ser el pa¨ªs de charanga y pandereta? ?Cu¨¢nto valemos? ?Seremos capaces de salir de la crisis no mucho m¨¢s tarde que los dem¨¢s? Como no hay mal que por bien no venga, la Gran Recesi¨®n nos regala al menos preguntas como ¨¦stas. Este pa¨ªs andaba demasiado acelerado. Una veintena de a?os de ¨¦xito en las bambalinas internacionales, a cuenta de la transici¨®n y de un crecimiento astron¨®mico, trastornan al m¨¢s pintado.
Y al final el balance est¨¢ cerca de lo mediano. Espa?a es un lugar arregladito dentro de la tribu europea. Cuenta con alg¨²n idioma ¨®ptimo para ser alguien en el mapamundi. Y mantiene una envidiable presencia en Latinoam¨¦rica, adem¨¢s de en el Mare Nostrum. En la proyecci¨®n econ¨®mica de este pa¨ªs en tierra americana, sin embargo, la prima de riesgo de las grandes empresas ven¨ªa siendo excesiva. Y en consecuencia, la penetraci¨®n en otros mercados, exigua. La potencia del espa?ol lleva su correlato negativo, la pereza de abordar territorios de dificultad ling¨¹¨ªstica, como Extremo Oriente. Un pa¨ªs sin h¨¢lito al menos en tres continentes es una comarca. Por eso el gran partido del futuro de una naci¨®n se dirime sobre todo fuera de sus fronteras.
Viene todo ello a cuento de una singular operaci¨®n empresarial: el acuerdo entre Telef¨®nica y China Unicom, por el que la espa?ola aumenta hasta el 8% su actual participaci¨®n en la china, del 5,3%; y ¨¦sta entra en su capital, con cerca de un 1%. Como las cifras del gigante asi¨¢tico ya se han repetido hasta la saciedad; su nivel de crecimiento, aireado sin coto; su mercado, multiplicado hasta el aburrimiento; y su influencia internacional ¨ªdem de ¨ªdem, baste recordar que Unicom genera nueve millones de altas al mes. ?sta es una operaci¨®n muy seria y un nuevo bautismo global de la operadora espa?ola. Rompe moldes. Casi da v¨¦rtigo: el que produce la memoria, pues hace cuatro d¨ªas el hoy dormido Jap¨®n era la nueva frontera de quien quer¨ªa contar en el atlas del empresariado, y ya se va viendo lo que da de s¨ª. Pero estas cautelas para nada rompen el principio seg¨²n el cual hay que estar donde hay que estar.
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