Sube a mi nube
Llevo tres a?os lleg¨¢ndome a Murcia un par de d¨ªas por septiembre y no deja de sorprenderme. Incluso orogr¨¢ficamente sigo pregunt¨¢ndome como una tierra de aspecto tan ¨¢rido puede ser tan f¨¦rtil. O no logro descifrar qu¨¦ tipo de mestizaje ha concluido en ese acento tan particular, tan extra?o, tan abstracto, que exige a cambio una atenci¨®n especial al di¨¢logo con un murciano de pro. Incluso acudo a los mismos sitios y me sorprendo. Cita obligada es la plaza del Cardenal Belluga, que da nombre a un emporio religioso donde se ubican la magn¨ªfica catedral de Murcia, el Palacio Episcopal y el colegio de te¨®logos (o algo as¨ª). All¨ª, en sus terrazas, me sorprende una ni?a que mueve los pies enfadada y se los mira como pregunt¨¢ndose por qu¨¦ se mueven. O un grupo de j¨®venes que se preguntan en la mesa de al lado cu¨¢l es el acento de otras tierras que m¨¢s les gusta. Ellos, con su deje tan definido, tan rotundo, eligen el canario, demostrando que los polos opuestos se siguen atrayendo.
Nada es balad¨ª en Murcia. Basta con fijarse en la nomenclatura de sus pueblos, cuyos nombres no est¨¢n puestos para diferenciarse unos de otros sino que encierran una filosof¨ªa, una explicaci¨®n por s¨ª mismos. Los hay de todo tipo. Unos homenajean a las mujeres sea cual sea su condici¨®n social. As¨ª, existe Do?a In¨¦s y La Paca. Anteayer los cruc¨¦ y pensaba lo maravilloso que debe ser que te pregunten de d¨®nde eres y respondas: "De Do?a Paca". Si tu esposa o esposo es de Don Benito, el asunto ya se acerca al orgasmo original. Los hay que homenajean a los animales, como Mula o Caravaca de la Cruz, pero los mejores son los de contenido religioso, especialmente dos. Uno se refiere a un arroyo que pasa por debajo de la autov¨ªa que lleva a Caravaca, el Arroyo del Padre Pecador; otro, a un pueblo, La Hija de Dios. Quiero pensar que el primero recuerda a un esposo infiel que fue arrojado al arroyo por la Inquisici¨®n. El segundo es todo un descubrimiento: resulta que Jesucristo tuvo una hermana. Otros son m¨¢s mundanos como Las Torres de Cotillas o Bullas.
Anteayer, la catedral me dio la pen¨²ltima sorpresa. En dos paredes enfrentadas se leen dos pintadas majestuosas que, lejos de empa?ar su hermosura, la realzan por su inteligencia. En una se lee: "La simbolog¨ªa no es una identidad", que sin duda el autor dirig¨ªa al emporio religioso. Pero no me negar¨¢n que es un mensaje que vale igual para los patriotas de todo cu?o y condici¨®n que convierten los colores, los trapos o el color del pelo en el faro de sus vidas. La otra es m¨¢s po¨¦tica. "Sube a mi nube", reza. Y a m¨ª me parece que bien val¨ªa para definir las medidas del Gobierno contra la crisis o la falta de medidas de la oposici¨®n contra la crisis. Para m¨ª que tuvo algo que ver que justo enfrente hay una Escuela de Arte Dram¨¢tico, la ¨²nica parte laica (am¨¦n de las terrazas) en la plaza del Cardenal Belluga. Por cierto, ?no les suena a caviar el apellido?
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