La tumba de Verboom
Al morir, el ingeniero militar Pr¨®spero de Verboom fue enterrado en la Capilla Castrense del parque de la Ciutadella; uno de los tres ¨²nicos edificios que han quedado en pie de lo que fue siniestra y odiosa fortaleza, junto al Arsenal y al palacio del Gobernador. Que enterrasen all¨ª al famoso militar del siglo XVIII era l¨®gico, pues Verboom fue el dise?ador de tal obra. Apresado por las tropas del archiduque Carlos de Austria, estuvo dos a?os encarcelado en Barcelona y al ser canjeado ofreci¨® a Felipe V detalles de las defensas de la plaza, gracias a los cuales pudo culminarse con ¨¦xito el asedio borb¨®nico, en 1714.
Terminada la guerra, Verboom se convirti¨® en uno de los arquitectos de referencia de los Borbones, encargado -entre otros proyectos- de dise?ar el nuevo barrio de la Barceloneta o el castillo de Sant Ferran de Figueres.
No obstante, su relaci¨®n con una de las ¨¦pocas m¨¢s negras de la historia catalana, hizo que su figura y su principal obra fuesen protagonistas de la permanente inquina popular, hasta ser destruidos los muros de la fortificaci¨®n y el terreno cedido al Ayuntamiento, que sobre ¨¦l urbaniz¨® el actual parque.
Como desagravio, el alcalde Rius i Taulet impuls¨® que la capilla fuera convertida en Pante¨®n de Catalanes Ilustres, trasladando los restos de Aribau, de Fortuny o de los patriotas de 1809, a los que en tiempos de la Rep¨²blica se propuso a?adir a Francesc Maci¨¤. Pero el proyecto qued¨® en agua de borrajas y -a d¨ªa de hoy- la capilla sigue siendo propiedad del Arzobispado Castrense, que suele celebrar all¨ª oficios para los militares y polic¨ªas que viven en la ciudad.
Al parecer, Verboom contin¨²a enterrado en la cripta de la capilla, aunque no aparece dato alguno en la p¨¢gina web del Arzobispado; en el mismo lugar edificado para controlar y reprimir a los barceloneses, frente por frente del actual Parlamento de Catalu?a. Como un recordatorio permanente de quien ejerce poderes y cede financiaciones, por mucho que los catalanes sigamos empe?ados en elegir a nuestros representantes y en votar referendos que -visto lo visto y a la espera de lo que decida el Tribunal Constitucional- siguen sin servir para mucho.
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