Lo que oculta Natascha
Natascha Kampusch, la joven austriaca que pas¨® ocho a?os secuestrada por un pervertido, no dijo toda la verdad sobre su encierro ni sobre el hombre que la rapt¨®. Tres a?os despu¨¦s de su reaparici¨®n, una nueva investigaci¨®n judicial quiere arrojar luz sobre el caso
Natascha Kampusch vive recluida otra vez. Cumplidos los 21 a?os, la adolescente que conmocion¨® al mundo con su reaparici¨®n un d¨ªa de agosto de 2006, tras un secuestro de ocho a?os, apenas sale a la calle. Su prisi¨®n actual no es un agujero sin luz natural, sino un c¨®modo piso del centro de Viena. Entre esas cuatro paredes vive sola, entregada a sus dos nuevas pasiones: los cactus y la fotograf¨ªa. La chica de melena rubia y brillantes ojos azules que encandil¨® a las masas con su inteligencia y la fluidez de su estremecedor relato, la que lleg¨® a tener programa propio en la televisi¨®n local, la que hace apenas un a?o buscaba v¨ªas de acceso a la familia real espa?ola para respaldar una naciente fundaci¨®n caritativa, vive en un ostracismo voluntario.
El 'zulo' donde supuestamente permaneci¨® recluida no estaba listo cuando la secuestr¨® Priklopil
El nuevo fiscal del caso se propone examinar todas las evidencias, e interrogar de nuevo a la joven si es necesario
Natascha tuvo acceso a libros, peri¨®dicos y revistas, y hasta pas¨® unas vacaciones en la nieve con su raptor
Natascha ha comprado la casa donde estuvo encerrada y el coche de su secuestrador. "Es parte de mi vida", dice
No sale sola a la calle porque los transe¨²ntes la reconocen y no siempre tienen cosas amables que decirle. Muchos le reprochan que se haya hecho rica con su drama, que hace tiempo dej¨® de conmoverles. "Vivo como un ermita?o, tengo ataques de ansiedad", declar¨® el mes pasado al diario alem¨¢n S¨¹ddeutsche Zeitung.
Sus intentos de pasar p¨¢gina, de llevar una vida privada, ahora que su estrellato televisivo queda atr¨¢s, chocan de frente contra una realidad: el caso Kampusch, cerrado policialmente en 2007, sigue en realidad abierto. La historia de su secuestro y de su audaz fuga, despu¨¦s de un calvario de ocho a?os, encerrada en el s¨®tano de la casa de Wolfgang Priklopil, un pervertido de 44 a?os que se suicid¨® al comprobar que su v¨ªctima hab¨ªa huido, vuelve a cruzarse en su camino todos los d¨ªas.
Como ocurre siempre en los casos hipermedi¨¢ticos, la versi¨®n oficial de los hechos que ella misma ofreci¨® a los pocos d¨ªas de liberarse, no convenci¨® a todo el mundo. Hasta el relato de su fuga, su carrera enloquecida hacia la casa de una vecina, aprovechando una distracci¨®n de Priklopil, encontr¨® r¨¦plica. Presuntos testigos contaron haberla visto descender de un coche, a las afueras de Viena, antes de dirigirse a una comisar¨ªa.
Los periodistas se lanzaron a una investigaci¨®n paralela y encontraron enseguida cabos sueltos y lapsus sorprendentes en el relato de Kampusch sobre su vida con "el monstruo". La revista alemana Stern averigu¨® que Natascha y su captor pasaron, incluso, unas vacaciones juntos en los Alpes, y una ex vecina de la madre, Anneliese Glaser, ha declarado a un semanario que Brigitta Sirny-Kampusch conoc¨ªa a Priklopil antes del secuestro de la ni?a.
Las dudas sobre Natascha, el constante escrutinio de sus actos, proced¨ªan hasta ahora de los medios de comunicaci¨®n, siempre hambrientos de esc¨¢ndalos, pero la situaci¨®n est¨¢ cambiando. Quien se dispone ahora a hurgar en cada detalle de su relato es un equipo de la oficina de investigaci¨®n federal a las ¨®rdenes del fiscal de la ciudad de Graz, Thomas Muehlbacher, encargado por el Ministerio del Interior austriaco de la tit¨¢nica tarea de resolver todas las dudas del caso.
"Lo primero que tenemos que hacer es repasar a fondo la evidencia acumulada sobre el caso y, a partir de ah¨ª, interrogar a las personas necesarias. Veremos si Kampusch es una de ellas", explica evasivo Muehlbacher en un correo electr¨®nico. El fiscal est¨¢ dispuesto a hacer encajar cada pieza del rompecabezas en que se ha ido convirtiendo el caso Kampusch.
?Qu¨¦ ha ocurrido en estos tres a?os para que la angelical Natascha y su versi¨®n de los hechos hayan quedado en entredicho? "Natascha Kampusch no cont¨® todo lo que sabe. Y la polic¨ªa, quiz¨¢s porque era una v¨ªctima, por temor a su estado mental, no la interrog¨® adecuadamente, ni le puso delante las contradicciones de su relato", explica en conversaci¨®n telef¨®nica desde su despacho, en la sede de la presidencia de la Rep¨²blica austriaca, Ludwig Adamovich, ex presidente del Constitucional que dirige desde febrero del a?o pasado una comisi¨®n parlamentaria que ha reclamado la reapertura del caso.
Adamovich tiene una lista de preguntas sin respuesta que ser¨ªa necesario plantearle a Natascha. "El zulo donde dijo vivir recluida no estaba listo cuando la secuestr¨® Priklopil. Es il¨®gico que hubiera preparado meticulosamente el secuestro, como se dice, y no tuviera listo el escondite. Adem¨¢s, la tesis de que este hombre actu¨® solo es cada vez menos plausible". Por no hablar del misterio de las relaciones entre Natascha y su raptor. Se sabe que Priklopil le compraba libros -Natascha estaba al corriente del ¨¦xito de la saga de Harry Potter nada m¨¢s salir de su cautiverio-, y ella ten¨ªa acceso a los diarios, a la radio y la televisi¨®n, y hasta hac¨ªan viajes juntos.
La propia Natascha, en su primer contacto con la prensa tras su fuga, en una carta le¨ªda por su psiquiatra, Max Friedrich, declaraba refiri¨¦ndose a Priklopil: "Fue parte de mi vida. Por eso, de alguna manera, me entristece su muerte. Es cierto que mi juventud es diferente de la de otros, pero, en principio, no tengo la sensaci¨®n de haberme perdido nada". Y a?ad¨ªa, "su madre y yo pensamos en ¨¦l". Nada extraordinario para los psiquiatras, porque Natascha era una v¨ªctima clara del s¨ªndrome de Estocolmo. Despu¨¦s de todo, su captor hab¨ªa sido durante ocho a?os cruciales la ¨²nica figura humana de su vida. Pero quiz¨¢s hab¨ªa algo m¨¢s. Natascha, que no tuvo ninguna prisa en reunirse con sus padres tras ocho a?os de cautiverio, llor¨® amargamente al enterarse del final de Priklopil y quiso identificar su cad¨¢ver. Una actitud que hace cre¨ªble el testimonio de Ernst Holzapfelt, amigo y socio en los negocios de construcci¨®n de Priklopil, quien asegur¨® a la polic¨ªa que ¨¦ste fue a su casa con Natascha un mes antes de la fuga de la chica. "Me la present¨® como una amiga, aunque no me dijo su nombre. Ella me salud¨® con naturalidad, parec¨ªa contenta".
?Era Wolfgang Priklopil, t¨¦cnico electr¨®nico, ex empleado de la multinacional Siemens, uno de esos pervertidos que act¨²a solo, o manten¨ªa contactos con las redes de pederastia de Viena, como ha insinuado el propio ex magistrado Adamovich? "Nosotros no tenemos certezas, ni conclusiones que ofrecer, s¨®lo suposiciones, hip¨®tesis. Lo ¨²nico realmente importante a efectos judiciales es probar si ese hombre actu¨® solo o no", responde Adamovich.
La pregunta que plantea este ex magistrado pod¨ªa haberse resuelto el 2 de marzo de 1998, cuando Natascha, que entonces ten¨ªa 10 a?os, fue secuestrada en la calle, cerca de su domicilio, en un suburbio de Viena. Una compa?era de 12 a?os, que caminaba detr¨¢s de ella y vio lo que ocurr¨ªa, declar¨® que dos hombres se llevaron a la peque?a en una furgoneta Mercedes blanca. La polic¨ªa interrog¨® a los due?os de los 800.000 veh¨ªculos de este tipo matriculados en el pa¨ªs, entre ellos a Priklopil, pero no se molest¨® en entrar en la casa unifamiliar de Strasshof, a unos 25 kil¨®metros al norte de Viena, donde ten¨ªa a la ni?a. Cuando Natascha logr¨® por fin fugarse, y qued¨® clara la culpabilidad de Priklopil, el ex responsable de la polic¨ªa federal (BK), Herwig Haidinger, acus¨® a los pol¨ªticos de haber presionado a los investigadores para cerrar a toda prisa el caso, aun a costa de enterrar pruebas concluyentes contra Priklopil. Y, quiz¨¢s, contra su misterioso c¨®mplice.
Tanto en el momento del secuestro como en el de la reaparici¨®n de Natascha, ocho a?os despu¨¦s, se desat¨® una oleada de especulaciones que ligaban el caso con redes de pederastia en Viena. En octubre de 2006, la prensa habl¨® de la supuesta existencia de v¨ªdeos y grabaciones sadomasoquistas realizadas por Priklopil con la ni?a como protagonista. La polic¨ªa se incaut¨® de varios ordenadores en casa de Ernst Holzapfelt, el ex socio de Priklopil, pero la pista no dio paso a ninguna revelaci¨®n. Entre otras razones porque la cuesti¨®n del sadomasoquismo no fue considerada importante.
Tampoco pareci¨® relevante averiguar lo que hizo Priklopil en las ¨²ltimas horas de su vida. Las ocho horas que mediaron entre la fuga de Natascha y el momento en que se arroj¨® a un tren de cercan¨ªas, en una estaci¨®n de Viena. Tuvo tiempo de expurgar sus archivos, y limpiar la casa de pruebas. Pero ?qu¨¦ pruebas exactamente? No parece posible averiguarlo, sobre todo porque, muerto Priklopil, s¨®lo queda el testimonio de una Natascha que nunca ha sido expl¨ªcita en las descripciones de su vida en la casita de Strasshof.
Lo que ha contado una y mil veces, no deja de parecer una reconstrucci¨®n, un relato pensado para satisfacer las expectativas de la audiencia. Natascha ha negado de forma tajante que hubiera nadie m¨¢s implicado en el secuestro, y no oculta su fastidio por la nueva investigaci¨®n abierta que, seg¨²n el equipo de asesores que la acompa?a, "pretende convertir a la v¨ªctima en sospechosa". Cada vez son m¨¢s los que, como el magistrado Adamovich, creen que su versi¨®n omite demasiados detalles. Quiz¨¢s por miedo a represalias de terceras personas como sostiene Johann Rzeszut, otro de los miembros de la comisi¨®n que preside Ludwig Adamovich. O por simple deseo de mantener s¨®lo para ella los detalles m¨¢s ¨ªntimos de su cautiverio.
?Ha sido ¨¦sa la raz¨®n que le ha llevado a bloquear uno tras otro los accesos a su pasado? Hace unos meses compr¨® la casita de Strasshof, donde vivi¨® encerrada ocho a?os y los vecinos la han visto alg¨²n fin de semana arreglando el jard¨ªn. "Es parte de mi vida", ha dicho por toda explicaci¨®n. Tambi¨¦n se ha quedado el coche de Priklopil, parte en cierto modo de su vida, porque en ¨¦l hicieron viajes juntos, aunque no piensa utilizarlo. Una conducta enigm¨¢tica que choca con la frialdad de Natascha hac¨ªa su familia.
Sus padres, Ludwig Koch y Brigitta Sirny-Kampusch, separados desde antes del secuestro, y en no muy buenos t¨¦rminos, apenas tienen sitio en su vida. La madre se vio obligada a recurrir a los tribunales el a?o pasado, cuando un ex juez la acus¨® de maltratar a su hija, e incluso de estar implicada en su secuestro. Brigitta, de 59 a?os, s¨®lo reconoce que las relaciones con Natascha no eran f¨¢ciles, y que el d¨ªa del secuestro la hab¨ªa abofeteado por una mala contestaci¨®n. Brigitta ha escrito un libro sobre sus a?os sin Natascha y ha participado en un docudrama sobre el secuestro, realizado por la televisi¨®n austriaca. Madre e hija aparecen en ¨¦l cocinando juntas, charlando y bromeando, pero no consiguen transmitir la menor veracidad.
De alguna manera, el caso de Josef Fritzl, destapado en abril del a?o pasado, que volvi¨® a sacudir los cimientos de la sociedad austriaca, puede haber influido en la determinaci¨®n de las autoridades del pa¨ªs por conocer ahora toda la verdad de Natascha Kampusch.
Si el caso de Fritzl, el monstruo de Amstetten, el hombre que mantuvo secuestrada a su hija durante 24 a?os, y tuvo siete hijos con ella, fue posible, no hay aberraci¨®n humana que no pueda vivir en el subsuelo de esta sociedad. ¡°Casos as¨ª ocurren en todas partes, no son una especialidad austriaca¡±, puntualiza Adamovich. Y el fiscal de Graz advierte que considerar¨¢ un ¨¦xito su trabajo no s¨®lo si conduce a nuevos cargos contra posibles culpables, sino si echa por tierra ¡°teor¨ªas extra?as¡±.
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