El oficio secreto del pacificador
El 'efecto Obama' convierte de nuevo al di¨¢logo en un instrumento prioritario para resolver conflictos - Los mediadores de paz celebran en Oslo, con la mayor discreci¨®n, su congreso anual
Los m¨¦dicos, los contables, los publicistas, los ingenieros, todos los profesionales celebran sus grandes congresos anuales. Tambi¨¦n lo hacen, pero de manera m¨¢s discreta, los mediadores en los conflictos armados del mundo. Cada verano emergen de la clandestinidad en la que suelen operar y se juntan en un hotel silvestre de las afueras de Oslo, sede de los premios Nobel y capital mundial de la paz. Hoy, pese a la crisis que agobia a casi todas las dem¨¢s profesiones, los mediadores no sufren por falta de trabajo. Despu¨¦s de la era Bush, en la que se disparaba primero y se hac¨ªan preguntas despu¨¦s, el clima pol¨ªtico generado por la presidencia de Barack Obama apunta al di¨¢logo como instrumento prioritario para resolver conflictos.
En el foro participan desde ex presidentes, hasta ex esp¨ªas y antiguos guerrilleros
Varios de ellos ser¨ªan personajes dignos de una novela de Le Carr¨¦
"Por primera vez en mucho tiempo, en vez de nadar contracorriente, vamos con la ola a favor", dijo una de las figuras m¨¢s veteranas presentes en el ¨²ltimo encuentro. "?El contexto en tan diferente al que hemos vivido durante los ¨²ltimos ocho a?os!". Seg¨²n las reglas del juego del foro anual en Oslo, no se puede citar por nombre a los participantes. Con frecuencia abren canales de comunicaci¨®n entre gobiernos y grupos violentos armados en tiempos en los que ambos lados niegan, por razones pol¨ªticas, que tales contactos existen. El ¨¦xito de sus operaciones radica en parte en el secretismo. Y por eso en Oslo se exig¨ªa m¨¢xima discreci¨®n.
Eran unos 70 los que participaron en el foro, entre ellos ex presidentes, primeros ministros, cancilleres, embajadores; antiguos esp¨ªas o militares retirados; asesores presidenciales; altos cargos pol¨ªticos de Naciones Unidas; ex guerrilleros o (seg¨²n el punto de vista) terroristas: gente que opera o ha operado en misiones de extrema delicadeza, y a veces peligro, en Ir¨¢n, Afganist¨¢n, Corea del Norte, Congo, Somalia, Uganda, Sri Lanka, Nepal, Colombia, Palestina e Israel, e incluso el Pa¨ªs Vasco. Gente osada y aventurera, pero al mismo tiempo compleja, varios de ellos ser¨ªan personajes dignos de una novela de John le Carr¨¦. Los encargados de reunirlos son, los que organizan el evento, son el Gobierno de Noruega y el Centro de Di¨¢logo Humanitario Henri Dunant, el organismo semisecreto (tambi¨¦n territorio le Carr¨¦) cuyos agentes actuaron de mediadores entre el Gobierno espa?ol y ETA, a petici¨®n de ambos, en el fracasado proceso de negociaci¨®n vasco. Aquella labor fue delicada y gener¨® una furiosa pol¨¦mica; lo mismo se puede decir de casi todos los procesos en los que se involucran los individuos que acudieron a Oslo.
Son idealistas (si no, dedicar¨ªan su considerable energ¨ªa e inteligencia a labores mejor remuneradas), pero no son so?adores. Y como confes¨® unos de ellos, veterano actor en conflictos como el de Irak y el de Sud¨¢n, "rasca un poco a los que estamos aqu¨ª y descubrir¨¢s una vena profunda de escepticismo". Pero siguen en su labor -parte pol¨ªtica, parte misionera, parte cowboy- a¨²n sabiendo que se les exige una paciencia infinita y que muchas veces est¨¢n condenados al fracaso, o a arriesgar sus vidas. Se mueven entre sombras, tratando cara a cara con gente que tiene la sangre de miles en sus manos, y mueven monta?as para organizar di¨¢logos en territorio neutral -habitualmente en Oslo o en Ginebra, sede del Centro Henri Dunant- entre l¨ªderes de gobiernos y movimientos armados que est¨¢n en guerra y se odian.
Hacen lo que hacen porque creen que la paz es mejor que la guerra y, como dijo un participante en una de varias mesas redondas celebradas en Oslo, no importa si el proceso de mediaci¨®n es frustrante y decepcionante, si dura meses o incluso a?os, el di¨¢logo es mucho m¨¢s barato en todos los sentidos que la opci¨®n militar. Un ex general presente en las discusiones se?al¨® tambi¨¦n que hay que puntualizar la diferencia entre una batalla, en la que el ¨²nico objetivo es "matar y destruir", y una guerra, en la que hay que "luchar y hablar", ya que el origen de la guerra es pol¨ªtico y su final tiene que ser pol¨ªtico tambi¨¦n.
El problema en Irak, seg¨²n se concluy¨® en una mesa redonda, fue que el Gobierno de George W. Bush se fue a la guerra guiado s¨®lo por la l¨®gica de la batalla, matar y destruir. Por otro lado, los mediadores de Oslo tuvieron que reconocer que la fuerza en s¨ª a veces triunfa sobre el di¨¢logo. Se vio un ejemplo reciente en Sri Lanka, donde las fuerzas gubernamentales aniquilaron a la guerrilla de los Tigres de Liberaci¨®n de la Tierra Tamil, tras un conflicto que hab¨ªa durado 30 a?os.
De todos modos, como se?alaron varios participantes en Oslo, la mediaci¨®n pol¨ªtica tendr¨¢ que volver a entrar en juego para evitar que el resentimiento tamil generado por el ba?o de sangre lleve a la creaci¨®n de otro movimiento armado m¨¢s adelante.
Una persona que se tuvo que declarar rendida tras la victoria militar del Gobierno de Sri Lanka, pero que espera que pronto vuelva a entrar en acci¨®n, es Erik Solheim, que invirti¨® diez a?os en el intento de lograr una soluci¨®n negociada en el peque?o pa¨ªs asi¨¢tico. Solheim, el ministro de Desarrollo Internacional de Noruega, es pol¨ªtico y mediador al mismo tiempo. Al margen del encuentro de Oslo, en el que particip¨®, habl¨® con EL PA?S, y realiz¨® una disecci¨®n de las caracter¨ªsticas que definen a los enigm¨¢ticos especialistas que su Gobierno invita cada verano a su pa¨ªs a conversar sobre la mec¨¢nica de la paz. "Un mediador debe poseer, primero, un radar pol¨ªtico muy sofisticado y sensible, debe de tener un feeling por el ambiente pol¨ªtico del pa¨ªs donde opera, pese a que uno nunca comprender¨¢ totalmente los matices de la cultura de un pa¨ªs en el que uno no ha nacido", explic¨® Solheim, hombre de pasado marxista cuya experiencia en la mediaci¨®n le ha llevado a una visi¨®n menos idealista, m¨¢s pragm¨¢tica de la vida. "Segundo", dijo, "debe tener una tremenda dedicaci¨®n y paciencia, un esp¨ªritu de misionero, aunque esto signifique que su trabajo entre en conflicto con sus obligaciones familiares. Tercero, se requiere una personalidad dispuesta a emprender riesgos, a diferencia del diplom¨¢tico tradicional que rehuye de los riesgos. ?Puede salir mal algo? S¨ª. Pero la pregunta debe de ser, ?puede salir bien?".
"Cuarto, un mediador de esta naturaleza deber poseer el don de la empat¨ªa, debe poder conectar realmente con su interlocutor, sea quien sea. A veces uno se encuentra reunido con un individuo que ha matado a much¨ªsimas personas, pero hasta cierto punto hay que lograr una conexi¨®n no s¨®lo intelectual sino emocional con esta gente. Y, quinto, es esencial hablar con franqueza, comunicar una sensaci¨®n de integridad y de entereza, crear confianza en el interlocutor y no dar la impresi¨®n de que se est¨¢ actuando a favor de un bando u otro".
Solheim es lo suficiente fr¨ªo y realista como para entender, especialmente tras su experiencia en Sri Lanka, que los m¨¦todos pac¨ªficos no ofrecen siempre la soluci¨®n de la paz. La paz es sencillamente el terreno en el que ¨¦l y su Gobierno pueden ofrecer un valor a?adido. "En muchos lugares lo que las condiciones exigen es una mezcla entre el di¨¢logo y el uso de la fuerza. Nosotros aportamos di¨¢logo, pero ambos instrumentos son necesarios a veces para llegar a una soluci¨®n pol¨ªtica. Si una banda criminal secuestra a tu hijo no descartar¨¢s el uso de la fuerza para salvarle, pero tampoco descartar¨¢s la negociaci¨®n con los secuestradores".
Tambi¨¦n Solheim entiende hoy que, contrario a las ense?anzas marxistas que recibi¨® en su juventud, la capacidad de un individuo de cambiar el destino de un pa¨ªs es enorme. "He llegado a la conclusi¨®n de que una persona, un l¨ªder, tiene un poder tremendo en sus manos en situaciones de conflicto en los que se puede optar por el camino de la guerra o el de la paz. La figura m¨¢s influyente del siglo XX fue Hitler. Sin Hitler, no habr¨ªa hoy un Estado de Israel, EE UU y la Uni¨®n Sovi¨¦tica habr¨ªan tenido una relaci¨®n completamente diferente, todo hubiera sido diferente. Lo mismo en Sur¨¢frica si Mandela no hubiera conducido el pa¨ªs por el camino de la reconciliaci¨®n, si hubiera optado por la venganza. Lamentablemente demasiados pocos l¨ªderes siguen el ejemplo de Mandela, y lo que buscan es la ventaja pol¨ªtica inmediata".
La vanidad y el ego¨ªsmo de los dirigentes pol¨ªticos son los obst¨¢culos con los que los mediadores se topan continuamente, exigiendo paciencia, generando frustraci¨®n y alimentando aquella vena esc¨¦ptica a la que se refiri¨® uno de los mediadores m¨¢s veteranos en el foro de Oslo. "S¨ª", dijo Solheim, "desafortunadamente en la mayor¨ªa de los conflictos los l¨ªderes pol¨ªticos tienen como objetivo principal su propio bienestar, sea esto cuesti¨®n de extender su poder o de enriquecerse. Por eso un mediador siempre debe preguntarse ?qu¨¦ ventajas sacan los pol¨ªticos de determinado conflicto? Porque si el conflicto les permite prosperar va a ser mucho m¨¢s dif¨ªcil llegar a un final negociado".
Otra dificultad que encuentran los mediadores, ligada al eterno problema de la vanidad, es que los l¨ªderes en cuyas manos est¨¢ el final o la continuaci¨®n de un conflicto basan sus decisiones en informaci¨®n equivocada. "En la mayor¨ªa de los casos los dirigentes, sean estos dictadores o pol¨ªticos democr¨¢ticamente electos, se pasan el d¨ªa oyendo a gente que les dice lo que quieren o¨ªr, que les recuerda que son grandes genios, y esto no ayuda en absoluto. Tomemos el caso de Sadam Husein: cometi¨® errores grav¨ªsimos respecto a las intenciones de EE UU porque la gente que le rodeaba no le dijo la verdad, en este caso porque tem¨ªan que ¨¦l les matara".
La relaci¨®n personal es la clave del ¨¦xito de una negociaci¨®n de paz, dice Solheim, y la clave del ¨¦xito del mediador tambi¨¦n. Por eso ha llegado a la conclusi¨®n de que para resolver un conflicto hay que atenerse a lo que ocurre hoy, y no intentar, como ocurre con demasiada frecuencia, resolver resentimientos hist¨®ricos acumulados a veces durante siglos. "Hay que ser pragm¨¢tico. Esto es absolutamente clave. Si uno se propone rectificar lo que ocurri¨® en el pasado, nunca funciona. No hay ni un metro de tierra que no pueda ser exigido como territorio soberano por cualquier cantidad de grupos, de razas o naciones. Si uno quiere optar por esa ruta, Estados Unidos pertenece a los indios americanos, Rusia ser¨ªa un estado m¨¢s peque?o, etc¨¦tera. Yo creo que en vez de poner el enfoque en las ra¨ªces hist¨®ricas de un conflicto hay que fijarse mucho m¨¢s en los intereses de los pol¨ªticos hoy, ahora, ya que muchas veces son los que crean los conflictos por motivos ego¨ªstas y mezquinos. Se nos puede pedir que ayudemos a resolver conflictos contempor¨¢neos, pero, ?que no se busque acabar con miles de a?o de injusticia en un d¨ªa!".
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