S¨®lo cuatro estrellas
Virtuosa, fluida, pero tambi¨¦n aburrida result¨® la Gala de Estrellas de la Danza que se celebr¨® el pasado s¨¢bado en el Teatro Real de Madrid, bajo la direcci¨®n del bailar¨ªn argentino, apartado ya de los escenarios, Julio Bocca, quien ha reunido a 11 figuras de la danza de varias nacionalidades, edades y formaci¨®n. Los dos ¨²nicos espa?oles de la lista, Tamara Rojo e Igor Yebra, brillaron con luz propia. Ambos, junto a la argentina Marianela N¨²?ez y el brasile?o Thiago Soares, fueron las cuatro aut¨¦nticas estrellas de la velada.
Visto en conjunto, el espect¨¢culo no ofreci¨® ninguna novedad interpretativa ni coreogr¨¢fica estimulante para el aficionado al ballet, si bien se bail¨® con rigor. A lo largo de la funci¨®n plane¨® entre el p¨²blico la sombra de la crisis creativa y de la falta de imaginaci¨®n a la hora de programar.
Gala de Estrellas de la Danza
La bella durmiente: Petipa / Chaikovski; La sylphide: Bournonville / Schneitzhoeffer; El cisne: Yebra / Saint-Sa?ns; Diana y Acte¨®n: Vaganova / Pugni; Manon: MacMillan / Massenet; El corsario: Perrot / Adam; 1963: Yesterday: Neumeier / The Beatles; Piazzolla en concierto: L¨®pez / Piazzolla; Chaconne: Lim¨®n / Bach; Nefes: De Bana / Amar; Don Quijote: Petipa / Minkus; Director art¨ªstico: Julio Bocca. Teatro Real. Madrid.12 de septiembre
El grand pas de deux de Don Quijote con el que la magn¨ªfica bailarina Tamara Rojo junto a Jos¨¦ Carre?o cerr¨® la velada fue la perla de la gala. Carre?o no tuvo su noche. Rojo bail¨® con pasi¨®n y madurez. Su mirada ha dejado de ser coqueta para ganar en seducci¨®n. El juego con el abanico, sus intensos ojos negros, am¨¦n de sus afiladas puntas hechizaron al p¨²blico que lleg¨® al ¨¦xtasis ante la precisi¨®n con que ejecut¨® los 32 foutt¨¦s que requiere esta variaci¨®n. Bail¨® como una diva.
La funci¨®n comenz¨® con el grand pas de deux de La bella durmiente. Espl¨¦ndida y majestuosa estuvo Marianela N¨²?ez en el papel de princesa Aurora. A su perfecta y virtuosa t¨¦cnica se suma un porte distinguido innato. Su pareja, Thiago Soares, perteneciente al Royal London Ballet, fue un apuesto y convincente pr¨ªncipe Desir¨¦. Ambos en El Corsario hipnotizaron al p¨²blico con su brillante t¨¦cnica y madurez esc¨¦nica.
Los j¨®venes daneses Christina Michanek y Sebatian Kloborg realizaron una discreta interpretaci¨®n en La sylphide de Bournonville y estuvieron divertidos en la ingenua coreograf¨ªa de John Neumeier, 1963: Yesterday, con m¨²sica de The Beatles. Igor Yebra bail¨® su propia coreograf¨ªa El cisne, basada en La muerte del cisne, el c¨¦lebre solo concebido por Michel Fokine para Ana Pavlova. La m¨²sica de Saint-Sa?ns acompa?¨® el cuerpo desnudo del bailar¨ªn, cuyos brazos se quiebran como el aleteo de un cisne herido.
Cecilia Figaredo, del Ballet Argentino, que dirige Julio Bocca, bail¨® junto al cubano Jos¨¦ Carre?o, del American Ballet Theatre, Diana y Acte¨®n. Su interpretaci¨®n fue nerviosa y precipitada, hecho infrecuente en estos artistas. Eleonora Cassano, pareja art¨ªstica durante a?os de Bocca, ejecut¨® junto a Manuel Legris de la ?pera de Par¨ªs el intenso pas de deux de Manon. Su interpretaci¨®n destil¨® amor y buen baile. En Piazzolla en concierto los cuerpos de Eleonora Cassano e Igor Yebra se dejaron cincelar por la m¨²sica de tango.
Figaredo interpret¨® con convicci¨®n y madurez el solo Chaconne de Jos¨¦ Lim¨®n. Patric De Bana bail¨® su propia coreograf¨ªa Nefes junto a Manuel Legris. En esta obra se percibe la influencia de Nacho Duato, con el que el bailar¨ªn y core¨®grafo trabaj¨® durante a?os en la Compa?¨ªa Nacional de Danza.
Al final los calurosos aplausos del p¨²blico obligaron a Julio Bocca a salir al escenario junto a todas sus "estrellas".Tamara Rojo bail¨® como una diva, con pasi¨®n y madurez
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