Las crisis
Este verano seco que ahora acaba se vio marcado por la crisis econ¨®mica de la que todos, y en todas partes, se habla. Una crisis que se arrastra desde mucho antes del verano y que continuar¨¢ seguramente cuando los ¨¢rboles prolonguen sus sombras oto?ales. Una situaci¨®n econ¨®mica, dificultosa y complicada, de tipo bancario y financiero de ¨¢mbito internacional, que aqu¨ª se vio agravada por el desvar¨ªo del ladrillo; un desvar¨ªo que engendr¨® la crisis en su euforia, cuando se presum¨ªa de estar construyendo en el Reino de Espa?a m¨¢s viviendas que en el Reino Unido, Alemania y Francia juntos; cuando los precios especulativos de una vivienda nueva, en una ciudad de tipo medio como la capital de La Plana, casi doblaban el coste de una casa unifamiliar de tipo medio tambi¨¦n en cualquier metr¨®poli brit¨¢nica. Y si en el Pa¨ªs Valenciano nos declaramos campeones econ¨®micos del ladrillo, ahora aparecemos en los primeros puestos de la estad¨ªstica del paro. El desempleo afecta, como siempre, a los m¨¢s humildes, con rostro aut¨®ctono o con acento extranjero, que necesitan de la solidaridad de todos a trav¨¦s de nuestros impuestos; unos impuestos que debe recaudar la Administraci¨®n, sea del color pol¨ªtico que sea, porque de la nada sale la nada, y con el euro no pueden los gobiernos europeos del ¨¢rea, alegremente, imprimir dinero. Claro como una l¨¢mpara y simple como un anillo, que escribiera el poeta chileno.
Aunque clara y simple tambi¨¦n es que la situaci¨®n econ¨®mica y social de los llamados pa¨ªses desarrollados, entre los que nos encontramos, es muy otra si la comparamos con la de nuestros vecinos m¨¢s pr¨®ximos e inmediatos. Sin ir m¨¢s lejos, los ingresos por c¨¢pita en los enclaves hispanos, y por ende europeos, de Ceuta y Melilla en el norte de ?frica son quince veces superiores a los ingresos de las poblaciones marroqu¨ªes de su entorno geogr¨¢fico. Y se levantan vallas porque empuja la necesidad, y porque, como publicaba un rotativo centroeuropeo este verano, un necesitado llegado del ?frica negra limpia en Melilla un coche por tres euros y gana con suerte seis o nueve diarios. Y el sin papeles y en paro alimenta a su numerosa familia en el sur del S¨¢hara envi¨¢ndoles cincuenta euros al mes. Otra crisis humana y econ¨®mica con salida m¨¢s dificultosa que la nuestra.
Y el verano entr¨® y sale y llega el oto?o con la lluvia estacional y con la otra gran crisis. Una crisis muy poco europea, muy poco democr¨¢tica y en exceso hisp¨¢nica y, sobre todo, valenciana: la crisis pol¨ªtica. La crisis de los regalos a los pol¨ªticos que no dan cuenta de nada a nadie, es decir, a la ciudadan¨ªa; la crisis de los dirigentes que intentan vetar las preguntas sobre supuestos o reales casos de corrupci¨®n o chanchullos pol¨ªticos o econ¨®micos -l¨¦anse las actas de los plenos de la excelent¨ªsima Diputaci¨®n de Castell¨®n-; la crisis de la falta absoluta de transparencia en el gasto de nuestros impuestos; la crisis de quienes practicando lo anterior se sienten v¨ªctimas de una inquisici¨®n imaginaria y hablan, los muy temerarios, de crisis del Estado de Derecho, y etc¨¦tera, etc¨¦tera. Pero esa crisis, como tambi¨¦n se comentaba este verano en la prensa europea aludiendo a los Costa, Camps, Betoret y dem¨¢s, no es una crisis del Estado de derecho espa?ol, es una crisis y grav¨ªsima de la cultura pol¨ªtica, de un modo de entender la relaci¨®n de los pol¨ªticos con la ciudadan¨ªa a la que representan, con los contribuyentes que pagan impuestos y no reciben regalos, ni caros ni baratos.
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