?Estatuto 'versus' Constituci¨®n?
Cuanto m¨¢s se acerca la posibilidad de una sentencia del Tribunal Constitucional sobre la ¨²ltima reforma del Estatuto de Catalu?a mayor estupor producen algunas de las reacciones que rechazan cualquier correcci¨®n, como de declaraci¨®n de inconstitucionalidad o como sentencia interpretativa de preceptos que en otras interpretaciones ser¨ªan inconstitucionales. Hay algunos temas que han tenido, a mi juicio, regulaciones que desbordan el marco constitucional. A t¨ªtulo de ejemplo podr¨ªan se?alarse alguna que afecta a competencias fiscales, a la imposibilidad de acci¨®n del Defensor del Pueblo en Catalu?a, o la obligaci¨®n de aprender y conocer la lengua catalana a la bilateralidad Estado-comunidad aut¨®noma. En mi opini¨®n, es perfectamente constitucional la referencia a la naci¨®n catalana en el pre¨¢mbulo del texto. En primer lugar, porque no tiene car¨¢cter normativo el pre¨¢mbulo y ese precepto no obliga a nada, y en segundo lugar porque creo que Catalu?a es una naci¨®n cultural, con una lengua, una cultura y una literatura distintas, en parte, de las literaturas y la cultura espa?olas, aunque tambi¨¦n esa cultura espa?ola es cultura catalana para muchos de sus ciudadanos. Por fin la raz¨®n definitiva es que la ¨²nica naci¨®n soberana, el hecho fundante b¨¢sico de nuestro ordenamiento es la naci¨®n espa?ola. Comprendo reticencias t¨¢cticas de muchos porque parece evidente que la consolidaci¨®n de Catalu?a naci¨®n cultural ser¨ªa el punto de partida para reivindicaciones independentistas partiendo del viejo, obsoleto y desacreditado principio de las nacionalidades de que toda naci¨®n tiene derecho a ser Estado independiente. Yo no deseo esa deriva por lo que entiendo la postura de quienes se cierran contra este reconocimiento. El Tribunal Constitucional cometi¨® un grave error al abordar este tema con la recusaci¨®n u obligaci¨®n impuesta por la mayor¨ªa de abstenerse y ser retirado de los magistrados que deben juzgar el recurso al magistrado P¨¦rez Tremps. Al final ser¨¢n s¨®lo 10, de los 11 magistrados que lo forman, tras la muerte del se?or Garc¨ªa Calvo, quienes participar¨¢n en la formaci¨®n de la sentencia. Fue un mal comienzo, agravado por el retraso, pero hay un hecho indiscutible que son esas personas quienes tienen la ¨²ltima palabra para declarar lo que es Derecho v¨¢lido y consiguientemente eficaz en la reforma del Estatuto de Catalu?a
Lo m¨¢s chocante es la ceguera de no ver que la autonom¨ªa surge y se ampara en la Carta Magna
En la propia Catalu?a no creo que la secesi¨®n pueda tener mayor¨ªa
Si catalog¨¢semos las respuestas ante la sentencia del Constitucional, nos encontrar¨ªamos con los siguientes modelos:
- El modelo desconocedor y rechazador de la sentencia: da igual que lo diga, lo que hay que hacer es desconocerla y seguir adelante como si nada.
- El modelo de superioridad del Estatuto: si el Estatuto contradice a la Constituci¨®n, reforme
-mos la Constituci¨®n para que se adapte el Estatuto.
El modelo del apa?o y de la manipulaci¨®n: si el Estatuto contradice a la Constituci¨®n, negociemos, arreglemos finalmente los problemas para seguir adelante con el Estatuto.
Estos tres modelos son delirios de grandeza, que parten de un serio desconocimiento del funcionamiento de un Estado parlamentario representativo, compuesto y funcionalmente federal. Expresan un profundo d¨¦ficit moral de utilizaci¨®n de la Constituci¨®n como instrumento de usar y tirar, a la que alaban cuando les sirve para sus prop¨®sitos y reprueban y denuncian su superaci¨®n cuando no les permite seguir su camino preestablecido y predeterminado, cuya ¨²ltima etapa es la independencia como ha reconocido, desde una evidente ingenuidad el se?or Mas y tambi¨¦n el presidente del Barcelona se?or Laporta, entre otros. Tienen un profundo desconocimiento sobre el valor de la Constituci¨®n y lo que ha supuesto para la autonom¨ªa de Catalu?a y de las dem¨¢s comunidades aut¨®nomas, a las que ampara y protege. Finalmente, un elemento importante para valorar el error de los defensores de un Estatuto catal¨¢n fuera de control y por encima de la Constituci¨®n, es que se considere que el tema est¨¢ entre el Estado y Catalu?a y niegan cualquier papel al resto de las comunidades aut¨®nomas y a sus ciudadanos, que tienen, sin embargo, mucho que decir. Estos separatistas de fondo son adem¨¢s un criadero de separadores que niegan desde el otro extremo tambi¨¦n el valor de la Constituci¨®n. La posici¨®n del Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero es actualmente de una gran moderaci¨®n. El presidente ha cortado tajantemente con un no muy en¨¦rgico, esas propuestas de modificaci¨®n de la Constituci¨®n para adaptarla al Estatuto. Ha cerrado una puerta que s¨®lo desde el disparate, de un no saber en qu¨¦ lugar est¨¢ cada uno, se ha podido considerar abierta. Es obvio que el presidente y el Gobierno tienen claro y respetan que la decisi¨®n ¨²ltima corresponde al Tribunal Constitucional. El Ministerio de Justicia al que se atribuyen reflexiones poco afortunadas y confusas sobre el tema, que no desminti¨®, aunque parece que no las pronunci¨®, ha insistido en que considera que la reforma es constitucional y aunque respeta que la ¨²ltima decisi¨®n corresponde al Tribunal Constitucional. Sin duda una sentencia bien fundamentada, va a mantener el esquema general de la reforma estatutaria, pero va a hacer declaraciones de inconstitucionalidad y soluciones interpretativas. Sin duda, el Gobierno de Espa?a va a sufrir tras la sentencia, pero es el precio que se paga por una permisividad exagerada, y una dejaci¨®n de responsabilidad poco justificada.
Se conoce a los defensores del Estatuto, tal como est¨¢, sin retoques ni modificaciones, como si la relaci¨®n fuera entre Catalu?a y Espa?a, como dos realidades diferentes. Este punto de vista forma parte de los delirios y de las enso?aciones de un nacionalismo fuera de ¨®rbita que simula para referirse a los dos interlocutores que Catalu?a no forma parte de Espa?a. Esos sue?os de la raz¨®n siempre acaban produciendo monstruos como ya intuy¨® Goya.
Pero lo m¨¢s chocante, respecto a los intentos de desvalorizar y de instrumentalizar a la Constituci¨®n es la ceguera de no ver que la autonom¨ªa surge y se ampara en la Constituci¨®n y que dejarla de lado pone en peligro a la misma autonom¨ªa. Es tirar piedras contra su propio tejado o como dicen los franceses "trabajar para el Rey de Prusia". Ese rechazo de la Constituci¨®n, ese matar al padre, viene de la idea de que la identidad auton¨®mica es natural y propia y que no se la deben a nadie, como si hubiera venido de la nada y se hubiera desarrollado por s¨ª misma y sin apoyos de terceros. Sin la Constituci¨®n el Estatuto queda en el aire, en un sistema inservible y sin rumbo. Es otra enso?aci¨®n que no augura nada bueno. S¨®lo puede producir enga?o y frustraci¨®n.
En esa idea sin fundamento ni apoyo real est¨¢ la ra¨ªz de la enso?aci¨®n y del delirio, y tambi¨¦n del gran error hist¨®rico que esa minor¨ªa introduce en un pueblo sensato y moderado como es el catal¨¢n. S¨®lo males y desgracias puede traer seguir por ese camino. Parten adem¨¢s de que la deriva independentista es un camino en un solo sentido y que va de menos a m¨¢s. Es un c¨¢lculo equivocado, el camino tiene los dos sentidos posibles y el exceso en una direcci¨®n puede producir una reacci¨®n y que el camino sea, por el contrario, de m¨¢s a menos. En ese contexto la ¨²nica garant¨ªa de la autonom¨ªa es la Constituci¨®n. Pensar en la independencia de Catalu?a es una creencia legal, si se aborda sin violencia y desde los valores y los procedimientos democr¨¢ticos. Supone una reforma de la Constituci¨®n para hacer posible la secesi¨®n. Pero no es s¨®lo un tema de los ciudadanos de Catalu?a, sino de los de toda Espa?a que tambi¨¦n tendr¨¢n algo que decir, y seguramente muy mayoritariamente en contra. Por su parte, en la propia Catalu?a no creo que la secesi¨®n pueda tener mayor¨ªa, no en un largo horizonte, lo que debe llevar a desistir de un camino imposible. Finalmente, en el marco de la Uni¨®n Europea se hace a¨²n m¨¢s dif¨ªcil una modificaci¨®n de fronteras y mucho menos una secesi¨®n creando un nuevo Estado. Pensar que ser¨ªa admitido en la Uni¨®n es un sinsentido imposible. En ¨²ltima instancia se impone el mensaje ignaciano: no hacer mudanza. Si se recupera el buen sentido se podr¨¢ entender que unas declaraciones de inconstitucionalidad y algunas acotaciones interpretativas, para situar a la autonom¨ªa catalana en el marco de la Constituci¨®n, no producen da?o, dejan las cosas en su sitio y se?alan el fin del delirio. Bien est¨¢ lo que bien acaba.
Gregorio Peces-Barba Mart¨ªnez es catedr¨¢tico de la Universidad Carlos III de Madrid.
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