Arenys como s¨ªntoma

Arenys de Munt, una poblaci¨®n barcelonesa de apenas 8.000 habitantes, escenific¨® el domingo una votaci¨®n que, aunque puramente testimonial, invita a extraer algunas conclusiones. Los organizadores de la consulta sobre la independencia de Catalu?a fueron respaldados desde el principio por el Ayuntamiento, que primero prest¨® apoyo material y luego, aunque formalmente hubo de retirarlo por orden judicial, no renunci¨® a seguir jaleando la iniciativa. La naturaleza de la convocatoria, que ahuyentaba de las urnas a los votantes contrarios a la autodeterminaci¨®n, explica la contundencia del resultado: el 96% de los participantes apoy¨® la secesi¨®n. Eso s¨ª, la participaci¨®n fue inferior a la registrada en el refer¨¦ndum del Estatuto, pese a que la imposibilidad de usar el censo electoral -con la consiguiente ausencia de controles democr¨¢ticos- y la arbitraria concesi¨®n del derecho de sufragio a los mayores de 16 a?os hubieran podido propiciar una afluencia a las urnas m¨¢s abultada.

La consulta, surgida de entidades privadas a las que no se puede limitar el derecho a celebrarlas, carece de validez jur¨ªdica alguna, pero se ha convertido en un alarde soberanista, gracias entre otras cosas al efecto multiplicador del recurso presentado por la Abogac¨ªa del Estado. Redactado, por cierto, por un antiguo candidato de la Falange, partido que pudo manifestarse el domingo en Arenys sin ning¨²n impedimento oficial. Para evitar que el Ayuntamiento secundara la consulta bastaba con exigir el cumplimiento de la ley; la ret¨®rica del abogado del Estado, que atribu¨ªa a esta votaci¨®n el poder de comprometer "la soberan¨ªa nacional y la integridad de la naci¨®n espa?ola", no hizo sino espolear a sus promotores. Quienes magnifican las consecuencias de la iniciativa tambi¨¦n ayudan a alentar un victimismo en el que el separatismo halla su mejor abono.

Con este caldo de cultivo, no tardaron en sumarse al festejo dirigentes de Esquerra Republicana y Converg¨¨ncia, prestos a rentabilizar el seudorrefer¨¦ndum en su disputa electoral por el voto soberanista. Visto el ¨¦xito propagand¨ªstico de la convocatoria, ambos partidos apuestan ahora por repetir la experiencia en otros municipios, confiando en encontrar esta oposici¨®n alentadora.

Proclamas al margen, la amenaza secesionista no parece inminente. Seg¨²n las encuestas oficiales, el porcentaje de catalanes que se confiesan partidarios de la independencia no alcanza el 20%, si bien es cierto que en los ¨²ltimos cuatro a?os han crecido m¨¢s de cinco puntos. Una de las razones de este auge independentista hay que buscarla en la crisis en que se hallan las relaciones entre Catalu?a y el conjunto de Espa?a: el Estatuto que elabor¨® el Parlamento catal¨¢n, pulido en las Cortes y refrendado en las urnas, no acaba de aplicarse, y el Constitucional lleva tres a?os manteniendo la incertidumbre sobre su futuro. Valiosa munici¨®n para aquellos que en Catalu?a apuestan por enterrar la v¨ªa estatutaria.