V¨ªa crucis de la ni?a Andrea
El Defensor del Menor de Madrid ha abierto un expediente sobre el hiriente caso de Andrea, la hija de nueve a?os del torero Jesul¨ªn de Ubrique y de Bel¨¦n Esteban, separados, omnipresentes ambos en el inframundo de los programas del cotilleo a cuenta de la avidez de la mentada Esteban por convertir su vida privada en almoneda y de la incompetencia de ¨¦l para evitar que la suya quede expuesta en el escaparate televisivo, voceada imp¨²dicamente por su ex c¨®nyuge. En medio est¨¢ la hija, zarandeada en un vendaval de comuniones con c¨¢maras de televisi¨®n, exclusivas de sus visitas al cortijo retrechero del diestro y acusaciones de infidelidad entre padres y madrastra y resto de la parentela. Todo el santo d¨ªa en las bocas de ganso de una madre vociferante y desgarrada -"?Yo por mi hija mato!", cacarea- y de una patulea de Mari?os, Pati?as (o viceversa) y otros analfabetos de la prensa del menudillo.
La ni?a Andrea (Andre¨ªta para todos cuantos hozan en su intimidad infantil y se mofan de la zafiedad de la madre que la pregona) merece que su v¨ªa crucis tenga un final feliz: el anonimato, al menos hasta que su personalidad est¨¦ formada y a salvo de la insolvencia moral y mental que le rodea. La iniciativa del Defensor del Menor merece un loable subrayado porque, por fin, se act¨²a de oficio ante la presunci¨®n de un delito. El envilecimiento de la infancia tiene lustrosa tradici¨®n en Espa?a; ah¨ª est¨¢n los ni?os cantores del franquismo y los v¨¢stagos de algunas folcl¨®ricas para demostrarlo. Es hora de que, fiscal mediante, se sienten en el banquillo algunos de quienes lo perpetran escudados tras la libertad de expresi¨®n. No es un tema menor; requiere atenci¨®n jur¨ªdica e incentivar a los ciudadanos para que protesten y, si llega el caso, lo denuncien.
Borges escribi¨® un cuento sobre el zahir, una moneda fant¨¢stica que se convierte en imagen inolvidable. Quienes la contemplan s¨®lo pueden pensar en el zahir; cualquier otra imagen es expulsada y rechazada, hasta el enloquecimiento final. Pues bien, parece que Bel¨¦n y el clan de Ubrique son el zahir del inframundo rosa. Es hora ya de que la ONU tome cartas en el asunto y declare el D¨ªa Mundial (mejor el Lustro, pero quiz¨¢ sea mucho pedir) sin Bel¨¦n Esteban.
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