Escuelas de brutalidad
Debe ser muy dif¨ªcil entender que maltratar animales, donde sea y como sea, es costumbre brutal y degradante. No hay excusa cultural, tradicional o econ¨®mica (las cuentas de resultados de las ganader¨ªas) que lo justifique. Personas que se conmueven con la agon¨ªa de un gorri¨®n o tiemblan ante los sufrimientos de un perro, acuden sin embargo gozosas y expectantes a salpicarse de la sangre de un toro en nombre de una chicuelina o de los 500 a?os de historia que perdure la matanza. El caso del Toro de la Vega que se destripa en Tordesillas junta todos los estigmas de la barbarie. Jinetes a caballo provistos de lanzas, seguidos y aclamados por una multitud ansiosa -unos 25.000 el martes pasado-, acorralan y alancean un toro en los alrededores de la localidad; incluso premian al fulano que consigue el abyecto honor de dar muerte al animal. Gran consternaci¨®n ha causado el que en la ¨²ltima fiesta el premio haya quedado desierto. No porque el toro Moscatel no fuera acuchillado y muerto, faltar¨ªa m¨¢s, sino porque fue picado antes de salir de la ciudad. Que no se diga que en Tordesillas no respetan la tradici¨®n.
Resulta irrelevante qu¨¦ sentido ritual o m¨ªtico pueda tener el Toro de la Vega y, por extensi¨®n, cualquier maltrato y muerte de un animal. A todos los efectos, la barbarie debe explicarse sencillamente porque un grupo de personas desean maltratar y matar al toro o contemplar como muere. Eso deber¨ªa ser un delito, porque es una regresi¨®n individual y colectiva y porque contamina un espacio p¨²blico con una pedagog¨ªa brutalizadora.
No es f¨¢cil suprimir la carnicer¨ªa. Hay mucho erudito de aldea que vive de exaltar las hondas ra¨ªces del festejo sangriento, mucho desocupado mental que espera el d¨ªa de autos como el momento m¨¢s excitante de su vida, dispuesto a contar una y otra vez durante todo un a?o como se acerc¨® a 20 metros del toro y mucho viajero de aluvi¨®n dispuesto a ba?arse en exotismo carpetovet¨®nico. Son muchos votos y la autoridad moral de los ayuntamientos hace tiempo que desapareci¨® o se entreg¨® al recurso del pan y circo a cambio de la comprensi¨®n de festejantes y clientes hacia los enjuagues inmobiliarios de los municipios.
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