Lugares donde poder crear
De un garaje a un chal¨¦ prestado, cinco artistas abren sus estudios
Los estudios de cinco j¨®venes artistas abrieron ayer sus puertas a una delegaci¨®n de periodistas, comisarios y cr¨ªticos (los galeristas, ausentes). Una excursi¨®n que recorri¨® la realidad cotidiana de los espacios donde nace el arte. Una oficina con vistas. 17 personas, 15 metros cuadrados. La delegaci¨®n se api?a en el estudio del venezolano Ricardo Alcaide, una oficina frente al C¨ªrculo de Bellas Artes que alquil¨® por 220 euros hace un a?o, el mismo d¨ªa que lleg¨® a Madrid. "Me enamor¨¦ de la terraza; para m¨ª lo importante es la luz". Espacio no necesita tanto. Le basta con un port¨¢til para crear sus irreales fotomontajes en los que la piel de los indigentes de Londres se pega a las fachadas de S?o Paulo.
- Esculturas junto al tren. Desde los antiguos dormitorios de la estaci¨®n de Fuencarral Adri¨¢n Garc¨ªa ve f¨¢bricas y v¨ªas de tren. "Yo necesito espacio", dice entre los trajes de neopreno con forma de cocodrilo o calamar gigante que cuelgan del techo. Para alojarlos -junto a sus esculturas de catedrales ir¨®nicamente cubiertas con tiendas de campa?a- necesita 120 metros, por los que paga 360 euros en un p¨¢ramo de las afueras hace tiempo marcado por el poblado de Pitis: "Los artistas llegamos tres a?os despu¨¦s de los yonquis y tres antes de las parejas con ni?o".
- Chal¨¦ con piscina gratis. Hisae Ikenaga se lo ha montado mejor. La artista mexicana tiene mecenas, una pareja de coleccionistas que le presta un chal¨¦ en Arturo Soria a cambio de obra. Hay hasta una piscina que ha convertido en una cancha de baloncesto como parte de su serie Sistema m¨¦trico campo de f¨²tbol. En los amplios salones caben varias esculturas. "Trabajar en casa es imposible", dice, "el frigor¨ªfico, la tele, la cama; muchas tentaciones".
- Cuadros en el garaje. La entrada de coches estaba tan mal dise?ada que el garaje qued¨® clausurado. Ahora lo alquilan por 850 euros cuatro artistas. "Me gusta compartir, lo malo es la luz", dice Santiago Talavera en su espacio sin ventanas, pulcro y ordenado como sus minuciosos dibujos o su perfecta casita en miniatura que esconde un acuario. Su preciosista obra no est¨¢ sola. En las estanter¨ªas se leen sus influencias (libros de Gorey a Bill Viola), y en una esquina, su otra pasi¨®n: una bater¨ªa.
- Una manzana de artistas. En los antiguos talleres de Oporto se ha creado una especie de Williamsburg, el barrio neoyorquino de la bohemia. Edificios ocupados por m¨²sicos y artistas pl¨¢sticos como Paula Rubio Infante que buscan un precio razonable (180 euros por 25 metros cuadrados). "En Madrid no hay ninguna ayuda p¨²blica para las bases", se queja la artista rodeada de retratos de mineros y limpiabotas que luego cubre con plomo o bet¨²n para explicitar su invisibilidad social.
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