Obama dice no
La renuncia al escudo antimisiles en Europa no es s¨®lo t¨¦cnica. Washington corteja a Mosc¨²
Barack Obama anunci¨® ayer que EE UU renuncia a desplegar en Polonia y la Rep¨²blica Checa el controvertido escudo impulsado por George W. Bush para proteger Europa y la costa oriental estadounidense de un eventual ataque iran¨ª con misiles de largo alcance. En su lugar, Washington instalar¨¢ en sus barcos pr¨®ximos a Oriente Pr¨®ximo misiles Aegis, eficaces para interceptar cohetes de radio corto y medio. El espionaje estadounidense ha concluido que la amenaza iran¨ª se limita hoy a vectores de estas caracter¨ªsticas. La decisi¨®n de Obama, una de las m¨¢s importantes en el terreno militar de la nueva Administraci¨®n, regocija al Kremlin y representa un jarro de agua fr¨ªa para Varsovia y Praga, o Gobiernos b¨¢lticos temerosos del talante neoimperialista que viene exhibiendo Mosc¨². Derriba, adem¨¢s, uno de los sustentos de la doctrina Bush para separar la nueva Europa, la que le apoy¨® en Irak, de la vieja.
Los argumentos invocados son congruentes. La decisi¨®n se ha adoptado por motivos de eficacia y con el respaldo un¨¢nime de los expertos militares: la tecnolog¨ªa del plan Bush est¨¢ sin experimentar, y la amenaza que se supone contrarrestar¨ªa no es por el momento veros¨ªmil. Pese a ello, resulta imposible no relacionar esta significativa vuelta atr¨¢s con el giro iniciado por Obama en su pol¨ªtica exterior. Todo indica que el presidente de EE UU, a quien este verano escribieron personalidades como Havel o Walesa pidi¨¦ndole que no se arrugara ante las presiones rusas, ha preferido asegurarse la benevolencia de Mosc¨², que consideraba el escudo atentatorio contra su seguridad nacional. Washington quiere el apoyo del Kremlin, o al menos su no hostilidad, en asuntos clave como la cuesti¨®n nuclear iran¨ª, Afganist¨¢n o la reducci¨®n mutua de arsenales at¨®micos. El momento del anuncio, tan lacerante para una Polonia que conmemoraba el aniversario del ataque sovi¨¦tico en 1939, no es ajeno al pr¨®ximo encuentro en Nueva York de Obama con el presidente ruso Medv¨¦dev.
Para la Casa Blanca, la tarea m¨¢s delicada ahora es reasegurar a Varsovia y Praga, que hasta el telefonazo nocturno de Obama a sus jefes de Gobierno contaban con un compromiso integral estadounidense con su seguridad, de que las cosas no han cambiado. La bater¨ªa de misiles Patriot que como premio de consolaci¨®n ser¨¢ instalada en Polonia probablemente no sea suficiente.
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