El arte de borrar huellas
Henri Michaux sol¨ªa definir al artista como aquel que se resiste de manera absoluta al impulso de no dejar huellas. Y, la verdad, nunca como hoy la fiebre por dibujar un rastro ha cifrado la cultura de una manera tan rotunda. Ah¨ª est¨¢n, para confirmarlo, Facebook y MySpace; decenas de millones de blogs y su respectiva compulsi¨®n por dejar una se?al capaz de probar cualquier experiencia. S¨®lo que esa necesidad de marcar huellas ha dejado de ser competencia exclusiva de los artistas. De modo que, o bien la definici¨®n de Michaux ha caducado, o bien las antiguas labores del arte ya no necesitan de los artistas para ser ejecutadas. En esto consist¨ªa, precisamente, la utop¨ªa para Marx. En un esparcimiento creativo donde la gente com¨²n, en sus ratos libres, podr¨ªa cazar, pescar, escribir o hacer cr¨ªtica sin necesidad de ser "exclusivamente cazador, pastor o cr¨ªtico". Joseph Beuys dio un paso m¨¢s radical en esta l¨ªnea cuando anunci¨® que, por el hecho de realizar estas tareas, todo el mundo pod¨ªa considerarse un artista y no un "simple mortal" que act¨²a como si lo fuera.
La vida, en todo caso, ha continuado sin contemplaciones. Ahora el malestar del arte no radica en su invisibilidad ni en su misterio, sino en su ubicuidad y en la multitud de rastros que pueblan el horror al vac¨ªo que gobierna cada uno de sus pasos. Todo ello nos habla, primero que todo, de un estilo de vida en el que la gente despliega la exhibici¨®n permanente de su epopeya diaria. A fin de cuentas, ?para qu¨¦ tardar a?os en llegar a un museo, una editorial, cualquier templo de la cultura, si tenemos a mano la posibilidad de ser el curator de nuestra propia exposici¨®n, el editor de nuestra propia novela o el DJ de nuestro propio hilo musical? Con el soporte de cualquier artefacto o medio, With a Little Help from MySpace, podemos dise?ar el display cotidiano de esta comunidad confesable que surge en la era de la imagen. Una curiosa comunidad sin comunismo que explota, en toda su magnitud, en la etapa posterior a la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, y transita desde el PC (Partido Comunista) al otro PC (Personal Computer) con la entrada, a lo grande, de Microsoft en escena a partir de 1989.
Facebook resulta una mezcla del sue?o de Beuys (todos somos artistas) con la actitud de Oscar Wilde (todo es susceptible de ser convertido en arte). Ello no implica que de MySpace no surjan artistas similares o mejores que los de otros tiempos. Eduard Cort¨¦s, por ejemplo, lo ha cre¨ªdo as¨ª y su pr¨®xima pel¨ªcula, que tiene por t¨ªtulo Ingrid MySpace, est¨¢ nutrida casi por completo del talento creativo que el director ha encontrado en ese mundo.
Ahora bien, ante esta apoteosis de rastros y se?ales, es posible intuir, a contracorriente, un cambio en la condici¨®n del artista que conoci¨® Michaux. Tal vez ahora lo m¨¢s inquietante se juegue en la negativa a dejar rastro, con el artista convertido en un borrador de pistas. (Como un Se?or Lobo, de Pulp Fiction, despu¨¦s de un entrenamiento en Photoshop). Alguien, en fin, que no ir¨ªa de manera obsesiva hacia nosotros y que, adem¨¢s, eliminar¨ªa las huellas que nos permitieran encontrarle.
Iv¨¢n de la Nuez (La Habana, 1964) publicar¨¢ en invierno un libro con el t¨ªtulo provisional de: Del muro a Guant¨¢namo. Artes versus pol¨ªtica. 1989-2009 (Debate). www.ivandelanuez.org
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