Incendiaria Alice Russell
La peque?a Alice ten¨ªa cinco a?os la primera vez que su madre, desesperada, le mand¨® callar. "Era muy cantarina, tarareaba sin parar, pero ya por entonces mi voz era demasiado... fuerte", rememora con gesto de travesura. "Supongo que se le acab¨® la paciencia. No le guardo rencor. Al contrario: ?pobres pap¨¢ y mam¨¢, lo que aguantaron!". Y la risotada parece resonar por todo este hotel de la Gran V¨ªa madrile?a. Desde entonces han transcurrido 28 a?os y aquella ni?a chillona sigue haciendo hoy alarde de una garganta privilegiada. S¨®lo que ahora, lejos de implorarle silencio, graba discos y asombra por el arrollador poder¨ªo de sus interpretaciones. Alice Russell es rubia y de tez lechosa, proviene de Suffolk, en plena campi?a brit¨¢nica, y exhibe una estampa tan pizpireta que ser¨ªa m¨¢s sencillo imagin¨¢rsela al cuidado de la caba?a o en la elaboraci¨®n de mantequilla casera. Pero no. Resulta que la jovencita de las pecas canta como una Aretha Franklin cincuentona. Ver para creer.
Su segundo ¨¢lbum individual, Pot of gold, una apote¨®sica lecci¨®n de soul incendiario, ha disparado las expectativas. Convertida en el equivalente femenino a lo que supuso en 2008 la irrupci¨®n de Eli Paperboy Reed, Russell comprende que algunas voces la anuncien como "la nueva Amy Winehouse", pero le incomoda ese discurso demasiado simplista. "Conste que yo andaba fogue¨¢ndome por los clubes ya en los a?os noventa, como la gran Jill Scott", presume. "Ni soy la nueva Adele ni Duffy es la nueva Amy. Juzgar en t¨¦rminos comparativos empobrece a todos. Ah, y por ahora a m¨ª no me ha dado por la hero¨ªna...".
La alusi¨®n toxicol¨®gica tiene un punto perverso, pero Russell prefiere, en t¨¦rminos generales, ejercer de chica buena. "Es que he disfrutado de una existencia apacible y feliz", reconoce. "Mi padre me llev¨® desde peque?a a conciertos y me ense?¨® a tocar el violonchelo. Ensayaba en orquestas y coros, casi siempre junto a mis dos hermanas: una con el viol¨ªn y la otra con el clavicordio. Crecimos en un ambiente pl¨¢cido y muy musical". Las otras integrantes de la familia Russell han continuado con sus carreras cl¨¢sicas, pero a Alice le horrorizaba la dimensi¨®n "demasiado competitiva" de aquellos c¨ªrculos. "De todos modos, sigo oyendo de todo. La m¨²sica es un arte tan rico y vers¨¢til como la comida. Es m¨¢s, la faceta m¨¢s roquera me interesa s¨®lo regular".
Considera que el soul siempre ha conservado vigencia dentro de la m¨²sica popular, al margen de que el ciclo actual sea indudablemente alcista. "Lo m¨ªo tampoco pretende ser un ejercicio de nostalgia. Me gusta de todo, hasta puedo aguantar un ratito de hip-hop si me pillas de fiesta". De hecho, la ¨²nica versi¨®n dentro del repertorio de Pot of gold no remite a los a?os sesenta sino a 2006: una lectura muy ralentizada del celeb¨¦rrimo Crazy, de Gnarls Barkley. "Es una pieza demasiado conocida, s¨ª, pero me enamor¨® desde el primer d¨ªa que la escuch¨¦. Me he pasado dos a?os luchando conmigo misma para convencerme de que no deb¨ªa grabarla. Ahora debo admitir mi fracaso
Pot of gold. Six Degrees / Nuevos Medios.
![Port of gold es el segundo disco de Alice Russell](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CJY3H37PZHK2NTSCFNUFOMAYVI.jpg?auth=eef0107a4e39a354adfee5aadaca7dc29b9c472adc7e8e09891812104f915d9d&width=414)
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