"En Catalu?a siempre hacemos la misma teleserie"
Quiz¨¢ nunca un libro catal¨¢n ha marcado tanto la vida de un autor como hizo la novela de corte er¨®tico Amorrada al pil¨® (1986) con la debutante Mar¨ªa Ja¨¦n (Utrera, Sevilla, 1962). Fue un fen¨®meno literario y social, marcado por las angustias de la literatura catalana ante la industria cultural y por la edad y el origen de la autora. Todo ello acentu¨® en Ja¨¦n una timidez, una voluntad de anonimato (que los a?os han domado poco) y un amor por la escritura que deriv¨® en el oficio de guionista. Tras insuflar sangre a series como Sitges y El cor de la ciutat, la escritora ha exorcizado ese no menos agobiante mundo en su quinta novela, La pin?a birmana (La Magrana).
Pregunta. Egos de autores y guionistas, productores killers laborales, psiquiatras... ?Cu¨¢nto hay de realidad en su obra?
"Influyen mucho en la vida de la gente y ese poder se te va de las manos"
Respuesta. La mayor¨ªa de las an¨¦cdotas y los tics son reales. Las telenovelas son un trabajo creativo de mucha gente y todos quieren preservar su parcela de artista, y los egos, claro, chocan.
P. "Guionistas y actores no pueden ser amigos", p¨¢gina 92.
R. Son los m¨¢s narcisistas. El problema es que el actor se acaba identificando tanto con el personaje que desea narrarlo ¨¦l tambi¨¦n. Y el guionista quiere defender su historia. Si dejas que el actor te diga por d¨®nde ha de ir el personaje, la relaci¨®n acaba mal.
P. Hay una actriz que va al psiquiatra y ¨¦ste acaba drog¨¢ndola para calmarla. O sea que el caso de Michael Jackson...
R. Lo escrib¨ª antes de que ocurriera. S¨ª, la actriz est¨¢ desequilibrada emocionalmente y...
P. ?Ocurre en la vida real?
R. S¨ª. Pero tiene l¨®gica: la intensidad del trabajo diario es brutal y todos quieren poner su autor¨ªa y que se les reconozca. Si no tomas distancia, acabas destrozado.
P. ?Le pas¨®?
R. Enferm¨¦, ten¨ªa migra?as, pero ahora ya no me afecta. Suelen ser peleas absurdas que s¨®lo provocan desgaste emocional.
P. ?Es de las guionistas que participan en los chats de las series para atajar las cr¨ªticas?
R. Una vez y dije que nunca m¨¢s. La gente que entra ah¨ª est¨¢ enferma; uno ve la serie, la disfruta y ya est¨¢. Mi vida no depende de una serie. A Pep Ant¨®n Mu?oz le matamos el hijo en la ficci¨®n y en la calle le daban el p¨¦same.
P. ?El espectador confunde realidad y ficci¨®n?
R. M¨¢s en las series diarias que en las semanales. Ejercen gran influjo y no somos conscientes: el poder de las series se te va de las manos.
P. En la obra, a los personajes les pasan m¨¢s cosas inauditas que en una serie real, que ya es decir.
R. La repetici¨®n de t¨®picos uno detr¨¢s del otro desprestigia la profesi¨®n de guionista. Se concentran tantas cosas en un personaje que lo vuelven absurdo.
P. ?C¨®mo ve el g¨¦nero?
R. Estamos estancados. No salimos de las telenovelas y las sitcom de 13 cap¨ªtulos que si funcionan tendr¨¢n otros 13. En Catalu?a estamos haciendo siempre la misma teleserie. Claro, s¨®lo hay una cadena que encargue, que es TV-3, y pocas productoras y dinero, pero hay que arriesgarse; si no, no saldremos de aqu¨ª.
P. ?C¨®mo ve, 23 a?os despu¨¦s, el caso de Amorrada al pil¨®?
R. Lo pas¨¦ mal; emocionalmente me desbord¨®; no s¨¦ en qu¨¦ me hubiera podido convertir: me ofrec¨ªan premios, columnas, tertulias, la adaptaci¨®n al cine...
P. ?Y el mundillo literario?
R. No lo sigo tanto. Quim Monz¨® es lo m¨¢ximo, antes y ahora.
P. ?El t¨ªtulo de La pin?a birmana es un gui?o er¨®tico?
R. Esta pose sexual no existe. Me la invent¨¦ hace a?os, en El cor de la ciutat. En un gui¨®n vi la expresi¨®n "pinza alemana" y me pareci¨® que una pinza, siendo alemana, tendr¨ªa que ser dolorosa. As¨ª que le puse lo de birmana. Y desde entonces corre por Internet.
Eso: realidad y ficci¨®n.
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