Reforma innecesaria
El descenso en la llegada de inmigrantes aconsejaba no modificar la Ley de Extranjer¨ªa
El Gobierno present¨® en el Congreso el pasado jueves la cuarta reforma de la Ley de Extranjer¨ªa en ocho a?os. El proyecto super¨® tres enmiendas a la totalidad de distinto signo, una presentada por el Partido Popular para endurecer el texto, otra por Izquierda Unida y ERC para suavizarlo y, finalmente, una tercera del PNV para, entre otras cosas, defender las competencias auton¨®micas en materia de inmigraci¨®n que a su juicio vulneraba el texto del Gobierno. Los tres grupos que apoyaron el borrador -CiU, Coalici¨®n Canaria y BNG- coincid¨ªan con los argumentos de las enmiendas de la izquierda, pero aceptaron el compromiso del Gobierno de seguir negociando.
A medida que avanza en su tramitaci¨®n, m¨¢s se confirma que esta nueva reforma de la Ley de Extranjer¨ªa es, sobre todo, innecesaria. El partido socialista se comprometi¨® a llevarla a cabo para contrarrestar la deriva populista del PP en materia de inmigraci¨®n, que, seg¨²n los estrategas del Gobierno, estaba consiguiendo audiencia entre los electores. Pero de entonces a estos momentos, las circunstancias han cambiado de manera radical. La llegada de trabajadores extranjeros, tanto legales como ilegales, se ha reducido dr¨¢sticamente en el ¨²ltimo a?o como consecuencia de la crisis econ¨®mica, por m¨¢s que se sigan produciendo dramas como el naufragio de una patera junto al islote de Perejil, ocurrido ayer.
Pero esta reforma es tambi¨¦n innecesaria por las correcciones a la baja que, por fortuna, est¨¢n obligando a introducir los grupos parlamentarios con los que tiene que contar el Gobierno para superar los tr¨¢mites parlamentarios. Del discurso de dureza desde el que se anunci¨® la reforma, y que en parte motiv¨® la sustituci¨®n de Jes¨²s Caldera por Celestino Corbacho al frente de Trabajo, se ha pasado a rebajar el grueso de los aspectos m¨¢s conflictivos del proyecto, dej¨¢ndolos m¨¢s o menos como estaban. La estrategia que pretendi¨® el Gobierno de excusar el endurecimiento de la ley espa?ola en la Directiva europea del retorno, apoyada por los socialistas espa?oles en contra de su propio grupo en el Parlamento Europeo, no ha funcionado, tanto por el rechazo que provoc¨® la norma comunitaria como por las necesidades del consenso.
Si algo exige el Estado de derecho en cualquier materia, y m¨¢s en una tan sensible como el tratamiento de la inmigraci¨®n, es la seguridad jur¨ªdica. Ocho reformas en cuatro a?os, sobre todo cuando ¨²nicamente se justifican por una insensata competencia electoral de los partidos democr¨¢ticos en un terreno m¨¢s propio de los populistas, s¨®lo contribuyen a la confusi¨®n y a mantener permanentemente abierto el debate sobre la presencia de trabajadores extranjeros. Algo de mucho calado pol¨ªtico ha quedado, sin embargo, patente: el Gobierno no tiene dificultades en compatibilizar un discurso izquierdista, muchas veces primario y elemental, con iniciativas de signo contrario, como las ligadas a la reforma de la Ley de Extranjer¨ªa.
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