Nazis y jud¨ªos revueltos
Hace 70 a?os que se inici¨® la Guerra Mundial y uno de los cap¨ªtulos colaterales m¨¢s escalofriantes fue el exterminio de los jud¨ªos. Decir nazi tra¨ªa la expresi¨®n contraria: jud¨ªo. Por su rareza -al menos para m¨ª- creo de inter¨¦s rese?ar un curioso libro que, horro de rataplanes publicitarios, hasta la fecha, quedar¨¢ reducido a una corta edici¨®n testimonial. Como "hay gente pa t¨®" me permito la rese?a, en nombre de la curiosidad que pueda despertar.
Trata de circunstancias que han permanecido secretas o sabidas por muy pocos, acerca de los pactos, acuerdos y comunidad de intereses entre Hitler y los jud¨ªos sionistas. El libro, en forma de novela, est¨¢ documentado aparte, por referencias solventes acerca de la idoneidad de los mimbres empleados. Su t¨ªtulo, El expediente Si¨®n, editado por Sepha, Ediciones y Dise?o, SL, publicado el a?o 2007. Su autor, Benito Cabo, un asturiano de Avil¨¦s, licenciado en Derecho por la Complutense, con residencia y despacho profesional en Madrid. Son las referencias.
La clave que desenmascara el libro 'El expediente Si¨®n' es incre¨ªble y al tiempo veros¨ªmil
El 'Sparta' sali¨® de Rumania en 1941 con 769 jud¨ªos rumanos que aspiraban a llegar a Palestina
El relato comienza por el fletamento de un viejo barco al que llama Sparta, que sali¨® el 12 de diciembre de 1941 del puerto rumano de Constanza con 769 jud¨ªos rumanos que aspiraban -previo pago de un pasaje muy costoso- llegar hasta el puerto de Haifa, en Palestina. Hac¨ªa, pues, m¨¢s de dos a?os que se hab¨ªa declarado el conflicto y suscritos los pactos germanos sovi¨¦ticos y luego las hostilidades entre Alemania y la URSS. Conocido el antisemitismo nazi que viv¨ª al final de aquella guerra como corresponsal de prensa en Budapest supe, de refil¨®n, cosas muy directas cuando albergu¨¦ a algunos desvalidos seres que llevaban cosida en la ropa la amarilla estrella de David.
El barco, en realidad confirmada documentalmente, se llamaba Struma, de pabell¨®n paname?o y su carga humana, y odisea por el Mediterr¨¢neo, durante 74 d¨ªas, va reflejada con minuciosidad en el libro citado. ?C¨®mo es posible que ese casi millar de hebreos intentaran la aventura de alcanzar la tierra prometida de Israel, en aquellas fechas y en tales condiciones? Cuando, tras penosas singladuras, avistan tierra palestina, las autoridades brit¨¢nicas -odiadas por ¨¢rabes y hebreos- del protectorado ejercido con dureza, anduve por aquellos andurriales, sospechando la maniobra, negaron el permiso de atraque, e intentaron desembarcar el sufrido pasaje en Estambul. All¨ª, los turcos, por imposici¨®n inglesa, les rechazaron implacablemente. Y al cabo del penoso periplo de m¨¢s de dos meses, a 10 millas de Estambul, un submarino ruso lanza un torpedo que hunde la nave. S¨®lo pudo salvarse una persona, cuyo nombre aparece y vive ahora en los Estados Unidos.
La clave que desenmascara la narraci¨®n es incre¨ªble y al tiempo veros¨ªmil. Los jud¨ªos sionistas se ponen en contacto con las autoridades alemanas a trav¨¦s del embajador en Ankara, Franz von Papen, ex canciller de la Rep¨²blica de Weimar y s¨®lido aliado de Hitler. La propuesta era sencilla: Alemania apoya la instalaci¨®n de los jud¨ªos en Palestina, donde un comando especializado asaltar¨ªa la ciudad ribere?a de Haifa; los hebreos, repartidos por toda Europa, afluir¨ªan a Israel para fundar un Estado aut¨®nomo y una base germana que cortar¨ªa todo suministro de carburante ar¨¢bigo, neutralizar¨ªa el canal de Suez y las tropas brit¨¢nicas se ver¨ªan encerradas en un c¨ªrculo mortal. Por su parte, Rommel impedir¨ªa la retirada, todo ello realizado antes de que Estados Unidos intervinieran en la contienda. Reino Unido se ver¨ªa obligada a pedir o aceptar la paz y el ej¨¦rcito tudesco tendr¨ªa las manos libres para enfrentarse con el verdadero enemigo: la Rusia sovi¨¦tica. El F¨¹hrer aprob¨® el proyecto, haciendo la distinci¨®n entre sionistas y jud¨ªos en general, exterminables seg¨²n una de las bases del ideario pol¨ªtico, No deseo estropear el relato, verdaderamente apasionante, salvo el contagio que no ha querido evitar el autor de emplear vocablos soeces y describir situaciones er¨®ticas innecesarias que deval¨²an parte de la narraci¨®n. Interesante, sin duda, por ser una versi¨®n asumible, la sorprendente alianza de parte del pueblo jud¨ªo con sus verdugos.
Nota. En cr¨®nica anterior acerca del tranv¨ªa que se estrell¨® en 1952 comet¨ª el error de escribir que fue contra el puente de Segovia cuando era el de Toledo, lapsus que corrige por m¨®dem do?a Mar¨ªa Concepci¨®n L¨®pez, cuyo padre presenci¨® el suceso. Hecho queda.
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