Prohibir el tabaco
La prohibici¨®n total del tabaco no deja de ser una herramienta ret¨®rica que incluso recomiendan los manuales de comunicaci¨®n de la industria del tabaco, a sabiendas de su inviabilidad. Una prohibici¨®n total del cultivo, distribuci¨®n y venta del tabaco s¨®lo ser¨ªa viable a escala universal. La industria obtiene beneficios formidables y no va a renunciar espont¨¢neamente a su venta, por m¨¢s que su producto est¨¦ causando en todo el mundo 5,4 millones de v¨ªctimas anuales. Un solo pa¨ªs, But¨¢n, proh¨ªbe la venta y consumo p¨²blico de tabaco, pero permite el consumo en el domicilio privado, que es un espacio inviolable a todos los efectos.
El tabaco no es legal por ser merecedor de ello. De hecho, a d¨ªa de hoy ning¨²n pa¨ªs democr¨¢tico del mundo legalizar¨ªa un producto similar al tabaco. Su legalidad viene del hecho de que se est¨¢ vendiendo masivamente hace un siglo y afecta a 1.300 millones de personas. Sin embargo, est¨¢ demostrado por evidencias emp¨ªricas que la combinaci¨®n de incremento fiscal peri¨®dico, prohibici¨®n de su publicidad, espacios sin humo, informaci¨®n ciudadana y asistencia a fumadores puede reducir la epidemia a cifras inferiores al 15% de la poblaci¨®n en 15 a?os. Ya hay varios pa¨ªses (Canad¨¢, Australia, Nueva Zelanda, Estado de California...) que lo han conseguido aplicando esas pol¨ªticas integrales de salud publica.
Por otra parte, hay que recordar que por cada euro que recauda el Estado por impuestos especiales del tabaco tiene que poner dos para sufragar el coste sanitario y social que origina. No tiene ning¨²n sentido afirmar que se debe ir de Madrid a Barcelona (prohibici¨®n), pero que no se quiere llegar a Zaragoza (espacios sin humo).
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